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REDACCIÓN
Miércoles, 26 de mayo 2010, 13:09
El Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB) inauguró ayer una exposición que traerá cola. La muestra tiene una marcada intención de provocar y para eso recurre a los puntos más feos de las tres ciudades mediterráneas que dan cuerpo a la exposición, que ha arrancado bajo el siguiente título: 'Barcelona-Valencia-Palma. Una historia de confluencias y divergencias'.
Todo cabe en el mismo saco. El distintivo de las Fallas, en el caso de Valencia, comparte espacio con las drogas y la prostitución que, según los padres de esta obra, abundan en estas tres ciudades que están tan cerca y tan lejos al mismo tiempo.
El periodista valenciano Vicent Sanchis, el escritor mallorquín Melcior Comes y el artista catalán Ignasi Aballí son los comisarios de esta exposición que estará en Barcelona hasta el 12 de septiembre y que se trasladará a Palma a finales de año. La tercera pata de la mesa, Valencia, no ha querido abrir sus puertas a la polémica. Sanchis cree que no viajará hasta su tierra porque las autoridades no la consideran «inofensiva», aunque señala que no tienen «ansias» de llevar la exposición a Valencia.
La política, el escándalo y los personajes son agitados dentro de la misma coctelera. Así, el Palau de la Música, Gürtel o el Palma Arena no faltan en este escaparate que está corproducido por el CCCB y la Generalitat de Catalunya.
El valenciano Sanchis explicó que las tres capitales comparten el gusto por «la espectacularidad y el horterismo», una afirmación que argumenta con los proyectos faraónicos, los grandes eventos o las apuestas de futuro.
La ironía y la provocación comparten las paredes del CCCB, y para aludir a los casos Gürtel, Palma Arena o Millet recurren a las imágenes del bolso Louis Vuitton de Rita Barberá, la escobilla de váter de Jaume Matas o la recreación de la casa de Fèlix Millet en Ametlla de Mar hecha con billetes de 100 y 500 euros (en la foto que ilustra esta información).
La exposición inaugurada intenta dibujar el mapa «sociopolítico y moral de lo que las tres ciudades representan». Pero bajo el mismo techo figuran las cenizas de la última falla de Na Jordana, una botella de horchata o la paella y, a su vez, una maqueta del circuito urbano de Fórmula 1, una supuesta adicción a las drogas -«especialmente el cannabis en el caso de Valencia»- y a la prostitución. Los comisarios señalan con el dedo índice a tres ciudades que han sido tocadas «por el virus de la espectacularidad e, inevitablemente, por el virus de la corrupción».
La muestra también recoge la cara amable de cada capital, su literatura, su música, la arquitectura, pero ofrece al visitante la posibilidad de expresar qué es para él lo más feo de su urbe para formar lo que denominan «la ciudad nueva de los horrores».
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