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PACO MORENO
Lunes, 31 de mayo 2010, 21:02
Los ciclistas tienen desde este viernes nuevas reglas para circular por Valencia. La ordenanza de tráfico incluye cuestiones como la obligación de llevar prendas reflectantes por la noche, la prohibición de usar auriculares y el paso por el carril bici sin opción de bajar a la calzada, en caso de que en la calle en cuestión haya un itinerario para este tipo de transporte. ¿Es Valencia una ciudad peligrosa para las dos ruedas? Es la pregunta que LAS PROVINCIAS ha hecho a la asociación Valencia en Bici, una de las entidades que presentaron alegaciones y que más propuestas ha lanzado estos años. La respuesta ha sido sorprendente. «Más en el carril bici que en la calzada».
Antonio López, representante de este colectivo, desarrolla el asunto. Asegura que existe una «falsa seguridad» en el carril bici porque la circulación «resulta en principio más relajada, menos estresante aunque paradójicamente más arriesgada». La experiencia de esta asociación ofrece situaciones donde los ciclistas están en peligro. «Debido a su estrechez es más proclive a los accidentes por la apertura de puertas, por lo que hay que ir siempre lo más separado posible de los coches aparcados».
Es sólo un ejemplo porque por desgracia hay muchos más. «Es fácil también que haya choques con peatones que suelen invadir el carril bici sin darse cuenta, pero sobre todo hace que el ciclista baje la guardia porque de manera inconsciente se siente más protegido». López afirma que la mayoría de accidentes que conoce, entre ellos los dos últimos mortales ocurridos en Valencia, se han dado «en las intersecciones del carril bici con la calzada y, especialmente, en cruces donde hay un semáforo en ámbar que da paso a vehículos que giran a la derecha para tomar otra calle».
Es ahí cuando surge una de las primeras peticiones de la asociación para la ordenanza, que finalmente no ha sido recogida. «Esos semáforos deben estar en rojo para los vehículos y verde para peatones y ciclistas, además de señalizar los cruces con el carril bici unos metros antes, con marcas en la calzada y señales verticales».
El Ayuntamiento ha impulsado en los últimos años una política de expansión del carril bici. Los últimos proyectos pendientes de acometer suman seis kilómetros con itinerarios como la conexión entre los barrios del Marítimo y la playa de El Saler, además de otro por la parte norte de la avenida Blasco Ibáñez y un tercero que va desde Benicalap hasta el campus de la Universitat de València en Burjassot. Los planes de ayudas estatales también han dedicado inversiones cuantiosas a estas rutas.
Por el contrario, los ciclistas prefieren ir por la calzada. «Circular en bici por Valencia no es más arriesgado que hacerlo en otros medios de transporte. La circulación en calzada, lejos de lo que la gente cree, no entraña más riesgos de los que pueda correr un motorista por ser su cuerpo la carrocería». El representante de Valencia en Bici prosigue diciendo que a diferencia «de lo que suele ocurrir en carretera, donde el ciclista pasa desapercibido, son raros los accidentes por alcance por detrás».
¿Por dónde viene entonces el peligro? Nuevamente desde los coches estacionados, como ocurre en el carril bici. «Puertas de coches aparcados que se abren, incoporación a la calle por donde circula el ciclista de otros vehículos, cruces, adelantamientos sin guardar la distancia y el cierre de la trayectoria por los que quieren girar».
La solución es sencilla, aunque necesita de toda una cultura en educación vial. «Para circular seguro al ciclista sólo le basta con colocarse en el centro del carril y hacerse visible, tomar posesión de su espacio. De esta manera obliga a ser adelantado por el carril contiguo y no por el mismo, evitar el peligro de la apertura de puertas y evita que se le cierre el paso en los giros».
En este punto es cuando surge otra propuesta que no ha sido aceptada por el Ayuntamiento para la nueva ordenanza. «Sería interesante que se hubiera autorizado a ir en paralelo de a dos dentro de un carril de circulación para así reforzar la seguridad de los ciclistas, al ocupar todo el espacio». La normativa también recoge la prohibición de la Ley de Seguridad Vial de circular por las aceras. Sobre esta cuestión, la asociación lo tiene muy claro. «¿De qué sirve un ciclista en la acera? ¿Para crear molestias e incluso accidentar a los peatones? ¿Para seguir dando carta blanca al automóvil en la ciudad? Un ciclista por la acera es la antiimagen del ciclista urbano solidario y responsable».
Por todo esto, se considera necesaria una «pacificación del tráfico, no sólo por los ciclistas sino por todos los ciudadanos. Hasta ahora, la ciudad está al servicio del tráfico y no al revés como sería lo lógico. Se debe dar un cambio radical a las políticas de movilidad. ¿Qué es más importante, la fluidez del tráfico o la vida de los ciudadanos?».
La velocidad media en la ciudad «no pasa de los 20 kilómetros por hora aunque se dan picos entre los semáforos que suelen superar los 50 por hora y muchas veces rondan los 100 kilómetros por hora. Eso apenas contribuye a recortar los tiempos de desplazamientos pero sí contribuyen a aumentar el riesgo de accidentes. Hay que hacer la conducción más segura con las calles 30, las ciclocalles y los itinerarios peatonales».
Sobre la obligación de llevar prendas reflectantes, acusan al Ayuntamiento y a la Dirección General de Tráfico de «dar una imagen pésima del ciclista. Es la imagen de una persona acorazada, blindados para protegerse del peligro que suponen los vehículos a motor, a los que no se puede controlar. Hay que llevar casco, reflectante y tal vez armadura, si no fuera por lo grotesco que sería esto último».
En opinión de esta asociación, la bicicleta «no vende bien entre la ciudadanía, no sólo porque no mola ir disfrazado de robot, sino porque se da la imagen de que esto de ser ciclista es peligrosísimo».
López citó como ejemplo la ciudad italiana de Ferrara, donde se puede encontrar «conviviendo a velocidad normal, en las áreas peatonales o entre el tráfico, a padres llevando a sus hijos en la bicicleta, dueños de su propia autonomía, la que les da un artilugio tan simple con dos ruedas y unos pedales. Qué lejos estamos de esos lugares donde apenas hay muertos entre el colectivo ciclista a pesar de que no llevan cascos ni chalecos».
En el caso de Valencia, el Ayuntamiento no ha incluido en la ordenanza la obligación de llevar casco, lo que sí se aplica en las vías interurbanas. Para las prendas reflectantes, el concejal de Tráfico, Alfonso Novo, habló de brazaletes, alguna pieza en la espalda o en un pierna, cualquier objeto homologado por el Ministerio del Interior. Tras su paso por el pleno, la ordenanza se publicará en el Boletín Oficial de la Provincia y entrará en vigor, con todas las actualizaciones pedidas por la última directiva europea.
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