El IVAM muestra a extraños en 'pop art'

Sin ir más lejos, usted. Sí, el lector podría ser uno de los extraños cuya esencia ha captado Julian Opie (Londres, 1958) en singulares lienzos. Sus primeros retratos, explicó ayer el artista británico, tomaban el rostro de los símbolos femenino y masculino de los aseos. Luego comenzó a fijarse en sus vecinos, familiares, amigos y ahora cualquier rostro es susceptible de convertirse en una obra de 'pop-art' a los ojos de Opie. El autor no es amigo de poner nombre a sus exposición, aunque aclaró que si esta muestra debiera tener algún lema sería extraños. Y, a continuación, aseguró que él conocía a muchos de los retratados.

El creador londinense entró ayer con buen paso en el IVAM. No lo hizo sólo: vino acompañado de su esposa e hijo de corta edad y de 35 retratos de figuras humanas. En esta pinacoteca ha instalado, hasta el 18 de julio, «la coreografía del mundo», según sus palabras. Así, Opie, considerado un destacado representante del retrato moderno, capta el movimiento de las personas, que bailan, caminan, parpadean, se desperezan, se enervan...

En sus obras, que son pinturas, paneles de LED, instalaciones de vídeo o lienzos en cristal líquido, se pueden ver retratos de carácter realista (e incluso identificados con nombre y apellidos) junto a series más recientes en las que se debilita la identidad.

Para el artista, su misión consiste en «acercar una cámara a la persona, si está lejos no se pueden ver los detalles como los dedos de los pies, pero conforme se va acercando sí se aprecian».

«Sus retratos reflejan la sociedad actual, ya que las personas, con su singularidad, se encierran cada vez más detrás de sus circunstancias personales», reflexionó la directora del IVAM, Consuelo Císcar.

En esta exposición, el espectador pondrá «los sentidos y los sentimientos en activo», avanzó la responsable del museo.

Cocinero del arte

Opie quiere desenmascarar a los «transeúntes» porque «el DNI no habla de la persona», aseguró. Él busca captar «la vida doméstica», que no está exenta de duplicidades (vacaciones y trabajo). El creados sostuvo que «no inventa nada». «Voy cogiendo ingredientes desde el arte romano hasta las señales de carreta o los signos de un aeropuerto, los mezclo para intentar hacer una buena comida. Soy como un cocinero», explicó.

La directora del IVAM tiene otra opinión. Consuelo Ciscar subrayó que el arte de Julian Opie es «eminentemente un arte ciudadano» que «inmortaliza a las personas gracias a estandarizar los patrones de una sociedad occidental centrada en valores uniformes y globales».

Una de las esculturas del artista británico, que ha expuesto en la Tate Modern de Londres y ha creado instalaciones para los concierto de U2, está instalada en la' explanada de acceso al museo. La última vez que se ubicó en la misma zona una obra de arte resultó muy mal parada: la pieza del mallorquín Bernadí Roig acabó destrozada a cargo de un estudiante de Bellas Artes. No tiene por qué pasar lo mismo con la escultura de Opie.

Una de las obras más impactantes del londinense se aprecia sin necesidad de entrar en la pinacoteca: en las cristaleras de la fachada se han sobreimpresionado siluetas humanas de gran tamaño realizadas en vinilo.

La piezas de Julian Opie son el reflejo del optimismo de su autor, quien detalló que él no se considera un representante del 'pop art', un movimiento artístico de los años 50 y 60, porque «es demasiado joven». El artista no sólo es optimista sino que el arte es el medio transmisor de su visión positiva. «En el mero hecho de considerar el arte como comunicación hay un optimismo intrínseco porque si creyéramos que lo único que existe es la muerte, matarnos los unos a los otros, qué sentido tendría preocuparse por comunicarnos a través de las obras de arte», afirmó.

Opie ha llevado su mensaje positivo a casi todo el mundo: Austria, Estados Unidos, Inglaterra, Alemania... Y ahora Valencia.