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Salida improvisada en la calle Agustín Lara. :: IRENE MARSILLA
Orriols y su muro de la vergüenza
Valencia

Orriols y su muro de la vergüenza

Los residentes quieren conocer el proyecto de reparcelación del campo del Levante UD y piden un centro de salud y nuevos jardines El Guardabarrios Los vecinos exigen la apertura de la calle Agustín Lara

LOLA SORIANO dsoriano@lasprovincias.es

Lunes, 14 de junio 2010, 10:27

La historia de Orriols está ligada a la huerta y a San Miguel de los Reyes, sede de la Biblioteca Valenciana. «Hasta la desamortización de Mendizábal muchos de estos terrenos pertenecían al monasterio. La última comunidad que hubo fue la de los jerónimos. Las casas donde vivían los labradores eran arrendamientos», explica Toni Terrones, miembro de la asociación de vecinos Orriols-Rascanya.

De eso ya hace muchos años y la mayoría de esos terrenos conforman ahora un barrio consolidado que conserva un corazón de casas protegidas junto a la ermita de San Jerónimo.

Los vecinos argumentan que el barrio ha crecido de forma espectacular en los últimos años, puesto que ya hay cerca de 50.000 residentes y que los servicios no han crecido al mismo ritmo. «El instituto de Orriols está pendiente de ampliación. Un año después de inaugurarlo, y de eso hace quince, ya instalaron barracones porque habían construido el centro con un proyecto de obras que retomaron y que se había quedado desfasado. El suelo lo cedió hace tiempo el Ayuntamiento a la Generalitat, con lo cual no pueden alegar que tienen que expropiar suelo», según indica Maica Barceiro, presidenta vecinal.

Un tema pendiente de solución desde hace muchos años es el muro o tapón de la calle Agustín Lara. «Los vecinos optaron por abrir un boquete en una esquina para poder llegar a la otra parte de la calle, y está realmente ajustado para pasar por allí, tienes que hacerlo de lado. Está pendiente la expropiación de una propiedad para abrir la calle y comunicar con la avenida de la Constitución. Pasar por la noche da pánico. Es el agujero de la vergüenza», según la entidad vecinal. En este punto estaba previsto hacer un Plan de Actuación Integrada (PAI), pero por problemas con la volumetría, el proyecto no ha salido adelante. Y lo mismo ocurre en la antigua fábrica de cartonajes Mora. «Hace más de 20 años que se trasladó y está pendiente hacer un jardín, pero está lleno de escombros y ratas», según Barceiro.

Otro de los problemas que se había enquistado, pero que parece que ahora va a tener solución, es el del futuro centro de salud. «La empresa adjudicataria de la obra quebró y ha estado año y medio parada. Esta misma semana hemos vuelto a ver trabajadores de otra empresa. Si hace falta ayudamos para que avance la cosa. A ver si tenemos suerte porque los vecinos tenemos que ir a consultorios en la planta baja de Arquitecto Tolsá, Salvador Allende o calle Bilbao», comenta Barceiro.

Sobre las últimas noticias de la reparcelación del campo del Levante UD, los vecinos aseguran que tienen que estudiar el tema. «Pediremos una reunión con el Ayuntamiento para que nos faciliten información. Lo único que podemos decir por el momento es que cuando se proyectó el PAI de Orriols, se computó el estadio como equipamiento público, dotación deportiva y zona verde. Ahora, si venden el suelo, queremos ver qué pasa».

Jardines

Entre los logros conseguidos, los residentes de Orriols destacan que el parque y polideportivo municipal han dado gran vida al barrio. «Muchas personas van a hacer deporte. Este año, además, hemos conseguido que vallen las canchas exteriores para que no entren unos gamberros que incluso querían cobrar a los niños por usar las pistas. Finalmente, personal del polideportivo controla el acceso».

Para los vecinos, un tema pendiente es la construcción de nuevos jardines. «Algunos solares donde hace años nos dijeron que estaban proyectados parkings subterráneos y jardines están pendientes y los propios vecinos hemos plantado árboles, como en la calle Montilla del Palancar o Hermanos Bécquer», explican.

Entre los edificios rehabilitados, destacan las alquerías de la calle Santiago Ruiseñol. «En una está la Universidad Popular y en otra, un centro juvenil, pero en este último pensamos que no se saca todo el rendimiento que debiera».

Desde el punto de vista social, detallan que la crisis ha hecho mella «y muchos de los inmigrantes que se habían asentado en el barrio, se han ido. También muchos comercios han cerrado. Hay que reactivar las ayudas».

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