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E. BARDISA
Jueves, 24 de junio 2010, 02:41
Ocho+ocho+ocho. La fórmula para tener un día equilibrado, según los especialistas, es dividir sus veinticuatro horas en tres tramos: ocho para estudiar o trabajar, otras ocho para el ocio y otras tantas para el sueño. Los adultos, las más de las veces, vivimos en completo desequilibrio, robando horas al sueño y al ocio para entregarlas a los insaciables «dioses» del trabajo. Pero ¿qué hay de nuestros niños? Al año, los menores dedican una media de 985 horas a ver la televisión, veinticinco más que las 960 que emplean para estudiar e ir a clase, según un estudio hecho público ayer sobre los hábitos de juego infantiles de la empresa de juguetes educativos Giro.
El informe revela que los hábitos de ocio en los menores han cambiado «y son un factor decisivo en el progresivo avance del sedentarismo entre los menores de 12 años». Es decir, que los pequeños ya no juegan tanto en la calle como antes porque tienen muchas más opciones de entretenimiento. «Si sumamos el tiempo que pasan navegando por internet o con los videojuegos, no les queda tiempo para jugar como antes». De hecho, dedican 620 horas anuales al ordenador o 547 a juegos de la videoconsola, «y, entre otras consecuencias negativas, les lleva a sufrir problemas de socialización y de sobrepeso», señala el estudio.
En la misma reivindicación de dedicar más tiempo al juego insiste el informe «Niños 2010: Juegos, valores y estilos de vida», realizado por la fundación Crecer. "En la vida del niño, la principal función es el juego: a través de él aprende a vivir y ensaya la forma de actuar en el mundo. Mediante el juego los niños desarrollan el equilibrio, controlan y coordinan sentidos y miembros, exploran el mundo material, resuelven sus problemas emocionales y empiezan a controlar sus incipientes sentimientos", señala la catedrática de Antropología de la Educación de la Universitat de València, Petra M.ª Pérez, co-autora del estudio.
Según los datos de una encuesta realizada por la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes (AEFJ), sólo un 0,9% de los niños recibirá un juguete en los meses de junio y julio. «Esto demuestra la necesidad de desestacionalizar el sector del juego y del juguete, pues precisamente en esos meses es cuando más tiempo libre tienen los niños para jugar».
Otro dato relevante es que la media de juguetes comprados al año apenas supera los ocho.
Electrónicos y juveniles
Además, según estudios realizados en la Unión Europea, los menores tan sólo dedican 70 minutos de media al día para el juego -unas 425 horas anuales-. «Un dato alarmante ya que según los padres encuestados en su niñez se dedicaba mucho más tiempo a la actividad lúdica».
Los progenitores señalaban también su deseo de compartir mucho más tiempo con sus hijos para disfrutar de todo lo que el juego aporta en la unidad familiar. Según esta misma encuesta, son los hombres quienes destinan mayor cantidad a la compra de juguetes -114,12 euros-.
Los más demandados son los electrónicos y juveniles con un 18, 2% en la intención de compra. En una segunda posición se sitúan los juguetes educativo/musicales con un 15,2%, y, en último lugar, los de figuras y accesorios con un 12,2%.
«La sociedad debe recuperar y reconocer la importancia del juego y del juguete y cada niño debe disfrutar del que sea adecuado a su estilo de vida y aprender a compartirlo, algo que en la actualidad parece haber quedado relegado a un segundo plano», insiste Pérez.
Los horarios escolares sobrecargados, el riesgo que supone jugar en la calle y la casi omnipresencia de los medios de comunicación, entre otros, hacen que el juego no se desarrolle normalmente «provocando grandes carencias entre los más pequeños».
Para motivarles a jugar más tiempo al aire libre, la psicóloga Elena Merayo, destaca cinco claves.
La primera va dirigida a los adultos e insiste en la necesidad de acompañarles «porque ayuda a que ellos lo vean como algo importante y beneficioso y les hace sentirse seguros y disfrutar plenamente del juego».
Además recomienda motivarles con juguetes que se puedan utilizar tanto dentro como fuera de casa y que exijan movimiento, «porque de otro modo relacionan sacar los juguetes de exterior con las vacaciones y el tiempo libre».
La especialista recomienda también convertir en «favoritos» los juegos de exterior porque les hace tener una imagen positiva del ambiente, además de divertirles. «Trasladar actividades tan sencillas como el escondite a un espacio abierto no sólo les aporta los beneficios que de por sí tiene el juego, sino que además añade un conocimiento del entorno que es fundamental para su desarrollo», sostiene.
Con más niños
Llevarles a sitios donde haya más niños con los que jugar. «Éste es el gran incentivo para la socialización», destaca. En verano ya no ven a sus compañeros todos los días y la forma de hacer nuevos amigos es acudir a puntos de encuentro como piscinas comunitarias o parques. Además al interactuar con otros niños se refuerza lo divertido que es jugar en el exterior.
Por último, buscar nuevos entornos. La novedad siempre es un elemento atrayente para los niños y asegura que superarán pequeños retos cada día. «Además motiva su curiosidad y favorece su capacidad de adaptación a entornos cambiantes. Aprenden a superar barreras y con ello a mejorar su autoestima», destaca.
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