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FERNANDO MIÑANA |
Martes, 29 de junio 2010, 22:53
Valencia se ha convertido en el oculista de la Europa espacial. Los ojos del Viejo Continente que vigilan el mundo desde el cielo serán cuidados a partir de ahora en el laboratorio que se ha trasladado de Holanda a España en sólo dos meses. El centro, especializado en radiofrecuencia (RF), fue inaugurado ayer y dentro de una semana ya funcionará a pleno rendimiento.
Los ojos verdes del Envisat permitieron que el mundo entero viera la descomunal nube de polvo que exaló el volcán Eylafjalla o la penosa mancha de fuel que mana de la plataforma de BP al lado de la costa estadounidense. Ahora el cuidado del Envisat, un satélite que cuesta 2.300 millones de euros y que fue el fruto de 15 años de trabajo, depende de Valencia, del Laboratorio Europeo de Alta Potencia en Radiofrecuencia de la Agencia Espacial Europea.
En el cubo verde, uno de los edficios que la Universidad Politécnica tiene en la avenida de los Naranjos, se han reservado 375 metros cuadrados para alojar el material -cinco millones de euros en varias toneladas de tecnología punta- que viajó en tres camiones desde la playera Noordwijk (Holanda) hasta Valencia, donde dentro de una semana estará totalmente operativo.
La primera misión del laboratorio será probar la intermodulación de la capa que cubrirá el Alphasat. El objetivo es que no provoque interferencias, un problema que ha surgido en los nuevos satélites, ya sean de telecomunicaciones, de navegación o de radar, miles de veces más potentes que los antiguos, ajenos a la RF.
Este laboratorio representa la felicidad para Vicente Boria y Benito Gimeno, catedráticos de la UPV y de la Universitat de València, dos pioneros en este ámbito que hace años, cuando se adentraron en la ESA, no pudieron imaginar ni en sus mejores sueños que un día trabajarían en un centro de estas características en su tierra. Boria y Gimeno son el presidente y el vicepresidente del Val Space Consorcity (VSC), que gestionará el laboratorio, dirigido, antes y ahora, por David Raboso, junto a la Agencia Espacial Europea (ESA).
Valencia pasa a formar parte de la exclusiva red de laboratorios externos especializados de la ESA junto al Spasolab, en España; el Millilab, en Finlandia; el Laboratorio Europeo de Tribología Espacial, en el Reino Unido, y el Laboratorio de Apoyo a la Teconología Microelectrónica, en Irlanda.
Francisco Camps aseguró ayer que se empeñó en inaugurar el laboratorio justo en esta fecha, un día después del Gran Premio de Fórmula 1 que puso en órbita la imagen de la ciudad en el mundo. Lo primero que habló el presidente de la Generalitat con Michel Courtois cuando se encontró ayer por la mañana con el director de gestión técnica y de calidad de la ESA fue sobre la F-1. Bueno, en realidad fue lo segundo; lo primero que hizo fue señalarle el luminoso sol que ayer bañó la ciudad.
Al lado de Camps y el representante de ESA-ESTEC (Centro Europeo de Investigación y Tecnología Espacial) estaba la alcaldesa, que recordó haber sido la primera de España en crear una concejalía de Innovación y que subrayó la juventud de los técnicos valencianos que trabajarán en el laboratorio que ayer recibió su bautismo, un laboratorio que contó con varios pretendientes antes de que la ESA se decidiera por Valencia. Courtois escondió la información y sólo deslizó que triunfó una oferta «muy buena y entusiasta». En marzo rubricaron el traslado del centro y en sólo dos meses ya está en Valencia con siete personas a tiempo completo. Su prioridad será la ESA, pero también se podrá realizar un número limitado de ensayos para la industria.
Camps cree que esto será «el embrión de proyectos futuros» y por ello habló de este día, el de la resaca del Gran Premio, otro escaparate tecnológico, como de un «punto de arranque». Las autoridades hablaron de la creación de 800 puestos de trabajo «de alta cualificación», una cifra que los dirigentes de VSC consideran «demasiado optimista».
El catedrático en Física Benito Gimeno, feliz, junto a su colega Vicente Boria, como un niño con zapatos nuevos, anunció que después de verano se pondrá en marcha un segundo laboratorio, más humilde, para realizar «actividades complementarias».
La mayoría del personal se ha formado en Valencia, aunque también provienen de la Universidad de Perugia (italia). Uno de los atractivos del nuevo emplazamiento es que tendrá las puertas abiertas a los investigadores y además ofertará unas becas para ingenieros en comunicaciones de satélites. Esto es algo que interesa a todo el mundo y la ESA vio con muy buenos ojos que este proyecto contara con el respaldo, conjunto y unánime, de las dos grandes universidades de Valencia.
El mantenimiento del material cedido por ESTEC será compartido por la ESA y el VSC, que cuenta con un presupuesto de 15 millones de euros para el próximo quinquenio, los cinco primeros años en los que Valencia tendrá una ventana para cuidar a los centinelas del espacio.
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