Cuba: Arte y talento

Son el producto de su «insularidad», y de unos años de juventud en los que le gustaba bucear, y desde niño sentía atracción por el mar. El pintor cubano Pierre Bernet mantiene en estos momentos dos frentes pictóricos bien diferentes. Por un lado, muestra hasta el día 9 de julio, día de la fiesta de clausura, los 'Misterios' y reinterpretaciones de su isla en el Restaurante El Parador de Santa Bárbara y, por otro, su particular y moderna visión del mundo taurino, por segundo año consecutivo, en el Museo de la Plaza de Toros, donde le han pedido que la mantenga una semana más. Alicante ya es uno de sus objetivos a la hora de viajar, algo que hace durante todo el año, exponiendo en España, Cuba, México, Argentina, Canadá, París...

En 'Misterios', el artista explica que el origen le llevó incluso a querer ser marino, «algo que ahora me alegro de no haberlo sido», y ese mar que le ha acompañado y al que se acerca «en mis mejores momentos, buscando espacios para pensar, para desconcentrarme, como ocurre con mi poesía».

Hoy en día ya no baja al fondo, pero se empapa de todos los programas en televisión que documentan corales, barreras y fondos . «Es un mundo muy llamativo, cuando lo pinto me desboco, me fluye el sentimiento, me invento el mar, su paisaje». Setrata de «acercarlo a través de mis ideas, experiencias guardadas y ahora recreadas».

Pierre Bernet tiene claro que no le gusta un mar realista. «Para eso está la fotografía». Él plasma lo que guarda en la memoria, y en algunos casos, «los cuadros afloran solos, de mi inspiración, de lo que fue entrando, para creerlo a mi manera, pero sin que dejen de ser fondos marinos».

A Pierre Bernet le interesa también la figura femenina, «como parte de esos fondos, sirenas vistas como mujeres de carne y hueso, no mitológicas, y en muchos casos, voluptuosas, tratando de buscar las mejores nalgas, con muchos senos, por eso trabajo el tema de la mujer, pero no como sexo sino como voluptuosidad», argumenta.

El artista comenzó estas series de fondos marinos en el año 98 y lleva ya doce años trabajando. «Yo empecé con el arte óptico en los años 70, en la línea de Vasarelly y Le Parc, aunque ahora sigo trabajando en otros temas, no se me ocurriría hacerlo de otra manera, y siempre en función de la utilización del color, por eso hacía arte óptico para paisajes urbanos, edificaciones urbanas coloniales nada conocidas, en ciudades diferentes, conformando una nueva calle, lo que me lleva a imaginarme otro paisaje».

Pierre Bernat asegura que el arte geométrico suyo siempre tiene una referencia, Cuba. «Tiene el colorido de la isla, su sol, por eso utilizo colores primarios, cálidos». Tambien asegura que el arte en su tierra «es muy saludable, hay muchas escuelas de arte, aunque la plástica comenzó después que los músicos». Afirma que la plástica cubana «goza de mucho prestigio, desde el nivel elemental o superior cada provincia, cada municipio, los 164 de la isla, y las 14 provincias tienen escuelas de arte, vocacionales y todo de manera gratuíta, porque prima la vocación y el talento».

Sin embargo reconoce que a veces «tenemos necesidades, pero la gente lo inventa, porque la imaginación hace que esa necesidad no influya en las posibilidades del artista y tenga todos los soportes posibles».

En Cuba «hay muchos artistas autodidactas, de magnífica factura, sobre todo naif, que hacen un trabajo muy interesante por la fábula, los mitos de la cultura popular, la mitología campesina en general».

De la mar a la arena

En el Museo Taurino, Pierre Bernat se ha convertido en el primer artista que plasma allí el mundo del toro sin banderillas, sin toreros, ni caballos. El protagonista es el toro, en solitario y en grupos, en embestida o defensa, en combate cuerpo a cuerpo, y ante todo de una forma contemporánea, alejado de la tradición que parece obligar a dibujar de la misma forma al toro y al torero de forma decimonónica.

Bernet vino a Alicante por primera vez el pasado año y ya le han pedido que vuelva el que viene. Además de los países en los que ha expuesto tiene obras repartidas en muchas colecciones en países «en los que nisiquiera he estado».

Por otra parte, y ante la situación del mercado artístico, reconoce que en este campo, «como en cualquier otro, lo importante es la marca, no el valor en sí, el nombre, que tenga reconocimiento, y en algunos casos se trata de obra efímera, de la que no quedará nada». También plantea que el arte es «una casa de sorpresas, en función de las circunstancias, y hay que tener en cuenta el famoso fatalismo histórico, geográfico». El problema para él es que «mientras se vea como mercado y no como una expresión de sensibilidad humana tendremos inconsecuencias, porque a los tecnicismos debe acompañar sensibilidad y mensaje».