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El prestigioso pintor valencianoJuan Ripollés :: IRENE MARSILLA
«Yo no soy intelectual ni culto; sólo voluntarioso y con poco conocimiento. Y por lo tanto tengo una gran libertad, porque el conocimiento desarrolla el miedo»
PALABRAS MAYORES

«Yo no soy intelectual ni culto; sólo voluntarioso y con poco conocimiento. Y por lo tanto tengo una gran libertad, porque el conocimiento desarrolla el miedo»

Juan Ripollés pintor

PEDRO ORTIZ

Domingo, 11 de julio 2010, 14:58

Hablar con Juan Ripollés, uno de los pintores valencianos más reconocidos internacionalmente, tiene trampa. Porque aunque a uno le gustaría hablar de pintura, de técnicas, de arte, se deja llevar por el castellonense universal y acaba hablando de la vida. De su vida, de su filosofía; de su vestimenta estrafalaria, de su alejamiento de la civilización. ¿De su interpretación?

-Me siento bien dentro de mi piel, sin interpretar ninguna filosofía. No tengo más deseos que el gallo: cantar, que en mi caso es decir las cosas como puedo: con la pintura, la escultura, el grabado.

-Usted lo ha pasado mal.

-Lo he pasado mucho mejor de lo que la gente se cree. Porque he vivido y vivo de ilusión. Mi vivir es un vivir de niños y el día que yo sienta que pierda eso, habré perdido todo. Cuando era pequeñito pintaba, dibujaba, hacia monigotes de barro; como todos los niños. Pero se van haciendo adultos, desarrollan el conocimiento y cada vez pintan menos, cada vez hacen menos muñequitos. Yo he sido lo contrario.

-¿De adultoactúa como niño porque de niño actuó como adulto?

-El shock lo tuve cuando me enteré de que había dos pintores. Yo creía que pintor no había más que uno: el que pintaba, fuera de modo industrial fuera de modo artístico. Y yo era pintor y quería ser pintor. Cuando mi madre me dijo: ya tienes edad de trabajar, yo tenía 11 años. Pues quiero ser pintor.

-A los 11 años.

-A los once entré a trabajar de oficio, pero la vida me la he ganado desde los 6 años. Recogía las boñigas en las calles de Castellón. También recogía papeles, vidrio, hierro. Ganaba yo a los seis añosmás que mi madre, que era limpiadora.

-O sea, que sí que ha padecido.

-Padecer es cuando sientes que necesitas algo que no tienes o cuando deseas tener algo que te falta. Amí no me ha pasado eso nunca. Yo soy un emigrante cultural del año 54, pero no un emigrante económico.

-Es cierto, se fue a Francia.

-No a Francia, a París. París es París. Y me voy a París por necesidad de darle de comer al cerebro, que el estómago ya comía.

-¿Le ha faltado alguna vez al estómago?

-Muchas, pero por mala administración. Porque si tenía un dinerito, entre el pan y el tubo de color elegía el tubo de color. Con una inconsciencia total.

-En París, pero de pintor. industrial.

-Es que ese es mi oficio. Lo de pintor plástico es una afición. Lo de profesión es una mentira que han montado ahora las universidades. Miguel Ángel, Goya, Velázquez eran autodidactas. Después vino el invento, la mentira de las escuelas. Inventarán la mentira de hacer poetas.

-Seguimos en París.

-Los primeros cinco años, hasta los 26, pintaba paredes por el día y cuadros por la noche. Y nunca vendí nada hasta que encontré a Drouand David. Y no lo buscaba. Me sorprende mucho cuando creen que yo hago las cosas con conocimiento de causa. O que persigo llegar a algún fin. Jamás.Todo lo he hecho por casualidad.

-Me hablaba del galerista Drouand David.

-Espere. Yo era vegetarianopara no perder tiempo: para no guisar, para no fregar.. En lugar de comer, cogía unos cacahuetes y me iba a ver exposiciones. Y estaba en una y sale el señor David y me dice: oiga usted es artista, ¿verdad? Si, tengo mucha afición, pero soy pintor, no artista. Y me dice: me gustaría ver obra suya.Al día siguiente le llevé 14 cuadros. Se quedó reflexionando y me dice: mira vas a ir a este lugar... Yo pensé: claro, me manda a otra galería menos importante.

-¿Y era así?

-Al día siguiente llevé los mismos cuadros a la galería nueva. Me hicieron esperar. Y empecé a ver allí a PicassoChagall, Braque. Y yo, chico de barrio, creí que querían reírse de mí. Y me fui.

-¿Y se fue?

-Y pasó un año. Hasta que un vecino vio mi obra: ¿Y tú pintando como pintas estás trabajando? ¿Y qué quieres que haga? Pues vender.¿Y cómo se vende? Pues coge la obra y ve a todas las galerías. Y volví a Drouand David.

-¿Aún no había vendido nunca ningún cuadro?

-Nunca. Vivía de la brocha gorda. Y cuando David me vio por segunda vez me dijo: a partir de ahora vas a tener un estudio, material gratis y un sueldo fijo mensual de 60.000 francos más 1.000 francos por cada cuadro, sea grande o pequeño. Yo cobraba 48.000. Me vas a firmar un contrato de diez años. Y yo le contesté: ah no, un contrato no firmo. Mi madre, que al igual que mi padreno sabía leer ni escribir siempre me había dicho: paper, no le firmes mai cap. Y claro pues.

-Menudo cambio.

-De la noche a la mañana. Y el tiempo libre fue un drama: al principio pintaba, pintaba, pintaba. O leía. Pintar, leer, leer, pintar. Y se me quitaron las ganas.

-¿Por qué regresa después a Castellón?

-Porque mis hijos llegan a una edad en la que tienen que ir al colegio y he de darles una cultura a través de una lengua. Tienen que decir padre y madre en un idioma y, después de nueve años en París, elegí que fuera el español.

-O el valenciano.

-No, el valenciano. Soy antinacionalista, porque todos los nacionalismos traen desgracias. Volví a Castellón porque aquí tenía a la familia. Si cuento anécdotas de mi madre.

-Cuente, cuente.

-Me tiraba los cuadros, porque no quería trastos. Decía de mí: mi Juanito es muy trabajador y muy buen chico, pero tiene esa manía de pintar... Cuando muere mi padre vine de París y vi la casa desolada. A mí me gusta mucho la cerámica y la dejaba en casa. Y mis obras. Pero la casa estaba vacía. Hijo, ¿no comprendes que iba a venir mucha gente a casa y la casa tenía que estar decente? Qué ternura y qué crueldad: había escondido mis cerámicas y mis cuadros por vergüenza.

-Pero ella sabía que usted vivía de la `pintura.

-Y le daba dinero. Y me preguntaba: ¿de dónde lo sacas? De pintar, madre. Calla, calla, de pintar esos mamarrachos. Cuando me creyó pasé a ser un fillmoltsabut.

-Sigamos hablando de dinero. Usted pasó una temporada en el campo sin luz ni agua.

-Estuve diez años con agua de aljibe y luz de carburo.Cuando uno se siente sudado y pegajoso agradece mucho la ducha. Yo necesitaba limpiarme el residuo que había recibido de lavida burguesa, porque pasé de ser mendigo a ser señor.Y dije: renuncio a los bienes.

-¿Y su familia?

-Mis hijos y mi familia quedaron en Castellón viviendo muy bien. Y yo también, ¿eh? Pero yo vivía con la naturaleza. No lo recomiendo, pero a mí me sirvió. Una vez vino a verme Antonio Baró, que era presidente del Español y me compraba cuadros. Y quiso comer. Lo llevé a un restaurante muy natural: una higuera. Come, le dije. No se lo creía.

-¿Volvió usted a ser vegetariano?

-Me gusta comer y beber bien, pero soy muy austero. La vida es como la cocina: hay quien tiene ganas para cocinar y hay quien no tiene. Y hay que tener ganas para cocinar la vida de cada cual. Yo soy un buen cocinero de mi vida.Yo solo hago una comida al día. Dicen que es malo, pero aquí estoy. Y no voy al gimnasio ni leches.

-Pero ahora debe ser usted millonario. Y hablo de dinero.

-Mi fortuna personal es ésta: los seis o siete euros que llevo en el bolsillo. A mis 77 años.Muevo dinero pero lo reparto todo, todo.

-¿Y si necesita?

-Pues se los pido a Pili, que es con quien vivo hoy en día.

-No se preocupa, pero haberlo haylo.

-Pero no mío. Yo no tengo cuenta.

-Cuando vende un cuadro.o una escultura gigante

-Sí, millones de pesetas, pero no me quedo nada. Pago a mi equipo, a onegés y de lo que queda hago siempre cuatro partes y le doy tres a mi mujer, para que ella haga el reparto con los hijos, y una para Pili, que es la mujer con la que vivo ahora.Esto para ti y esto para ti. Me da alegría.

-Aún no hemos hablado de su pintura. Los críticos la definen como impresionismo figurativo.

-Eso son chorradas. Intelectuales. Todo me lo han enseñado los que han pintado antes que yo y los que están pintando hoy.

-¿Ha cambiado algún vez de estilo?

-He hecho una evolución sin perderme en el itinerario. Siempre se me encuentra y nunca dices: ¿y esto de quién es? Los intelectuales y los cultos son los que se hacen la cirugía y practican cambios muy intelectuales, muy teóricos, pero falsos. Yo no soy intelectual ni culto; sólo voluntarioso y con poco conocimiento. Y por lo tanto tengo una gran libertad. El conocimiento desarrolla el miedo, y para la expresión lo peor que te pude pasar es tener miedo. Y si no soy libre totalmente, por lo menos rasco la libertad.

-Hablemos de su aspecto. Por ejemplo: siempre viste de blanco.

-Creen que soy un hombre calculador, de marketing. pero no es verdad. Mi indumentaria estrafalaria me viene desde pequeñito. Yo de pequeño me ponía un lacito en el pelo, o una falda de mi madre. Y salía a la calle sin darme cuenta. Me convertí en Juanito el Mariquita. En el barrio nadie sabía quién era Juanito, pero sí Juanito el Mariquita. Visto de blanco porque es neutro; es el único espacio que admite todos los colores y no le quita nada a ninguno.

-Y la ramita en la boca.

-Tengo dentera y aprieto los dientes hasta durmiendo. El dentista me recomendó un mondadientes, pero me daba vergüenza y lo cambié por una ramita de romero.

-El pañuelo en la cabeza.

-Soy calvo artificial, porque me lavaba el pelo con polvos de sosa cáustica. Y yo pinto al sol y si es posible en pelotas. Y el médico me dijoque el sol en la calva provoca cáncer. Me puse un sombrero de paja y me quedé todo moreno y la cabeza blanca. Le corté las alas. Ridículo. Y acudí al pañuelo de cuatro nudos, como los campesinos y los albañiles.

-¿Y los cuernecitos?

-Pillé una obsesión: quería que lo de delante fuese siempre delante y constantemente dudaba. Me creó dependencia. Y me liberé poniendo dos nudos y los cuernecitos.

-De colores.

-Azulescomo el Mediterráneo; verdes porque amo la naturaleza; blancos para las zonas de neutralidad, y rojos cuando estoy cabreado. Un atentado: rojos. Ahora estoy a punto de ponerme los rojos y no volvérmelos a quitar hasta que cambie el Gobierno.

-Y las gafas con el gancho en la oreja.

-Porque he perdido muchísimas. Así, ni tengo que buscarlas, ni sacar la cajita.

-Y florecitas en la barba.

-Un día en TVE esperaba con mis hijas en el jardín porque me entrevistaba Iñigo y las niñas me pusieron margaritas en la barba. De pronto me llamaron para el programa y ellos creyeron que formaba parte de mi estética. Qué alegría le voy a dar a mi hija cuando me vea las flores que me ha puesto, pensé. Y quedan bien. Cuando me doy cuenta digo: huy, hoy no me las he puesto.

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