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BLAS DE PEÑAS
Domingo, 8 de agosto 2010, 02:58
José Carlos Venegas tomó la alternativa en la plaza de toros de Alicante y logró el sueño al que aspiran todos los toreros el día de su doctorado: abrir la puerta grande. Lo hizo tras cortar una oreja a cada uno de sus dos enemigos y tras ver cómo el toro de su alternativa fue apuntillado en el ruedo al descordarse. Lidió, por lo tanto, el primer sobrero. Se le vió demasiado acelerado, evidenciando los defectos de los novilleros: estuvo muy encima del toro, no le dio la distancia justa, lo aturdió con tanto arrimón aunque no hay que restarle mérito a lo que hizo con la muleta. Sobre todo al torear con la mano derecha. La izquierda la utilizó poco.
El torero alicantino-jiennense recibió la alternativa de manos de Curro Díaz, con César Jiménez como testigo. Brindó su primer enemigo a sus padres, en una barrera del dos. Con la muleta en la mano fabricó una faena llena de emoción, encimista, quizá un poco embarullada. Se jugó el tipo y se libró de una cornada porque el toro no hizo por él cuando le cogió al inciar un derechazo. Se levantó enrabietado y esa actitud de valentía encendió los tendidos. Mató de estocada ladeada y recibió una oreja.
En su segundo, que brindó al público, estuvo mejor, más entonado, menos nervioso, con mejor medida de las distancias. Su faena tuvo calidad, temple en algunos momentos, aunque pecó de no querer saber nada con la izquierda pese a que el toro tenía recorrido por ese pitón. Media y descabello fueron suficientes para cortar otra oreja y salir a hombros por la puerta grande. Curro Díaz, en el único que mató, dejó ver la calidad de su toreo, tanto con el capote como con la muleta. Suyos fueron los mejores lances a la verónica y suyos, también, los mejores derechazos y naturales. Estaba a gusto pero el toro le había avisado en dos ocasiones por lo que la cogida fue inevitable. Se levantó conmocionado y después de un breve trasteo entró a matar con tan mala fortuna que se hirió en la cara con la cruceta de estoque. Después de saludar pasó a la enfermería donde fue operado de una herida, con dos trayectorias, en la cara interna del muslo derecho y del corte en el pómulo derecho. Su peón, Montolíu, que se había desmonterado tras colocar dos pares de banderillas, recibió la gran ovación del público.
Al madrileño César Jiménez le correspondió matar tres toros. En su primero estuvo francamente bien, en torero, manejando bien la muleta pese a la peligrosidad del toro, que buscaba por los dos pitones. Arriesgó lo indecible porque tenía fe en el triunfo y lo buscó con insistencia. Pinchazo y estocada tendida y fuerte petición de oreja.
En su segundo, quinto del festejo, se inventó la faena. El toro no tenía un pase porque pecó de poca fuerza y escaso trapío. Aún así, el madrileño realizó una faena de mucho mérito, jugándose el tipo en todo momento. Mató mal, de pinchazo, media y cinco descabellos, por lo que recibió dos avisos. Ligera ovación.
En el que cerró plaza porque se tuvo que correr el turno debido a la cogida de Curro Díaz, César Jiménez estuvo francamente bien con un toro que tenía su picante, como casi toda la corrida. Mensaba debido a su escasa fuerza y siempre estuvo a la defensiva. El torero madrileño lo entendió bien hasta el punto de realizarle la mejor faena de la tarde. Templado, sereno, sin perderle nunca la cara y llevando al toro a su terreno, la faena fue de menos a mas. Estuvo en torero, quizá un poco frío, pero es su forma de interpretar el toreo. Torea para él y los tendidos parece importarle poco. Al matar de estocada efectiva fue premiado con una oreja
En resumen, un primer festejo dela mni feria dela Patrona, la Virgen del Remedio, con triunfo y sangre y un canto a la libertad en la declaración de apoyo a la Fiesta que leída al principio del festejo.
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