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Comunitat

«La Ciudad de la Luz será la segunda Hollywood. Entras con una idea y sales con una película bajo el brazo»

Elsa Martínez Directora general de la Ciudad de la Luz

PEPE SOTO

Domingo, 15 de agosto 2010, 02:08

Iba para política y quedó atrapada en el mundo de la moda y la publicidad. Y de las pasarelas de la alta costura y sus aristas ahora la mayor parte de su vida transcurre a poco metros de distancia de platos cinematográficos. Elsa Martínez Portero (Madrid, 1967) es, desde hace un año, la directora general de la Ciudad de La Luz, los estudios de cine de Alicante auspiciados por la Generalitat que han acogido la producción de medio centenar de películas, con grandes cineastas como Francis Ford Coppola, Carlos Saura o Jean Jacques Annaud; estrellas como Gerard Depardieu, Alain Delon, Christopher Lee y Colin Farrell, entre muchas.

Elsa Martínez es una mujer comprometida. Desde muy joven cató la política de la mano de su padre, Arnaldo, y entre 1991 y 1995 fue edil del Partido Popular (PP) en el Ayuntamiento de Alicante. Aunque su primeras batallitas políticas las vivió en el PRD de Roca, primero, y más tarde en el CDS de Adolfo Suárez. Aunque milita en el PP, desde 1995 jamás ha desempeñado cargo alguno, «ni ganas», dice.

Licenciada en Geografía e Historia, manifiesta durante la entrevista sentirse muy cómoda en la Ciudad de la Luz. «Alicante será la segunda Hollywood, porque aquí entras con una idea y sales con una cinta debajo del brazo. Es una regla de tres: si en cinco años hemos hecho cincuenta películas, ¿qué haremos en 108 años?».

Mientras prepara dos producciones inmediatas, 'Imposible', de Juan Antonio Bayona, y la primera producción española en tres dimensiones, 'El Capitán Trueno' y 'El Santo Grial', de Antonio Hernández, Elsa Martínez Portero considera que la crisis económica no perjudica en exceso a la industria cinematográfica, porque, según comenta, «el cine es una ventana para soñar y de escape; o sea, que un espectador puede alcanzar la felicidad eterna por menos de diez euros».

De las antiguas subvenciones a fondo perdido de las administraciones públicas al sector audiovisual, como a tantos otros, se ha pasado al modelo de incentivos: «Las subvenciones a fondo perdido se otorgaban sin justificación real: se hacía la película y bastaba. Los incentivos forman parte de una valoración exacta sobre las aportaciones; es decir, que si yo incentivo digo qué, cuándo, dónde y por qué voy a incentivar. El productor corre con el riesgo del gasto y los incentivos se conceden más tarde. Las subvenciones se concedían a priori. Y aquello era un mal vicio no sólo para el cine».

Elsa Martínez es optimista con el futuro del cine español, y de su industria. Reconoce la labor del presidente de la Academia de Cine, Álex de la Iglesia, que ha logrado reunir de nuevo a la mayor parte de representantes del sector, después de años de división.

-¿Cómo va el cine?

-Goza de buena salud. Aunque, como en todos los sectores, la crisis económica dificulta la financiación de los proyectos. Y digo que el cine tiene una buena racha de salud porque en tiempos de crisis la gente asiste más a las salas; el cine es una ventana para soñar y de escape a un coste de seis euros y medio; o sea, que un espectador puede alcanzar la felicidad eterna por menos de diez euros. También los creadores trabajan mejor en tiempos difíciles, creo.

-¿Qué papel ocupa la Ciudad de la Luz en el negocio del cine?

-Que es el mayor estudio del mundo. Disponemos de las mejores instalaciones de Europa, con excelentes estudios y especialistas con talento para realizar las mejores producciones. La Ciudad de la Luz ofrece al cine grandes posibilidades a precios muy razonables. Al margen de ser un proyecto que vertebra la Comunitat, la ciudad de Alicante puede convertirse en la segunda Hollywood; ahora es un embrión; hoy no es Hollywood, que ya tiene 108 años de vida, pero estamos en el camino de conseguirlo tras cinco años de andadura. Es una regla de tres: si en cinco años hemos hecho cincuenta películas, ¿qué haremos en 108 años? Además del centro de estudios para formar a profesionales del sector audiovisual, que incluye una licenciatura.

-¿Les afecta la crisis económica?

-Por supuesto. Pero estamos sorteando esta dificultad con una dinámica de trabajo interesante, con la aportación de todo lo que los productores y directores necesitan para los rodajes, desde buenos figurantes a precios competitivos, a facilitar localizaciones que incurren en pocos gastos. Aquí llegas con una idea en la cabeza y sales con una cinta debajo del brazo. Podemos hacerlo todo.

-¿Cómo se otea la crisis económica que nos azota desde unos estudios cinematográficos?

-Se detecta por las personas que trabajan en los estudios. Percibimos la realidad. Aquí trabaja gente de vestuario que sabe cómo se encuentra el sector textil, también trabajamos con maquilladores, peluqueros, etcétera, que viven muy de cerca los problemas de los ciudadanos.

-¿Qué hace una mujer como usted en este tinglado de cine?

-Hago de todo. Parto de un pasado político como concejala en el Ayuntamiento de Alicante, del que me siento muy orgullosa, y la Generalitat necesitaba una persona que contribuyera al proyecto sus experiencia en el sector. Creo que soy una mezcla de ambas trayectorias, soy un poco complemento de ambas cosas y tengo capacidad de aguante. Cuando te has buscado la vida en la empresa privada, en la pública haces lo mismo.

-¿Quién la llamó para asumir la dirección?

-El vicepresidente del Consell, Gerardo Camps, pensó hace poco más de un año que yo podía ser la persona que buscaban para dirigir el proyecto. Y aquí estamos, fabricando películas.

-Los actores siempre son incómodos con los gobiernos, tal vez rotundos y extremados en sus manifestaciones. ¿Qué opina?

-Respeto que la gente se ponga la pegatina que le dé la gana y a que se identifique con lo que quiera, pero en el cine español no se aceptan de la misma forma unas posiciones ideológicas que otras. Lejos de ser una persona conservadora, soy más progresista o centrista; no por ello tengo que admitir que me molesta la radicalidad de los dos extremos. El cine español ha permitido mucha radicalidad de un lado y del otro no.

-¿Se refiere la izquierda y a momentos como en la campaña 'No a la guerra de Irak'?

-Sí. Entiendo que es por la historia: detrás de muchos años de dictadura, en los que el cine estuvo castigado por su concepto ideológico de la vida, se instaló la censura. Y eso es malo. Ahora hay que cambiar ese chip. Y que cada cual se ponga la pegatina que le venga bien.

-No obstante hay más actores identificados con la izquierda.

-Es normal que haya más actores de izquierdas, como más registradores de fincas en la derecha. El actor, por su trabajo y su forma de vida, es un perfil más progre entre comillas y tiene menos conservadurismo. De todas formas, no creo que ser de derechas sea una cosa mala; yo tengo cosas de derecha, aunque me considere una persona progresista. De hecho hay muchas personas que no se consideran ni de derechas ni de izquierdas: se sienten gente.

-¿Qué opina de la Academia de Cine?

-Ahora es genial. En estos momentos caben todos, porque es tolerante con tirios y troyanos. Me gusta que estén José Luis Garci, Pedro Almodóvar, Fernando Trueba. Todos juntos. El cine es un concepto de magia, de industria. Es un arte que da de comer a mucha gente. Álex de la Iglesia ha conseguido unir a todos en un magnífico trabajo como presidente de la Academia de Cine.

-¿Siguen las subvenciones al cine desde las Administraciones Públicas?

-No son subvenciones, ahora son incentivos. Hace muchos años se trataba de subvenciones y, poco después, aquella racha, en los años ochenta, tuvo culpa de muchas cosas que luego se ha demostrado que no eran buenas para el cine, en el caso. Ahora se incentivan las producciones?

-¿Qué diferencia hay?

-Es un concepto muy distinto. Las subvenciones a fondo perdido se otorgaban sin justificación real: se hacía la película y bastaba. Los incentivos forman parte de una valoración exacta sobre las aportaciones; es decir, que si yo incentivo digo qué, cuándo, dónde y por qué voy a incentivar. El productor corre con el riesgo del gasto y los incentivos se conceden más tarde. Las subvenciones se concedían a priori. Y aquello era un mal vicio no sólo para el cine, sino también para el teatro, las artes plásticas, la literatura. Los incentivos al sector del cine, ahora, están el ámbito de los que reciben sectores productivos del país, como el textil y el calzado.

-¿Le gusta el cine, Elsa?

-Me encanta.

-¿Nunca ha pensado ser actriz?

-Igual es mi vocación frustrada. Si tuviera que elegir un papel sería un registro tragicómico. Pero creo que no; me gusta más hacer el cine.

-¿Son tipos algo especiales los directores de cine que ha conocido hasta ahora?

-Son curiosos. Después de pasar por la publicidad y la moda, el cine me parece sensato. La manías publicitarias de los grandes astros, sean diseñadores, fotógrafos o grandes modelos, son, a veces, aterradoras. Quiero decir que los directores de cine que he conocido son personajes curiosos, no excéntricos.

-¿Y los actores?

-Por definirlo de alguna forma, los actores son un pocos esquizoides desde un punto de vista profesional. Y eso va en su trabajo. Para crear un personaje hay que crear una dicotomía cerebral: en mi opinión, es como hacer un trastorno bipolar obligatorio. Para que el actor se convierta en otra persona tiene que salir de sí y ofrecer al cine una estructura vacía para que el guionista y el director la rellenen. Por ello, hay actores que son muy taxativos y en sus vidas cotidianas sufren el papel que representan en la película. He conocido a actores con cierta locura curiosa, no todos, pero sí la mayoría son sanamente locos. Lo que sí puedo decir que no he conocido a ningún actor tonto.

-¿Tanto afecta la piratería?

--La piratería es un serio problema que afecta gravemente al cine, una gran industria que necesita, y más en tiempos de crisis, todo el apoyo y el cuidado de cada fuente de su economía. Cuando compras una película en DVD pirata, sin querer, estás destrozando a la productora, a la distribuidora, a la tienda que lo vende y a todo el circuito cinematográfico. Otra cosa es que tengamos que discutir sobre el precio de los DVD originales o los márgenes de los derechos de autor... Eso ya es otra cosa.

-¿Qué recuerda de su paso por la política?

-Mi principal recuerdo es a los 17 años montada en un cajón delante de un montón de gitanos cabreados y dar un mitin. Cuando acabé tomé una cañas con ellos. Después fui concejala y creo que hice cosas buenas por la gente, porque la política es un sano oficio si no la corrompes y, como dice mi padre, supone unos valores que se llevan en la estirpe que se definirían en algo así como aquí estás para servir a la gente. La política es muy cercana. Es una entelequia, como se dice, pero la entelequia arregla las calles, pone las tarifas de la luz, la entelequia vela por nuestra salud y la educación de nuestros hijos, decide sobre el aborto o no. Creo que es necesaria.

-¿Cómo ve el ambiente político?

-Muy convulso. Vivimos tiempos delicados. Cada uno debe saber lo que tiene que hacer desde su posición. Y pronto tendremos elecciones.

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