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PEDRO ORTIZ
Domingo, 5 de septiembre 2010, 11:18
Juan Lladró no quiere callar. Y habla de su empresa, de sus orígenes, de la marcha de la economía, de la política. De Valencia y del valenciano. A los doce años regaba la huerta y ahora es el principal propietario de Lladró, una de las más importantes, si no la más importante, empresa de porcelana del mundo.
-Me quedé con el 70 por ciento de esta empresa en 2007. Era el peor momento, el momento en que se rompió el esquema: no se vende nada porque no se compra. En 2007 hubo movimiento uno o dos meses y se acabó. Y eso después de que Hacienda se llevara 50 millones con la operación de compraventa.
-¿50 millones?
-50 millones. En impuestos. Una cosa que ha pagado ya por todo, resulta que no es tuya, sino del Gobierno. Además, como no teníamos venta había en el almacén piezas por valor de 55 millones de euros. Te vas descapitalizando. Y así todo.
-Malos momentos.
-Y ahora suben el IVA no un dos por ciento, sino un dieciséis por ciento. España no puede seguir adelante así, aunque al Gobierno le venga muy bien: antes de que tú empieces a trabajar ya pagas impuestos y lo que deberían hacer es subvencionarte. Pero no: eso se lo dan a la Ford y a los que vienen de fuera. A ellos, regalitos; a los españoles: paga, paga, y paga.
-¿No le ha pasado lo mismo cuando ha ido fuera?
-Nunca. Fuera no hacen eso.
-Pinta una situación muy mala.
-Y la falta de crédito. En vez de prestar dinero, lo que hacen los bancos es exigir la devolución. Se están quedando con el patrimonio de las empresas. O la industria; qué mal: la gente está gastando el dinero propio para defender sus empresas.
-¿Cuál es la solución?
-Una de las cosas que tenían que hacer es bajar la cotización de la Seguridad Social y trasladar el coste a otros impuestos. Si pagas Seguridad Social estás pagando por un producto que no sabes si vas a vender, y que te obliga a estar en el mercado un quince por ciento más caro que los demás. Por lo tanto no somos competitivos y perdemos mercado. Por eso bajando impuestos hacemos más que subiendo. Nosotros hemos estado pagando por beneficios diez millones diarios de impuestos durante dos o tres años.
-Porque habría muchos beneficios.
-Pero cóbralos, sácalos y págaselos a Hacienda. Cóbralo para pagar.
-¿Cómo pasa ahora Lladró el momento?
-Lladró ha pasado una crisis tremenda. Estamos ahora en esos brotes verdes que van creciendo. Y estamos apretando otra vez. Nos habíamos pasado un poco. Y si no podemos vender, vamos todos a la calle. Si me sobra dinero lo puedo dar o montar un hospital gratis. Pero no puedes permitir que venga otro que salte por encima y nos lleve a la cuneta. Podríamos haber cerrado.
-¿Dónde están sus principales clientes?
-La economía americana ha sido para nosotros nuestra principal fuente de ingresos y hoy no vendemos casi nada. Es el segundo país.
-Después de España.
-No, después de Japón. España es el tercero.
-Parece raro que no hayan usado el prestigio de la marca para otros productos.
-Intentamos hacerlo. La gente de casa es buena en la porcelana pero no son multiproducto. Y tenía que dejarme yo la fábrica e irme a contratar todo esto: perfumes, nosecuántos.. A veces eran fantasmadas. Allí podemos ganar medio o uno y aquí perdemos diez por no dedicarle tiempo.
-¿Le parece que vayamos al principio, que recordemos la primera fábrica Lladró?
-Fue un hornito en casa que tuvimos que deshacer al poco tiempo...
-Pero ustedes empiezan en la agricultura.
-Mi padre era agricultor, pero cuando repartió con sus hermanos no quedó suficiente y como no podía vivir de la tierra se tuvo que ir a trabajar a la fundición Casabó en la carretera de Barcelona, donde hacían aparatos para serrar. Se libró de la guerra porque en la fábrica se dedicaban a fundir bombas y no de agua precisamente.
-Su familia materna también se dedicaba a la agricultura.
-Mi madre también era labradora en Alboraya. Íbamos al campo con mi madre a recoger cosechas. Yo de labrador entiendo prácticamente de todo. Es que he hecho los trabajos.
-¿A qué edad empezó?
-A los 12 o quizás menos años. A regar por la noche. El pantano del Generalísimo, ese señor tan desacreditado, les resolvió el riego a todos los labradores de la huerta. Pero como ahora no saben quién los va a inaugurar, pues no hacen. A Franco le llamaban el hombre rana por ir de pantano en pantano, pero ojalá tuviéramos ahora otro hombre rana.
-Pero usted no fue agricultor.
-A mí me apetecía ser mecánico. Pero mi madre un día se encontró en el balneario de Cofrentes, al que iba porque estaba enferma del hígado, a una señora que le ofreció: ¿A tu hijo le gustaría ir a pintar? Mi madre dijo que sí y yo, por un acto de obediencia, dije: bien.
-Y entró en la Azulejera Valenciana.
-En la estación de Meliana, pintando platos. Allí aprendimos a pintar, y a ratitos nos dejaban el horno y cogíamos un ladrillo, un azulejo, pintábamos sobre él.
-También estudió en San Carlos.
-Yo estaba en Bellas Artes aprendiendo dibujo lineal, pero cuando entré en la fábrica tuve que cambiar al dibujo artístico. Luego nos pasamos a una fábrica delante de la estación de mi pueblo, de Almàssera, y empezamos a decorar la porcelana que hacía un escultor de primera categoría que es Vicente Beltrán.
-Él hacía las figuras y usted las pintaba.
-El hacía las figuras por piezas y nosotros después las montábamos y las pintábamos.
-Hasta que empezaron los tres hermanos. ¿Solos?
-Con dos aprendices. Vicente modelaba algunas cosas, José y yo la pintura. Aunque todos hacíamos de todo porque en las fábricas normales el trabajo se reparte entre los químicos, los laboratorios, los no sé cuántos. Pero nosotros estábamos solos e ignorábamos la mayoría de las cosas.
-¿Cómo las aprendieron?
-Con el método de probar hasta encontrar lo que se buscaba. A veces hablábamos con un señor que era químico y le preguntábamos.. Al final hemos llegado a tener técnicas desconocidas en Europa. Nosotros hacemos técnicamente muchísimas cosas que la mayoría de los fabricantes no saben cómo están hechas. Podemos hacer todo lo que se pueda hacer en cerámica y en otros sitios no saben. De hecho, casi todas las fábricas de Europa se nos han ofrecido para que las compráramos.
-Usted habla del dominio del arte, de la química y del fuego.
-Todo. Si tienes una mala fórmula el horno destroza la pieza o la pintura. Ahora llevamos casi quince años con una materia que se podría decir que es perfecta. La descubrieron nuestros químicos.
-¿Cuáles fueron las primeras figuras de éxito?
-El triste arlequín, El Quijote. Aún se hacen; los hemos repetido muchas veces.
-Fue el comienzo del triunfo.
-Hubo un año que entraron a trabajar a la fábrica 350 personas. Llegamos a tener 2.600. Fue una época de esplendor, en los años setenta y pocos. En el 69 inauguramos la fábrica actual.
-¿Cuál era el secreto?
-Una técnica de decorar que nos costaba el 40 por ciento más barato que a los demás. Poníamos el precio que queríamos. La competencia tenía 20, 50, 100 piezas distintas y nosotros 700. Y ahora tenemos más de 6.000. Es que en Valencia hay artistas buenos y además sabemos elegirlos.
-Las malas lenguas dicen que los buenos escultores valencianos acababan asalariados de Lladró.
-Ahora nos sobran escultores. Trabajan aquí por las mañanas y por la tarde se van a las fallas. Ahora buena parte de las fallas especiales son lladrós.
-En estos años ha cambiado el estilo.
-Hemos pasado de una figura clásica pura a nuestro estilo propio estilizado. Pero hubo un momento en que las tiendas importantes del mundo, las más clasicotas, por así decirlo, nos insisten en que lo que quieren son los angelitos clásicos. No sea tan moderno, nos dicen, porque a nosotros no nos va.
-Antes preguntaba por las principales figuras de Lladró. ¿Con cuál se queda?
-La figura más importante que tenemos nosotros es La Barca del Nilo. Paga la gente 18 millones por ella.
-No me refería a la más cara.
-La que más me gusta es Patos en el estanque; técnicamente es una filigrana. También El arlequín, que es un Lladró de la familia; El dragón ha tenido un éxito tremendo.
-Ahora sí: ¿cuál es la más barata?
-Campanitas y cositas. De 20 euros.
-Mire que cuatro: fallas, paella, Sorolla y Lladró.
-La paella es un hito. Algunos le llaman paella y no le llaman valenciana. Hay mucho interés en que no se le llame valenciana. Gazpacho andaluz, butifarra catalana, callos madrileños o fabada asturiana. Pero paella. Y no nos damos cuenta. De lo único que se habla de Valencia es de los trajes. ¿Tenemos representación en España políticamente?
-¿Tenemos representación en España políticamente?
-Ninguna. Lo valenciano ya no existe. Valencia ya no es. Y le dicen valenciano a una cosa que no es. Y han montado una academia para fomentar el catalán e ir borrando el valenciano. Una academia de la lengua, que no pone de la lengua valenciana, sino de la lengua. Con muy mala idea, con muy mala idea. Y me gustaría que lo recalcara.
-Lo recalcaré.
-Y luego la ponen en el Estatut y la subvencionan. Y a la otra, a la Real Academia de Cultura Valenciana, le niegan el pan y la sal; cuando una es de auténticos tíos.. De auténticos. Doctores creo que hay 35, de los 42 que somos. El menos culto de allí soy yo. Los intereses políticos hacen que vendan y compren todo. El de Madrid, quien sea, Felipe o Aznar, lo que quiere es poder. Y si hay que vender la lengua para mantenerse en el poder. Fueron los tratos que hizo el PP con los catalanes para poder gobernar.
-¿No tenemos excesiva obsesión contra Cataluña?
-Todos los males que tiene Valencia vienen por el mismo sitio. Ellos quieren anexionarse Valencia, porque sin Valencia no son autosuficientes, pero sí lo son con Valencia y Baleares.
-Está usted dolido.
-Lladró ha sido la marca más reconocida de España en el mundo. En más países. Ha tenido un prestigio que aquí no han sabido reconocer ni en España ni en Valencia. Y no le digo que paso de todo eso, porque me duele.
-No me diga que no conocemos en Valencia del prestigio de Lladró.
-La gente sabe que Lladró existe, que tiene mucho prestigio, y se alegra cuando ve las tiendas o las figuras en el extranjero. Pero no compran. Quieren que se las regale: para un concurso, para un campeonato. Todos los días hay una petición. En otros sitios van lo compran y lo regalan; a nosotros nos lo piden.
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