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Las ventanas características de la fábrica que permitían la entrada de luz clara en el interior. :: JUANTXO RIBES
Escapadas

El sello de la revolución de las máquinas

El centro de la Safor cuenta con numerosos ejemplos de arqueología industrial

S. MASCARELL

Viernes, 10 de septiembre 2010, 11:32

Antiguos molinos de agua restaurados como hoteles y restaurantes; restos de la gran fábrica de seda y el ancestral sistema de riego en una población tan cercana al Serpis como Potríes. Y entre tanta industria, un poco de cultura: Los restos de la que fuera casa de Ausias March, el poeta valenciano que cantó a la vida y a la muerte desde Beniarjó.

El centro de la comarca de la Safor fue durante el desarrollo de la industria valenciana un lugar con prósperos molinos de agua y atravesado por el antiguo tren que unía el puerto de Gandia con Alcoi.

La propuesta para un fin de semana con visitas a los municipios del centro de la Safor comienza por el alojamiento rural. Sin duda, la elección es el Molí Canysset. Se trata de un antiguo molino de agua que forma parte de la ruta de molinos que aprovechaban la fuerza del caudal del Serpis.

Fue restaurado hace unos años con un gusto exquisito, pero sin perder un ápice el encanto de lo antiguo. Las camas son con dosel de forja y la maquinaria empleada para la molienda decora algunos puntos. Todo ello se combina con estucados de cemento gris, emblanquinados y objetos de diseño. También cuenta con el restaurante La Verenne, regentado por los belgas Jenny de Jonghe y el excelente chef Jo Perpet. Cocina imaginativa con productos naturales de la huerta valenciana. Ensalada de queso de cabra caliente, canalones de puerros rellenos de rape, el cabrito a la salvia con cebollitas son algunas de las imaginativas propuestas.

La estilizada chimenea de ladrillos rojos es todo un símbolo de la etapa industrial. Domina este edificio en el horizonte de la huerta del centro de la comarca. Pero no es la única que se divisa en la planicie de naranjos. Se ven las del Molí Nou, reconvertido en un salón de banquetes con columnatas de teka y piezas fundidas de palacios indúes; También la del Molí Canyar, otro ejemplo de arqueología industrial adaptado a la hostelería. En él, es posible degustar menús en los que la tradición culinaria de esta zona es la protagonista.

En la parte alta del municipio, también puede adentrarse en la aventura de buscar restos de fósiles marinos como conchas, trilobites o huellas de plantas en la piedra. La zona de huertos tiene bancales de tierra blanda entre la que se pueden descubrir algunos animales marinos petrificados.

En el casco urbano de Potríes está el Ayuntamiento, un ejemplo de arquitectura señorial del XVII. La industria continua siendo protagonista en el municipio. La alfarería de Angel Dominguez es visita obligada si se quiere conocer su historia.

La importante actividad terricera desde los romanos da nombre al municipio y también ha dado nombre a municipios franceses como La Potterie que también centraron su actividad en la alfarería.

La visita a la ermita del Santíssim Crist de l'Agonia permite tener una vista general de esta zona fertil salpicada de casas.

Muestras de que la industria de la alfarería hunde sus raices en lo antiguo son los tres hornos romanos encontrados recientemente a la vera del río, en el término municipal de Beniarjó.

La situación del término de Potries y Beniarjó al lado del Serpis ha hecho de este territorio un lugar para el aprovechamiento de la tierra regada con el agua derivada. El importante conjunto patrimonial relacionado con la red de distribución del líquido es de gran interés. Por ejemplo, el partidor de agua, una construcción que derivaba el riego hacia una zona determinada del entorno fue durante siglos de vital importancia para los agricultores. Tanto es así que los regantes de cada zona tenían repartidas las llaves para abrir las cuatro cerraduras que permitían el paso del caudal de agua. Algo así como un tesoro, que sólo se disfruta si están todos de acuerdo.

También el ferrocarril, de cuya historia guarda Almoines importantes vestigios. Este municipio de la Safor albergó en su día una de las doce estaciones de la línea férrea original que conectaba la ciudad de Alcoi con Gandia y su puerto.

El ferrocarril Gandia-Alcoi, más conocido como La Txitxarra, entró en funcionamiento en 1892, una década después de que se fundara la compañía que explotaría la línea, la Alcoy and Gandia Railway and Harbour Company Limited.

Los trabajos de construcción de la línea, que duraron alrededor de dos años fueron dirigidos por la compañía inglesa Lucien Ravel and Company. El viaje inaugural tuvo lugar el 18 de julio de 1892.

En el año 1965 pasó a depender de los Ferrocarriles Españoles de Vía Estrecha (FEVE), hasta el 15 de abril de 1969 cuando se realizó el último viaje del tren Gandia-Alcoi.

La línea tenía conexiones con la compañía de Ferrocarriles de Villena a Alcoi y Yecla, compartiendo material e instalaciones. En la estación de Gandia enlazaba con el ferrocarril Carcaixent-Dénia.

La longitud total de la línea era de 53.355 metros y algunas de estas estaciones todavía hoy se conservan. En Almoines, la instalación alberga en la actualidad el Museo de la Asociación Tren Alcoi-Gandia, con objetos originales, documentación, fotografías y planos, entre otros artículos, que durante años se han recuperado y que pertenecieron a la Alcoy and Gandia Railway and Harbour Company Limited.

El objetivo de este museo es dar a conocer al público los 77 años de historia de esta línea férrea y su repercusión social y comercial. La entrada en funcionamiento de este medio de transporte supuso una importante salida para las comarcas interiores de la Comunitat Valenciana, que rompieron la infranqueable barrera que formaban las montañas y pudieron llegar hasta el Mediterráneo, hasta los productos frescos de las huertas costeras, hasta el carbón y madera procedentes de Gran Bretaña, etc. En definitiva, la línea Alcoi-Gandia supuso la aparición de un transporte de mercancías rápido y económico que incluso abrió las playas de Gandia y la Safor al turismo de interior.

Aparte de disfrutar de toda esta historia en la visita al Museo del Ferrocarril de Almoines, los amantes de los trenes pueden montar en réplicas exactas en miniatura de las locomotoras de vapor originales. Desde hace un año, Almoines cuenta con el Parque Temático del Trenet Alcoi-Gandia, que se puede recorrer a bordo de trenes miniatura atravesando túneles, puentes y estaciones originarias.

Pero si importante fue para la economía de la Safor la implantación del ferrocarril, no lo fue menos la llegada de la industria textil, que también dejó su huella arquitectónica y patrimonial con la construcción de la fábrica de la seda de Almoines, a mediados del siglo XIX, de la mano del comerciante francés Enric Lombard Gaujoux.

En el siglo XX se incorporaron técnicas modernas y se siguió fabricando textiles de seda y fibras artificiales, como el nylon o el rayón. En 1976 se dejó la producción de textiles de seda y en la década de los noventa del pasado siglo cerró la fábrica definitivamente. La fábrica de seda de Almoines encierra más de 150 años de historia.

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