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Varios operarios retiran las estructuras acristaladas de los restaurantes de la playa. :: IRENE MARSILLA
El desmontaje de los locales de la Malvarrosa deja el futuro de los hosteleros en el aire
Valencia

El desmontaje de los locales de la Malvarrosa deja el futuro de los hosteleros en el aire

Los afectados reducen sus restaurantes con tristeza y con la esperanza de que Costas les deje seguir 30 años más

C. FERNÁNDEZ

Jueves, 14 de octubre 2010, 11:37

No estaban reparando los destrozos de un temporal, ni de los efectos de una catástrofe, pero ayer la playa de la Malvarrosa ofrecía un aspecto ruinoso. Numerosos operarios se afanaban en derribar y desmontar 13 locales donde a diario los hosteleros han estado ofreciendo paellas y aperitivos en primera línea de playa.

Los rostros de los empresarios lo decían todo. Con la mirada perdida apoyados sobre las barras de cada local observaban cómo estaban derribando con su consentimiento sus locales. «No puedo decir nada, lo único que tengo es mucha tristeza y muchos recuerdos que dejo aquí», explicaba ayer, María Ángeles, la propietaria del restaurante la Alegría de la Huerta.

A primera hora de la mañana varias empresas de construcción iniciaban el desmontaje de cada uno de los 13 restaurantes enclavados en la playa de la Malvarrosa.

Estaba todo previsto y hoy era el día en el que los empresarios debían retirar parte de sus instalaciones para cumplir con la ley de Costas y reducir sus locales a 150 metros cuadrados.

«No nos queda otra opción, hemos tenido que acatar la orden de Costas y sí, tendremos menos metros, pero si eso nos garantiza que podremos seguir trabajando en la playa, pues no nos queda otra opción. Esto es lo que hay que hacer», aseguró ayer José Miralles, otro de los empresarios que ayer supervisba las obras.

Los operarios con pico y pala, destornilladores y numerosa maquinaria estuvieron todo el día retirando las estructuras acristaladas en un día gris y lluvioso. «Estamos como el tiempo. Esto es muy triste porque te vienen a la cabeza muchos momentos», aseguró otro de los empresarios que se lamentaban de no haber luchado más por lo que consideran justo.

Durante este último año, los hosteleros han estado trabajando sin descanso para evitar la situación que ayer era una realidad. Miles de reuniones, trabajo de despacho, entrevistas con los políticos durante los primeros meses y más tarde el apoyo de los valencianos con recogida de firmas, paellas populares para miles de vecinos y protestas de toda la sociedad. «Hemos intentado hacer todo lo que estaba en nuestras manos, pero al final no ha podido ser. Ha sido algo que nunca hubiéramos querido que se produjera», matizó otro empresario.

Pero si la mayoría de los afectados estaban entristecidos, otros no cabía en sí de rabia y todavía no entendían cómo había llegado esta situación. «Es increíble. Teníamos trabajo, mucha demanda y sin embargo, por una decisión de una persona irracional y sin medida nos hemos quedado totalmente destrozados», afirmaba Santiago Gómez, propietario del restaurante Casa Isabel.

De momento, lo único que saben es que deberán pagar hasta 60.000 euros por derribar las estructuras de cada local. Una inversión que han tenido que abonar sin saber si en un futuro los negocios podrán mantenerse como hasta ahora. «Cuando la gente venga a comer y no encuentre mesa porque ya no hay sitio, ya no lo volverán. Tampoco podremos mantener precios competitivos y atractivos para los clientes porque con las pocas mesas que mantendremos será imposible», insistió Santiago.

El desmontaje se prolongará durante los próximos tres días y el viernes todo deberá estar concluido para cumplir con la exigencia de la ley de Costas.

«Estamos elaborando un estudio para demostrar la necesidad de que los restaurantes tienen que tener 300 metros cuadrados, 250 metos interiores y 50 metros exteriores y se lo presentaremos a la Dirección General de Costas cuato antes para que conozcan todos nuestros argumentos y nuestras necesidades», añadió el abogado de los hosteleros, Joaquín Mompó.

Los derribos se han realizado para cumplir con Costas, ahora sólo esperan que el Gobierno les garantice que los próximos 30 años podrán seguir teniendo su negocio junto al mar y atendiendo a todos sus clientes.

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