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MARTA QUEROL BENÈCH
Sábado, 6 de noviembre 2010, 01:38
Llevamos un tiempo en que día sí día también tenemos a la ETA en los titulares. Lo curioso es que hace unos meses, Mayor Oreja -que para estos temas tiene uno de los oídos más finos de España-, ya avisó de que los intercambios de cromos por debajo de la mesa se habían iniciado. Le costó las iras de unos y las mofas de otros, tachándolo desde imprudente hasta mentiroso. Pero el tiempo, como cada vez que ha abierto la boca, le ha dado la razón. Y es que imagino que haber sido Ministro del Interior y además, vasco, te da los contactos y conocimientos necesarios sobre el tema para ir algunos pasos por delante del común de los mortales.
Pero tampoco había que ser un lince ni la bruja Lola para deducir lo que iba a pasar, aunque no se tenga la autoridad sobre la materia que tiene el exministro.
Y es que cuando no se encuentra nada que ofrecer porque en economía seguimos con brotes desteñidos y palabras huecas, cuando aquello del pleno empleo da risa, o peor, ganas de partirle los morros a alguien, la baza de la paz y el diálogo sigue pareciendo un buen flotador al que agarrarse de cara a las próximas elecciones. El ascenso de Rubalcaba y la entrada de Jáuregui en el Gobierno han sido los dos puntales para sostener este nuevo intento de salvar al inquilino de la Moncloa a través de maniobras orquestales en la oscuridad etarra.
Zapatero no se da cuenta de que el flotador al que pretende agarrarse está pinchado porque lo comparte con un escorpión que pica por naturaleza, como en la fábula atribuida a Esopo. Pensar que ETA quiere vivir en paz es como pensar que Hitler no odiaba a los judíos y sentándose a una mesa habría llegado a un acuerdo; es pensar que son personas normales, que aspiran a formar una familia y vivir en paz con sus vecinos. Y por desgracia no es así. Ellos tienen una meta que alcanzar, caiga quien caiga y cueste lo que cueste, pero necesitan fondos cada vez más difíciles de obtener y lo más sencillo es ir en listas electorales y tener el paraguas subvencionador de los partidos legales. Zapatero ya picó una vez y acabó con dos muertos. Esperemos que no repita la imprudencia.
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