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Berlanga descansa ya en Calabuch
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Berlanga descansa ya en Calabuch

IGNACIO LARA JORNET

Lunes, 15 de noviembre 2010, 01:59

Berlanga ha sido un capitán de barco excepcional. Ha esperado a que los más grandes de su generación abandonaran la nave para dejarnos definitivamente huérfanos de talento. Pocas semanas después que Manuel Alexandre, un año después que López Váquez. ha sido un Señor hasta el último momento, aguardando su hora en su guarida de Madrid, con los suyos.

García Berlanga ascendió hace décadas al olimpo de los dioses del cine español con una filmografía redonda y cerrada con 'París Tombuctú' (1999) y cuya asignatura pendiente del desparrame total se culminó con el corto que dirigió en 2002 titulado 'El Sueño de la Maestra', que rememora esa escena autocensurada en 1953 no porque el guión original de 'Bienvenido Míster Marshall' propusiera que a la señorita Eloisa la abordara sexualmente un equipo de rugby americano, sino porque en Villar del Río (Guadalix de la Sierra), en la España de la hambruna, no hallaron realmente extras que cumplieran con las características físicas de los fornidos americanos. El sueño de la maestra es la eclosión fallera más surrealista de toda su filmografía. Y con ella nos dijo adiós.

Berlanga es quizás el mejor interpretador de la historia de España de los últimos 60 años. Ahí es nada: franquismo, transición, socialismo y capitalismo. Cada momento tiene su película o su trilogía. 'La Vaquilla' (1985) y las tres obras de 'Nacional' (1978, 1980 y 1982) aglutinan esa carga histórica servida en bombas racimo difíciles de asimilar por los españoles coetáneos y que todavía hoy en día cuesta creer que superara la férrea censura.

Pero quizás uno de los elementos diferenciadores que convierten a Berlanga en un driblador de las adversidades políticas tiene que ver con el neorrealismo rosa y con la fábula. El catedrático alicantino Ríos Carratalá define la fábula berlanguiana como una de sus armas más efectivas para desarrollar su cine en tiempos de privación de libertad. Y la película más rosa y más fabulosa es 'Calabuch '(1956). La historia de un pueblo mediterráneo en la que arriba al más puro estilo patera un científico nuclear cansado de su estresante vida y su temerosa profesión. Jorge Hamilton 'cae' en 'Calabuch', el pueblo perfecto donde estoy seguro que Berlanga descansa ya para siempre; un rinconcito en el que la cárcel no tiene llaves y en el que el guardia civil permite el estraperlo. Calabuch es el cielo, un lugar fantástico pero a la vez real, o al menos posible. Ese es el triunfo de Berlanga, conseguir que lo imposible no lo parezca. Y eso es así por la fábula, con momentos míticos y personajes irreales pero que no desentonan en el universo berlanguiano, y por tanto en nuestra realidad. Por eso, aunque suene a chiste, Pepe Isbert es alcalde en 'Bienvenido' y verdugo en la película con idéntico título. ¿Es a caso creíble que el entrañable Pepe Isbert pudiera ser un verdugo? En las manos fabulosas de Berlanga, sí. En la de cualquier otro, Isbert habría parecido un viejo simpático, sólo eso.

Pero además, Berlanga es valencianía pura, con continuas referencias a los moros y cristianos tan tradicionales en su tierra, a la pirotecnia y al Mediterráneo.

Y Berlanga es el último austrohúngaro, el devoto temeroso de la muerte que le ha llegado en otoño. Descansa ya en Calabuch, con Jorge Hamilton el científico nuclear, con el pícaro de 'El Langosta', Matías el guardia civil y el cura liberal. Ese es el universo berlanguiano, el caos ordenado ibérico y posiblemente real plagado de curas, militares, perversos sexuales y un pueblecillo perdido en la montaña a las faldas del mar Mediterrénao. Allí descansa ya el maestro a la espera de un reconocimiento internacional que nunca llega y que ya toca.

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