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LOLA SORIANO
Viernes, 10 de diciembre 2010, 01:07
María Luisa Aranda Sala tiene el orgullo de ser la fallera mayor decana de las fiestas josefinas. Además, fue fallera mayor dos años consecutivos, en 1940 y 1941. Aunque vive en Madrid, guarda gratos recuerdos de Valencia.
-¿Cómo recibíó la noticia de ser fallera mayor de Valencia?
-Yo vivía en Valencia desde septiembre de 1939. A mi padre, que había entrado en Valencia al frente de las tropas nacionales al finalizar la guerra, le nombraron capitán General en junio de ese año. Yo había oído hablar de las Fallas pero, a pesar de que mi abuelo materno era valenciano, tenía una idea muy general. Por eso, cuando mi padre me comunicó que me habían nombrado fallera mayor me hizo una gran ilusión.
-Fue la primera fallera mayor tras la guerra. ¿Cómo eran las primeras fallas tras la contienda?
-El primer año no tuve banda, ni tampoco ningún acto de representación ni exaltación. Hay que tener en cuenta que acababa de terminar la guerra. Fueron unas fiestas muy austeras. Entonces estaba todo localizado en el centro, en la parte antigua, en las fallas del Mercado y las calles más próximas.
-Además, su padre se encargó de promocionar la fiesta, ¿no?
-Mi padre me contó que envió varios camiones del Ejército por varias provincias para promocionar otra vez las Fallas.
-¿Se acuerda del color del traje que lució, quién se lo confeccionó y la orfebrería?
-El traje me lo confeccionó Amparo Bañuls. La tela era preciosa. Según nos comentaron había costado mucho tejerla, muy pocos centímetros al día. Lo conservo como una auténtica joya. También tengo dos aderezos: uno de oro y perlas y otro de oro y esmeraldas.
-¿Cómo fue que repitió dos años como fallera mayor?
-La Junta Central Fallera, agradecida al apoyo de mi padre, quiso rendirle un homenaje no sólo nombrándole a él fallero mayor perpetuo, sino también nombrándome a mí otra vez fallera mayor.
-¿Lo vivió de forma intensa?
-Esta vez a me hizo todavía más ilusión, ya que la experiencia del año anterior me entusiasmó. Recuerdo que ese año fue el gran invitado de honor el hijo del Jalifa de Marruecos, Mulei Hassal Benelmedi, al que nosotros conocíamos de la etapa de mi padre allí.
-¿Qué acto le impresionó?
-Una de las visitas que más recuerdo fue la exposición del Ninot, en los bajos del mercado Central.
-¿Guarda relación con cortes de honor o falleras de otros años?
-Sí. El año 1992, con motivo del cincuentenario de la falla del Ayuntamiento, visité Valencia con mi marido, Fernando Marcitllach, que falleció el año pasado. Tuve el honor de leer en nombre de todas una oración de acción de gracias a la Virgen de los Desamparados.
-¿Se ha vuelto a vestir de valenciana?
-No, nunca.
-¿Cómo recuerda la Valencia de entonces y cómo ve la actual?
-Creo que la última vez que estuve en Valencia fue en el año 2000. Es una ciudad mucho más moderna y funcional que entonces, pero ha sabido conservar su encanto y personalidad.
-¿Guarda fotos o regalos de sus dos años de fallera mayor?
-Antes no se hacían tantas fotos como ahora, pero sí guardo muchas. Tengo también muchas figuras, una vajilla de Peiró y algún retrato de Segrelles.
-Cuéntenos cómo le fue la vida en Madrid.
-Me casé en 1952 con Fernando Marcitllach, marino de profesión y tengo 5 hijas: Isabel, Marisa, Paloma, Ana y África. Además tengo 11 nietos.
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