La 'chapuza' sumergida... o la única salida

Siempre se habla de forma peyorativa de la 'economía sumergida', pero en esta época muchos de los ya más de nueve millones de pobres que hay en España sobreviven gracias a lo que de forma tradicional se ha llamado 'chapuza', siempre localizada en esa franja 'negra' de la actividad económica, siempre oculta al control de Hacienda y siempre difícil de entender como una fórmula permanente de vida. Pero, aún con todo ello, son miles de parados los que la ven como la única posibilidad de salir adelante, pues el subsidio público no llega para mucho y en un número creciente de casos incluso ha desaparecido, excepto alguna pequeña ayuda autonómica donde aún hay cierto margen presupuestario.

Al parado que ha agotado todas sus prestaciones solo le darán formación -cuyos detalles están todavía por definir-, y para los que no han agotado su plazo de subsidio, el Gobierno ha dispuesto 7.781 millones de euros para este fin durante 2011, un 1,7% menos que este año.

La llamada 'economía sumergida' es una constante en todos los países, aún sin que exista crisis económica. En España, supone el 23,3% del Producto Interior Bruto (es decir, unos 244.918 millones de euros), según estiman desde el Cuerpo Especial de Gestión de la Hacienda Pública (GESTHA) con datos de 2009, si bien la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) la 'rebaja' hasta el 19,5% del PIB . La diferencia es que con la crisis esa actividad económica 'B' está mucho más repartida entre todos los sectores. Antes de 2008 la construcción siempre había estado en el punto de mira; con el aumento de la pobreza, los servicios «también han entrado en la lista de búsqueda de oportunidades, ante la caída del turismo y el ajuste de márgenes que se ha producido para capear el temporal», explican los técnicos de GESTHA.

Nada se escapa

El transporte tampoco escapa a su atracción, como lo demuestran las quejas de taxistas y empresas del sector y, por supuesto, las pequeñas 'chapuzas' en las viviendas para reparar tuberías, enchufes, parte de las actividades agraria y ganadera, la venta de papel sacado de los contenedores o la búsqueda de cables de cobre. Y en todas las regiones, aunque es en los núcleos urbanos donde más pobreza existe, esa 'sumersión' se ha incrementado de forma significativa. En media nacional, la subida ha sido superior al 5%. No hay facturas, no hay IVA y todos salen ganando... menos Hacienda. Pero con nueve millones de pobres hasta la conciencia les justifica.

Más allá del fraude fiscal consiguiente, la crisis ha elevado la picaresca en la colocación de trabajadores, favoreciendo los trabajos sin contrato (ahora más perseguidos por Policía y Seguridad Social) y sin derechos de ningún tipo. Para atender las necesidades más apremiantes, los parados renuncian antes a sus derechos que a comer.