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Culturas

Terrible vida normal

ELENA SIERRA

Sábado, 22 de enero 2011, 01:12

Sencilla, vibrante y honesta. Son algunos de los adjetivos que los lectores y críticos le ponen a la que fue la tercera novela del escritor todoterreno John Williams. Y es curioso que no haya llegado hasta nuestras librerías hasta ahora, casi cuarenta años después de su escritura en inglés. Porque 'Stoner' es todo eso y mucho más. Es una lección de literatura condensada en unas pocas páginas. Es una vida, normal y corriente, que atrapa.

El tipo del título es primero un chico destinado a ser granjero como sus padres; después un alumno de técnicas agrarias y luego de Literatura y termina siendo profesor. Sólo a su muerte llegará a catedrático, porque lo que define a William Stoner es que no hace nada más que lo indispensable, no tiene esa ambición o no sabe cómo hacer las cosas sin hacerse notar, y solo de vez en cuando una pulsión interna le hace esforzarse más o implicarse más, siempre para satisfacerse a sí mismo. Puso toda su pasión en conquistar a una mujer y tener una familia y eso le salió fatal, así que con lo demás se conforma.

'Stoner' es terrible. El autor consigue que el lector se ponga furioso con el protagonista por su dejar hacer y con el resto de personajes cuando lo atacan, y que se emocione con unas emociones por las que pasa de largo pero que, en una segunda lectura, golpean. Como cuando, al principio, el joven William le anuncia a su madre que no será ese agricultor en el que han puesto toda su esperanza; está traicionando toda su historia pero no hay una palabra de más, ni una discusión. Sólo una madre que se tapa la cara con los puños y gime casi en silencio. La imagen, que aparece y se va como si nada, es terrible.

Escrita como un regalo del escritor Salman Rushdie a su primer hijo, 'Harún y el mar de las historias' es un hermoso relato que tiene su punto de partida argumental en la dramática y terrible pérdida de la inspiración que experimenta de repente Rashid Khalifa, el mejor contador de historias del mundo que se conoce.

Sin embargo, tiene suerte porque Harún, su hijo, está dispuesto a ayudarle y, montado a lomos de La Abubilla, emprende un largo viaje al Mar de la Historias, un fascinante lugar donde se originan todas las narraciones que nos alegran la vida a los humanos. Un excelente cuento, un canto al gran poder de la imaginación.

En 'Los ojos de los peces' el escritor vallisoletano Rubén Abella da rienda suelta a su duende para la narrativa breve, para plasmar en unos pocas líneas una pequeña historia que diga algo del alma humana. El libro reúne 122 microrrelatos que son todos ellos revelaciones fulgurantes extraídas de la más aparente cotidianidad. Desde el tipo que no puede evitar el asco por las cacas de su hija recién nacida y que prefiere sacar a pasear al perro antes que cambiarle los pañales hasta el personaje que sólo consigue ser él mismo en el Carnaval y cuando se disfraza de mujer, todos los seres que desfilan por estas páginas revelan algo de su ser en hechos intrascendentes.

Pocos libros de memorias cumplirán las expectativas que realmente busca el lector en dicho género (averiguar lo que nunca se supo del autor en vida) como las de J.R.Ackerley en 'Mi padre y yo', un libro cuyas primeras palabras -«yo nací en 1896, y mis padres se casaron en 1919»- dan buena fe del riguroso propósito del escritor británico de retratar a un padre adúltero que mantuvo a dos familias paralelas sin que ninguna de ellas supiera que existía la otra y de retratarse a sí mismo como un intelectual burgués que buscó, sin ningún éxito, durante años un «amigo verdadero» entre los jóvenes del proletariado. Descarnado y elegante.

El periodista coruñés Tomás Bárbulo es el autor de 'La historia prohibida del Sahara español', un libro que no se casa con nadie y que ofrece una inédita interpretación de los lazos sentimentales que, por encima de las ideologías y de la relaciones políticas con el Magreb, siguen uniendo a los españoles con ese trozo de tierra que dejó de ser una provincia de España hace treinta y cinco años. El trabajo se basa en cientos de documentos clasificados y procedentes de archivos civiles o militares así como en numerosas entrevistas realizadas en El Aaiún y Smara, en Rabat y Casablanca, en nuestro país y en los campos argelinos de regiados de Tunduf.

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