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Lionel Messi, el astro argentino del Barça, en uno de sus gestos habituales cuando celebra un gol. :: JOSEP LAGO/AFP
Fuera del juego
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Fuera del juego

BORJA OLAIZOLA

Martes, 1 de febrero 2011, 01:20

Phil Ball es un tipo risueño que bromea con el destino que le reservaba su apellido -'ball' es pelota en inglés- y que vive desde hace veinte años en San Sebastián. Su profesión tiene que ver con la educación, pero su auténtica pasión es el fútbol. Curtido de niño como espectador en los umbríos campos de las categorías inferiores inglesas -el Grimsby, el club al que le llevaba su padre, militaba en el equivalente a la Tercera española- quedó deslumbrado al llegar a España por el espectáculo deportivo de la Liga y sobre todo por el complejo código ideológico oculto tras la camiseta de cada equipo. «Yo venía de un país en el que la rivalidad entre dos equipos suele ser estrictamente deportiva, así que cuando descubrí las connotaciones políticas que el fútbol tiene en España me pareció algo apasionante», confiesa.

La fascinación de Ball fue creciendo a medida que su contacto con la realidad futbolística española se iba haciendo más estrecho. Al principio no acertaba a entender muy bien por qué el público de los estadios acogía a un equipo con un caluroso aplauso mientras saludaba a otro con una monumental pitada. «Antes incluso de que se iniciase el partido los espectadores ya habían hecho un juicio sumarísimo al equipo rival y eso era algo totalmente nuevo para mí». Poco a poco empezó a descifrar los códigos del fútbol español y estableció las bases de una cartografía que le serviría para orientarse en el laberinto de las pasiones balompédicas. De forma paralela, la Liga española adquiría una nueva dimensión a ojos de sus compatriotas. «Hasta finales del pasado siglo el principal foco de interés británico fuera de sus fronteras había sido Italia, pero las tornas cambiaron con la llegada de Florentino Pérez al Real Madrid y la contratación de estrellas como Figo, Ronaldo o Zidane».

Ball solía hacer anotaciones sobre el fútbol español en una columna en la revista satírica 'When Saturday Comes', una suerte de 'El Jueves' en inglés centrado en el mundo del balón. Al calor de la creciente curiosidad que suscitaba la Liga, recibió el encargo de un editor británico de escribir un libro. «Desde el principio dejé claro que no iba a limitarme a hacer un repaso de temas meramente deportivos y me dieron carta blanca». Inició así una etapa de documentación que le llevó por los principales puntos calientes de nuestra geografía balompédica. «Estuve casi dos años preparando el libro y durante ese tiempo entrevisté a un montón de gente porque quería aproximarme a la realidad sobre la que iba a escribir».

Visitó Huelva, cuyo equipo tiene a gala ser el decano del fútbol español, buceó en la historia de los equipos vascos y su peculiar forma de entender la filosofía de cantera y se sumergió de lleno en los entresijos del Real Madrid y el Barcelona. Un pequeño esbozo del capítulo que dedica al club catalán sirve de aproximación al espíritu que anima las páginas del libro: «Fuera de Madrid y de los muros del Espanyol, el Barça es extraordinariamente popular. Incluso en las politizadas calles del País Vasco, los niños pasean con sus camisetas sabiendo que nadie les va a amonestar por ello, mientras que llevar una camiseta del Real Madrid supondría, en el mejor de los casos, una invitación al ostracismo. Algunas regiones de España, sobre todo aquellas que fueron leales a los nacionales durante la Guerra Civil, todavía conservan un considerable afecto residual por el Real Madrid, pero en general el Barcelona es un equipo que inspira una notable simpatía a pesar de sus resonantes éxitos, de su dinero y de una tendencia más que ocasional a una imposible pompa».

Éxito en Japón

Ball se paseó también por Sevilla para hablar de la rivalidad fraticida entre los dos equipos de la ciudad, visitó La Coruña y Vigo y se entretuvo en el voluntarioso propósito del Valencia de convertirse en alternativa a Barça y Madrid. El libro vio la luz bajo un título de imposible traducción al inglés -'Morbo'- , un vocablo que ha terminado haciendo fortuna al otro lado del Canal. «Me contaron hace poco que en la retransmisión del Barça-Madrid el comentarista de la televisión británica utilizó la palabra en castellano para definir el partido», comenta risueño.

El volumen se ha convertido en una obra de referencia en el mercado británico, donde el interés por el fútbol español se disparó después de que el Madrid fichase a David Beckham. «La llegada de Beckham hizo que en Gran Bretaña la curiosidad creciese hasta niveles inusitados», cuenta Ball, que también escribió un libro sobre la estancia en Madrid del astro británico. Ese interés ha ido incluso en aumento tras el fichaje de Cristiano Ronaldo, que a pesar de ser portugués se había convertido en una de las señas de identidad de la Premier League. La atracción que ejercen las estrellas futbolísticas tiene efectos insospechados y uno de ellos es que 'Morbo' haya alcanzado en su versión japonesa mayor éxito incluso que en la inglesa. La obra acaba de ser traducida al español previa actualización de algunos capítulos, entre ellos el que habla de la selección.

A los británicos, reconoce el autor, les cuesta entender un universo tan complejo como el del fútbol español. «Lo más parecido que puede haber a un Madrid-Barça es un partido entre el Celtic, que es católico, y el Rangers, protestante, pero la expectación no alcanza ni de lejos la que puede despertar un clásico en España». En Gran Bretaña, añade, los partidos tienen una lectura mucho más lineal. «El fútbol español está infinitamente más politizado que el británico o el italiano», dice Ball, que sostiene que en ningún otro país del mundo tiene tanta relevancia declararse simpatizante de uno u otro equipo. «Cuando Aznar se dice seguidor del Real Madrid o Zapatero apuesta por una victoria del Barça están enviando un mensaje clarísimo sobre su ideología». En contraste, añade el escritor, las declaraciones de Tony Blair cuando aún era primer ministro expresando su querencia por el Newcastle resultan sorprendentemente inocuas. «Blair sólo dijo eso porque pensó que podía ganar puntos entre los aficionados al fútbol».

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