Las belgas cierran las piernas

«Mantened las piernas cerradas». Esa es la sencilla solución que propone una senadora belga para acabar con la terrible crisis institucional que vive su país, donde los partidos no han logrado formar Gobierno en ocho meses. La propuesta, en realidad, no está dirigida a los representantes políticos, sino a sus mujeres. Marleen Temmerman, una ginecóloga que milita en las filas de los socialistas flamencos (SP.A), les ha pedido que inicien una huelga de sexo para ver si sus parejas aligeran el paso y consiguen que el récord mundial de días sin Ejecutivo siga en manos de los iraquíes con 289 jornadas.

Temmerman lanzó su idea el domingo a través del diario 'De Standaard' y, de momento, la iniciativa no ha tenido gran eco, pero habrá que ver con el paso de los días si los políticos empiezan a moverse demasiado en la silla. «Si todas nos ponemos de acuerdo en la abstinencia sexual, estoy convencida de que conseguiremos que las negociaciones avancen más rápido», afirma la senadora socialista, cuyo partido también participa en la mesa de diálogo.

La original medida de presión no es nueva. La propia Temmerman reconoce que se le ocurrió al recordar la huelga de sexo promovida por la Organización de Desarrollo de las Mujeres de Kenia, donde realizó una investigación sobre la incidencia del sida. La agrupación africana llamó en 2009 a todas las féminas a secundar la protesta porque los partidos tampoco eran capaces de articular un Gobierno. «Su impacto no está probado científicamente, pero sólo una semana después se había acordado un Ejecutivo estable», subraya la representante del SP.A.

La intención de Temmerman, al margen de bajar la temperatura en las alcobas, pasa por devolver al primer plano la «frustración» de los belgas ante la incapacidad de su clase política. Hace dos semanas, miles de personas se manifestaban por las calles de Bruselas para exigir a los partidos que alcanzaran un acuerdo. Bajo el lema 'Vergüenza, un gran país sin Gobierno', los asistentes lograron reactivar las negociaciones, pero poco después el espíritu de consenso se había evaporado.

Antes de la manifestación, Benoit Poelvoorde, uno de los actores más conocidos del país, abría la brecha de las protestas ingeniosas al reclamar a los belgas que no se afeitaran hasta que se forme Gobierno. «Vamos a dejarnos barba hasta que Bélgica se levante de nuevo», proclamó. No hay constancia del cierre de ninguna fábrica de maquinillas, pero al menos ha creado escuela.

En el plano político, el país vuelve a enfrentarse a las tensiones entre las comunidades flamenca y francófona. Los primeros reclaman más poderes para las regiones, lo que implica una nueva reforma del Estado. El rey ya ha nombrado a seis mediadores, pero la situación sigue estancada. El horizonte está puesto en el 30 de marzo, cuando Bélgica batiría el récord mundial de días sin Gobierno. Habrá que ver si los políticos aguantan la presión sexual.