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El candidato del PSPV a la Generalitat, Jorge Alarte, junto a los miembros de su candidatura para las autonómicas del 22 de mayo, ayer en Blanquerías. :: JESÚS SIGNES
Alarte no conjuga el verbo dimitir
Politica

Alarte no conjuga el verbo dimitir

El líder del PSPV se parapeta en una improbable victoria para evitar decir que ya no piensa renunciar aunque no mejore el resultado de 2007 Avisa a sus críticos en el partido de que no vincula su continuidad a las autonómicas del 22-M

XAVI MORET

Martes, 1 de marzo 2011, 08:30

Jorge Alarte no quiere ni oír hablar de dimitir. Aunque fue él mismo quien se comprometió a hacerlo si no es capaz de mejorar los resultados de su antecesor en 2007, no puede disimular que le molesta que se lo recuerden.

La promesa que realizó ante el comité nacional de su partido ha estado varios meses dormida, pero ha recobrado actualidad a cuenta de su reciente cambio de criterio al respecto. El pasado sábado, ante el comité nacional que aprobó por mayoría la candidatura de los socialistas para las elecciones autonómicas, Alarte asumió «toda la responsabilidad» del resultado electoral, pero evitó vincular su futuro como secretario general al resultado, ya que dijo que se irá cuando quieran los militantes y no por propia iniciativa. Un mensaje sustancialmente distinto al compromiso que adquirió hace apenas un año y medio ante el máximo órgano de decisión entre congresos.

Preguntado por la información publicada por LAS PROVINCIAS en la que se ponía de manifiesto ese cambio de opinión, el líder del PSPV negó la mayor para no evidenciar que su postura ha variado. -«¿Ha cambiado de opinión respecto a su promesa de dimitir si no mejora los resultados de su antecesor en 2007?» -«Sí, he cambiado de opinión: vamos a ganar las elecciones», respondió tajante Alarte. -«¿Y si eso no sucede?» -«No contemplamos otro escenario».

El panorama político actual es sustancialmente diferente al del momento en el que verbalizó su compromiso. Las circunstancias internas del PSPV, también. Aquel sábado de junio de 2009, Alarte se puso delante del comité nacional del PSPV para admitir su responsabilidad en los malos resultados de las elecciones europeas -se celebraron el 7 del mismo mes- y prometer que contaría «con todos». Por entonces, la crisis económica todavía no amenazaba con llevarse por delante al gobierno socialista y Alarte se descolgó con una promesa que se antojaba fácil de cumplir.

Al menos eso es lo que debió de pensar el líder del PSPV, calculadora en mano. Con Ignasi Pla como candidato en 2007, los socialistas valencianos obtuvieron el 35% de los sufragios, a 18,3 puntos del PP, el mayor porcentaje de diferencia de la historia.

Las expectativas electorales del PSPV obligan a pensar que lo que entonces parecía un objetivo realizable puede convertirse en una trampa para Alarte, que quedaría atrapado por sus propias palabras. Encuestas realizadas en los últimos meses atribuyen al PSPV un resultado cercano al 30%, porcentaje al que varios dirigentes socialistas atribuyen verosimilitud.

Alarte, arropado por los miembros de su candidatura, quitó ayer hierro a los sondeos y confirmó que su partido no tiene previsto hacer públicos los resultados de ninguna de las encuestas que realice hasta la celebración de los comicios. «El PP que gane las encuestas, nosotros ganaremos las elecciones», manifestó el secretario general.

En el comité nacional del pasado sábado, Ciprià Ciscar tomó la palabra para mostrar su desacuerdo con la actual dirección y subrayar que toda la responsabilidad del resultado el 22 de mayo debe recaer sobre el secretario general, que ha tenido las manos libres para hacer la candidatura a su antojo. El sector crítico con la ejecutiva, encabezado por los lermistas, renunció a evidenciar su rechazo a la candidatura en el comité nacional, con lo que se desvinculó de cualquier responsabilidad ante un eventual desastre electoral.

Alarte no eludió esa responsabilidad, pero dejó claro que no se plantea su futuro en función de los resultados. Un mensaje en clave interna con el que dejó claro que, además de hacerse fuerte en Les Corts, pretende mantener el control de la ejecutiva. Todo un aviso al sector crítico que ya maniobra pensando en el día después: nada de bajar los brazos; si quieren tomar el fuerte, tendrán que plantear batalla.

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