Degas elige bailar para el IVAM

El arte secreto de Degas se exhibe por primera vez en España. En el IVAM. Allí se reunen las 74 esculturas que el artista realizó hace un siglo y ocultó durante años, y que las circunstancias se encargaron de sepultar en el olvido hasta la década pasada.

Que Edgar Degás pintaba se supo antes y después de muerto. Por vivir los años bisagra entre la vigencia de las corrientes clásicas del arte y la explosión de las vanguardias más radicales, su obra bailó entre dos aguas. Los amantes del arte clásico le veían como un pintor demasiado moderno, y los precursores de las vanguardias desconfiaban de su gusto por el buen dibujo. Sus pinturas generaron mucho debate, y tras su muerte, en 1917, se reconoció una gran calidad y una visión artística adelantada a su tiempo.

De sus esculturas nada se supo mientras Degás vivió. Apenas exhibió su 'Bailarina de 14 años', pues le llovieron las críticas en el momento en que la presentó, en 1881, ya que incorporó en ella conceptos escultóricos que los más vanguardistas no asimilaron hasta varias décadas más tarde.

Cuando el artista fallece, sus herederos entran en su estudio y se encuentran las esculturas de cera que, desde ayer y hasta el próximo 17 de abril, pueden verse como piezas de bronce. El IVAM las exhibe por primera vez en España, tal y como adelantó LAS PROVINCIAS. Hasta llegar al museo valenciano, estas obras recorrieron un siglo de silencio.

Cuando muere Degás, sus herederos deciden fundir las esculturas de las bailarinas encontradas en su taller. Aquellas piezas permanecieron décadas ocultas, sin exponer, hasta 1955. Lo que nadie sabía es que, además de las réplicas en bronce, se realizaron copias en yeso, y esas fueron las que se descubrieron entre 2001 y 2004, y que han servido de molde para las obras expuestas en el IVAM. En la muestra se incluye la famosa 'Bailarina de 14 años', pieza a la que Degas colocó elementos naturales y cotidianos (seda, tul, peluca de pelo natural), lo que en su momento abrumó a los críticos. Esa práctica es hoy común, pero a finales del siglo XIX no. Como tampoco lo era la sensación de movimiento que incorporó a las piezas, tanto de las bailarinas como de los caballos expuestos ahora en el IVAM.

Danza

Su preferencia por el mundo de la danza le convirtió en un pintor famoso, y esa predilección la trasladó a sus trabajos escultóricos mediante piezas en diferentes posturas, bailarinas inclinadas, flexionadas, estiradas, sentadas, a punto de saltar o, directamente, en el aire. Igualmente, sus caballos se presentan a punto de iniciar un movimiento que se intuye.

Walter Maibaum, comisario de la exposición junto a su esposa, Carol Conn, presentaron ayer la selección de esculturas danzantes, acompañados por la directora del IVAM, Consuelo Ciscar, y el presidente del Abraham Center for the Visual Arts, entidad propietaria de la obras, Amir Kabiri.

La muestra, patrocinada por Logística del Arte, se abre con la famosa bailarina de 14 años, sigue con el resto de danzarinas en distinta pose y finaliza con los caballos, así como varios bustos.

Consuelo Ciscar señaló que todas las esculturas «parecen estar captadas en un instante que está a punto de generar animación, un efecto conseguido gracias a la forma en que el artista expande el cuerpo de las bailarinas y el de los caballos para que el aire los atraviese y cree así movimiento, lo que será una constante en la escultura del siglo XX». Por ello, apuntó que «Degas se anticipa, como ya lo hiciera Rodin, para sentar las bases del cambio que se va a producir de inmediato y de manera sustancial en la escultura». Y desde ayer, ese difícil baile entre dos aguas protagonizado por Degas puede verse en Valencia.