LAS VUELTAS DE LA VIDA
POR PAULA PONS
Viernes, 4 de marzo 2011, 01:27
Intento cambiar de acera cuando veo que viene andando hacia mí, pero ya es demasiado tarde. Cuca, antigua compañera de EGB a la que llevo sin ver más de una década, se acerca con una gran sonrisa y me planta dos sonoros besos. Sigue teniendo la misma cara de listilla que entonces, aunque su cuerpo ha ensanchado notablemente desde la última vez que la vi. Me resume en veinte minutos sus últimos quince años de vida y me enseña la colección completa de las fotos de sus dos hijas que lleva en la cartera. Mi interés por su predecible existencia es comparable al que puedo tener hacia el balance económico de una empresa de maquinaría agrícola pesada... Cuando creo que ya estoy a punto de escapar del inquisitorial tercer grado que preveo a continuación, comienza el interrogatorio. «Tú sigues estando delgada ¿Cómo lo has hecho? Seguro que no tienes hijos. ¿Y te casaste? ¿Cómo que noooo? ¿Pero tendrás novio por lo menos? ¿Nooooo? ¿Y a qué te dedicas?» Le explico que no, que por el momento Dios no me ha bendecido ni con hijos, ni con pareja, ni con una casa propia ni trabajo estable. Sin embargo, le cuento que tengo un perro y un huerto en la terraza, dos de mis mayores logros del último año, de los que me siento especialmente orgullosa. Me mira como si fuera un extraterrestre. «Pobre. si tú eras de la que sacabas las mejores notas y tenías bastante éxito con los chicos de la clase». Percibo en su voz un ligero sabor a triunfo. Prefiero no contestarle y me despido con una excusa. ¿Cómo hacerle entender que no me da ninguna envidia su monótona, gris y aburrida vida junto a su marido, su prole y su trabajo de funcionaria? Yo, al menos, todavía estoy delgada.
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