JUGUITO DE MANGO
POR PAULA PONS
Viernes, 11 de marzo 2011, 01:26
Creo que mi novio es gay». Fue la contundente afirmación que una amiga de la infancia me soltó a bocajarro la última vez que quedamos hace unos meses. Volvimos a encontrarnos la semana pasada y entre cerveza y cerveza me confirmó esa crónica de una separación anunciada, además de contarme con pelos y señales el porqué de aquellas dudas que todavía hoy sigue albergando. Coincidí con él en varias ocasiones, y aunque he de decir que en ningún momento noté nada que confirmara su condición sexual, sí que me pareció cuanto menos extraño el hecho de que en su juventud hubiera sido un fiel seguidor del movimiento okupa y que años más tarde decidiera unirse a las Fuerzas Armadas Españolas. A pesar de que me consta que él, en modo alguno, compartía aquello de Dios, Patria y Rey.
Sólo se veían una vez a la semana porque vivían en ciudades diferentes, pero pasado el primer mes, él muy pocas veces se mostró ardoroso a la hora de compartir lecho. Mi amiga, una chica sexy, divertida e inteligente a la que siempre le ha gustado disfrutar de los placeres de la carne, asistía con profunda frustración a la desidia de su pareja. Un día que ella fue a visitarle, él le anunció entusiasmado que al día siguiente quedarían a comer con su compañero de fatigas, su mejor amigo del ejército, un hombretón de metro ochenta a quien él apodaba cariñosamente 'juguito de mango'. Nadie en el mundo, sea hombre, mujer o animal acuático, debería responder al nombre de 'juguito de mango'. Aquel apelativo fue demasiado para ella. Dos días después decidieron poner punto y final a su relación. Si alguna vez entramos en guerra y el enemigo se entera de tal apelativo, la derrota está asegurada.
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