Borrar
Medio millar de furtivos son denunciados en apenas un año por pescar en la Albufera
Valencia

Medio millar de furtivos son denunciados en apenas un año por pescar en la Albufera

Las cofradías que faenan en el lago alertan de que se han llegado a robar redes colocadas en el agua, barcas y artes de pesca

J. BATISTA

Miércoles, 16 de marzo 2011, 01:47

Los pescadores con derechos históricos para faenar en la Albufera, pertenecientes a las Cofradías de El Palmar, Catarroja y Silla, ya no saben qué hacer para atajar la proliferación de furtivos, cada vez más habituales dentro del ámbito del parque natural. En 2010, los agentes del servicio medioambiental de la Guardia Civil, el Seprona, impusieron 500 sanciones administrativas contra personas que fueron pilladas in fraganti mientras tiraban la caña de pescar en zonas prohibidas o sin la correspondiente licencia. El dato es elevado, ya que en años anteriores la media se situaba en cerca de 50.

Los problemas son varios. Están los medioambientales, pues se han detectado casos de personas que pescan en reservas naturales del parque, y de salubridad, al ser habitual que tras una jornada de 'faena' el entorno se quede lleno de residuos sólidos, como botes, papeles o restos de comida, lo que obliga a mutiplicar el esfuerzo para mantener la zona limpia.

«No sé si será por la crisis o qué sucede, pero cada vez se ve a más gente. Y no sólo pescan, sino que también se han dado casos de robos en redes instaladas en el agua. Utilizan un cincel y se centran en la parte donde se acumula la pesca», explica José Caballer, presidente de la centenaria Cofradía de Pescadores de El Palmar, que destaca que los profesionales acaban de pasar «un invierno negro», en referencia a las escasas capturas conseguidas.

Miquel Raga, su homónimo de la Cofradía de Catarroja, añade un detalle más, pues se han detectado robos de embarcaciones atracadas en los canales y acequias que desembocan en el lago, que son utilizadas para aproximarse a las redes colocadas en el agua para la captura de la anguila. De hecho, esta especie es, junto a la carpa y la llisa, la preferida por los furtivos. «Incluso se han producido robos de artes de pesca como redes, que luego utilizan ellos para pescar», añade Raga, que alerta de que la situación actual, tras el vaciado de los arrozales, provoca un aumento de la presencia de estos furtivos, que aprovechan para adentrarse en las partes más profundas del parque para sus actividades irregulares.

Rumanos y búlgaros

«Estos son los que hacen verdadero daño. Se quejan hasta los agricultores, pues se meten en las casetas de los motores», señala. El puerto de Catarroja es una de las zonas más frecuentadas por los ilegales. Se les ha visto subidos a las barcas que quedan atracadas para tirar la caña e incluso cocinando las capturas en braseros improvisados.

Todas las fuentes coinciden. La mayoría de furtivos responden al mismo perfil: ciudadanos de nacionalidad rumana o búlgara (donde también existe una gran tradición pesquera), que se encuentran al borde de la marginalidad y que recurren a la pesca para comer. «Se trata de grupos de población que no tienen mucho arraigo, y quizá por eso desconocen que están pescando en un espacio natural donde generalmente está prohibido, o que se precisa de una licencia para hacerlo en las zonas habilitadas», explica José Segarra, director de la Junta Rectora del Parque Natural.

La legislación vigente dice que sí se permite la pesca deportiva en el ámbito del parque, aunque sólo puede hacerse con licencia y en canales o acequias. «El hecho de que pesquen no suele suponer una gran presión para el lago, pues las extracciones no son suficientes como para producir un problema en la gestión de las especies. El problema está en los residuos que dejan abandonados», continúa Segarra.

«Por regla general, la población local está más concienciada de la necesidad de conservar el espacio natural», sentencia, para incidir en que los furtivos sí provocan un incremento de la carga de trabajo en cuanto a tareas de limpieza. Además, las autoridades del parque han detectado casos curiosos, como la presencia de ciudadanos que acuden desde otras provincias para vivir una jornada de pesca, como sucedió con una furgoneta de furtivos que llegó desde Castellón.

La competencia en la vigilancia del parque está muy repartida. Desde los agentes del Seprona -el parque natural es el único de gestión autonómica con un retén permanente de la Guardia Civil-, hasta los de la Conselleria de Medio Ambiente, pasando por las policías locales de las trece localidades que tienen parte de su término municipal dentro de la zona protegida. «El trabajo que realizan los agentes del Seprona es fundamental, tanto en lo que se refiere a la pesca furtiva como en todos los ámbitos de vigilancia», sentencia Segarra.

La situación tampoco ha pasado inadvertida a los integrantes de la Federación de Pesca de la Comunitat, que agrupa a 11.000 deportistas federados. A pesar de que no es demasiado habitual organizar competiciones en las inmediaciones del lago, sí que han tenido contacto con los furtivos. «Por ejemplo, algo que suele suceder cuando celebramos competiciones en zonas como el puerto de Catarroja es que cuando termina la prueba, se acercan y piden que les des los peces para comer», explican desde la entidad.

«Lógicamente, se los negamos porque nuestros estatutos nos obligan a soltarlos una vez capturados», sentencian, antes de añadir que también se han dado problemas de este tipo en la zona de Fortaleny, uno de los mejores espacios de pesca en agua dulce de España.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias Medio millar de furtivos son denunciados en apenas un año por pescar en la Albufera