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NIEVES MARCOS
Miércoles, 16 de marzo 2011, 01:17
Julio Berzoza, uno de los apenas cuatro sastres que quedan en Valencia, nos recibe en su sastrería de la calle Ruzafa con la tradicional cinta métrica al cuello. «Quedamos muy pocos, pero muy profesionales», afirma.
Suscriptor de LAS PROVINCIAS, se declara fiel al periódico que ha leído durante toda su vida. «A lo largo de los años he notado cambios en el diario, tanto en el contenido como en el formato, pero me sigue gustando igual».
El sastre protege a aguja y tijera su profesión, ya que asegura que un traje a medida no tiene nada que ver con uno de confección. «Los trajes a medida son para los hombres que, además de estética, buscan comodidad», explica.
Existe la creencia de que los trajes hechos a mano son muy caros, pero, según Julio Berzosa, no es cierto. «Un traje a medida cuesta aproximadamente lo mismo que uno de firma internacional, con la misma calidad, aunque con la ventaja de la comodidad, e incluso con mejores acabados».
La sastrería se fundó hace 30 años y además de la costura a medida también tiene una zona de tienda donde se venden camisas, corbatas, suéter de punto y abrigos de caballero.
Precisamente es la tienda la que está sufriendo más la crisis, con una reducción en la ventas de alrededor del 50 por ciento durante los últimos dos años . En la sastrería la situación económica que vive el país se está percibiendo menos. «La demanda se ha reducido poco, en torno a un 20%, quizá porque el tipo de cliente tiene más poder adquisitivo», apunta.
Las prendas a medida no son para personas con una figura especial, aunque sí es cierto que pueden disimular el vientre o el abdomen. El sastre valenciano aclara, sin embargo, que muchos hombres delgados encargan su indumentaria porque «están de moda los trajes entallados y son más confortables».
Berzosa asevera que el oficio de sastre está en extinción porque requiere de un aprendizaje de varios años y el futuro es incierto. «Son cinco años, de los cuales la mayoría se ejercitan en las sastrerías, que es donde se aprende a coser y la parte de corte y prueba en academia».
Este profesional no cree que la tendencia de mano de obra cambie en este gremio y augura que en unos pocos años desaparecerá prácticamente el oficio. «Llegó a haber 450 sastres sólo en la ciudad de Valencia, pero eso es impensable que vuelva a suceder», indica.
Se piensa que fue hace mucho más tiempo, pero la realidad es que el primer traje confeccionado llegó sólo hace 35 años a una tienda de Valencia que se llamaba Warons. «La chaqueta llegó sin mangas y fue un sastre quien se las tuvo que colocar», recuerda el sastre.
Aunque pasan muchos personajes ilustres por la sastrería, a Julio Berzosa no le gusta comentar el nombre de sus clientes. «Nuestra profesión es como la del confesor, escuchar y callar», sentencia.
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