El Ministerio critica en un estudio a su museo de Cerámica en Valencia

Asistir a una exposición es una manera de participar en una ceremonia cultural de élite. Otra cosa es que, después de acudir a un museo, el visitante se haya enterado de algo. Desde el Ministerio de Cultura se pretende perfeccionar el modo en que se organizan y plantean las muestras de obras de arte con el fin de que la estancia en un museo sirva para algo más que alardear de ser culto, a pesar de que la gran mayoría no se entera del tema de lo expuesto.

La subdirectora general de Promoción de las Bellas Artes, Elena Hernando, encargó en 2007 un estudio piloto para establecer un sistema de evaluación de las exposiciones. Se constató la percepción de los visitantes que en tres ciudades distintas acudieron a la misma exposición. El resultado constata en este caso la veracidad del gracejo que asegura que lo que entra por un oído puede salir por el otro, y que pasa igual con lo que se mira.

El 87% de los visitantes que acudieron al Museo de Cerámica González Martí de Valencia, de titularidad y gestión estatal, no lograron entender el significado de las piezas ni la interrelación entre los objetos exhibidos en 'Talaveras de Puebla'. Se trata del peor de los resultados comparativos de las respuestas de los encuestados tanto en Valencia como a las puertas del Museo de América de Madrid y del Museu de Ceràmica de Barcelona. En el recinto madrileño y en el catalán, tanto la comprensión del tema de la exposición como su importancia se entendieron en un porcentaje mucho mayor.

El Ministerio comparó la información ofrecida y la asimilada por los visitantes de la misma muestra itinerante. El museo valenciano fue el que menos conectó con los asistentes a la exposición tras analizar las respuestas de las personas que recorrieron los paneles explicativos y contemplaron la presentación de las piezas entre septiembre 2007 y enero 2008. El Ministerio expone el test piloto en su web.

Las buenas intenciones del departamento que dirige González Sinde aparecen reflejadas en su objetivo de que una exposición «debe contar con niveles informativos que articule un discurso capaz de comunicar eficazmente a nuestros visitantes el significado de las piezas expuestas, relacionándolo con un tema global y promoviendo la integración de todo este conocimiento nuevo». Se trata de una intención que en ocasiones se está muy lejos de cumplir, como en el caso de la muestra en Valencia.

Cultura consideró que el reconocimiento del tema de la exposición «es el parámetro principal para verificar si se ha produción comunicación en la exposición. Las conclusiones de la evaluación señalaron que ni la mitad (el 46,6%) de visitantes del museo valenciano percibió la importancia de lo expuesto y que el 87% no logró entender el tema de la muestra. El Ministerio consideró que el nivel de estudios de los visitantes no influía en los resultados, y que «la comprensión» de los visitantes de la exposición en Valencia «había sido escasa», a pesar de que el material informativo empleado por el museo debería haber paliado tal desconocimiento.

En Barcelona, un 56% asimiló la importancia de la exposición y el 50,5% asimiló la temática de la muestra. En Madrid, un 76% percibió la importancia de lo expuesto y un 77,6% la temática.

«Los visitantes de Valencia no consiguieron identificar la procedencia de las piezas expuestas, ni el significado de sus interrelaciones», señala el estudio de Cultura, que indica que la «gran mayoría percibió la exposición como un único conjunto indiferenciado de piezas bonitas sin lograr entender el significado de las mismas ni de sus interrelaciones».

El modo en que se presentó la información al visitante, según el Ministerio, explica las diferencias en la comprensión de la muestra. En nuevas ocasiones, el visitante del González Martí deberá estar más atento y el museo ser más preciso a la hora de informar sobre las obras de arte que expone.