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Culturas

LA MISERABLE ATRACCIÓN HACIA LO GRATUITO

POR PAULA PONS

Viernes, 15 de abril 2011, 11:02

Por una camiseta gratis, se mata. En sentido metafórico. Nos lo contaba el profesor al principio de la clase mientras los alumnos soltábamos risitas de desprecio ante aquellos que adoptan la mísera actitud de acaparar el chusco regalo sea cuál sea. Hablábamos de los juegos que se insertan en la publicidad para atraer posibles clientes y de los regalos, casi siempre cutres, que nos ofrecen bancos, compañías de telefonía, páginas web o marcas de bebida. Existen auténticos profesionales de lo gratuito. Una de estas especies son los habituales canaperos, aquellos que en cualquier tipo de evento vigilan las puertas del lugar exacto por donde saldrá el camarero con las bandejas y se abalanzan cual lobos hambrientos para conseguir el pincho rancio de tortilla. Otro colectivo es el de las señoras que en los grandes almacenes van por los pasillos a la caza de cualquier muestra de perfume por mínima que sea. Aunque quizá, los reyes de la manada son aquellos que en las ferias de muestras recorren todos los stands preguntando con toda su jeta si regalan algo.

En el descanso de la clase, un compañero que trabaja en una popular marca de cosméticos tirando a baratera, trajo a las señoritas universitarias una bolsa llena de cremas y potingues varios para lucir más guapas, más delgadas y más felices. En cuanto vimos el escaparate que nos había preparado, una veintena de hienas salvajes nos lanzamos a pillar todo lo que cabía en nuestras manos. Cuando deposité el botín en mi bolso me di cuenta que tenía en mi poder unos 50 sobres de crema anticelulítica, problema que afortunadamente nunca he padecido. Les di algunos a mis compañeras, pero guardé otros. Nunca se sabe. Además, eran gratis.

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