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H. E.
Domingo, 17 de abril 2011, 15:29
Pasadas las seis de la tarde, apareció por Guillem de Castro el que fuera líder de Esquerra Republicana de Catalunya Josep Lluís Carod Rovira. De negro, al estilo Eugenio, a pesar de que el 'marujo' matutino se convirtió por la tarde en cierto bochorno caluroso. Bien protegido por sus escoltas buscó la cabecera de la manifestación entre foto y foto con sus fans a los que se les apareció su Mesías.
Al final, encontró sitio en la tercera pancarta, la de Acció Cultural del País Valencià. Se notó desde el minuto uno que Carod-Rovira es pancartero profesional. La experiencia es un grado y fue el único que cruzó sus muñecas para descansar sus brazos en una manifestación que contó con gente, mucha gente. Para que no haya guerra de cifras se puede decir varios miles.
Eliseu Climent, que desde hace décadas vive a la sopa boba con el debate del catalanismo, inauguró la marcha con el símil de que allí se vivían las mismas sensaciones que en la plaza de la Libertad de El Cairo. En este caso, Camps ejerció de Mubarak. Cada uno vive su realidad.
En la segunda pancarta, bajo el lema «Llibertat d'expressió», se colgó una auténtica macedonia política. Las socialistas Carmen Ninet (responsable de la campaña del PSPV) e Isabel Escudero; la diputada de Compromís Mónica Oltra, y la coordinadora de EU, Marga Sanz. La fila la completaron Josep Guia del PSAN y Joan Ridao, de ERC, que pusieron de manifiesto que los de Esquerra eran mayoría.
Pero casi ninguna presencia eclipsó la noticia de la ausencia. Ni un sólo representante de peso del Bloc Nacionalista Valencià. Bajo la pancarta genérica de Compromís, en la que estaban Ribó, Mollà y Grezzi, se podía leer el logo obligado del Bloc. En la cola de la manifestación, se pudo ver con timidez alguna bandera del Bloc Jove. Nada más. Sin noticias de Morera o Pañella, más interesados en sus actos electorales que en dar soporte a un Eliseu Climent en el que parece que ya no creen. La Convergència i Unió de Mas, espejo para los nacionalistas del Bloc, busca nuevas vías de acuerdo con la Comunitat lejos de una debate de décadas que, entre otras cosas, ha servido para alimentar la cuenta corriente de Acció Cultural mediante millonarias subvenciones.
La manifestación terminó en las torres de Serranos, donde centenares de personas habían llegado mucho antes que la cabecera de la manifestación para coger buen sitio y escuchar las tres canciones que cantó Lluís Llach arriba de un camión típico de una manifestación del orgullo gay. Porque el cantautor, que se marchó escoltado, era el verdadero reclamo de la marcha. En las torres ondeó la Senyera con franja azul coronada con protección policial mientras el gentío reclamó que se viera TV3.
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