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Agricultura

DESPÓTICA CACICADA

CIRILO ARNANDIS

Domingo, 24 de abril 2011, 02:22

La Comisión Europea exige que las etiquetas de los cítricos especifiquen los tratamientos aplicados en la postcosecha, requisito que no afecta a otras frutas, cuya piel sí es susceptible de ser comida, como la de la pera, la manzana, y un largo etcétera. La piel de la naranja no se come, como todo el mundo sabe.

El Ejecutivo comunitario continúa aplicando una errática política agraria que en nada beneficia al producto,r ni tampoco al consumidor. El despropósito es tan grandioso que la propia Comisión Europea había previsto anular esa obligatoriedad de poner en las etiquetas de los cítricos los tratamientos post cosecha.

De hecho, Bruselas ya tenía elaborado el borrador de Reglamento que eliminaba esa obligatoriedad de especificar los tratamientos efectuados para asegurar el mantenimiento de la calidad de los frutos durante el proceso de comercialización, de conformidad con el acuerdo alcanzado en los organismos internacionales que regulan precisamente las normas de calidad del comercio. Pero ha habido vuelta atrás.

O sea, que la Comisión Europea no tiene postura definida en una cuestión tan fundamental para los cítricos españoles en general y valencianos en particular, que lideramos las exportaciones en fresco dentro del concierto internacional.

No se entiende la permanencia de una normativa únicamente discriminatoria para los cítricos y que a su vez puede generar desconfianza en el consumidor. El hecho de que solo se tenga que incluir el tratamiento postcosecha en las etiquetas de los cítricos y no en el caso de otras frutas, donde la piel se puede comer, es insostenible.

Esta acción inquisitorial de la tecnocracia comunitaria, desdiciéndose tras haberse posicionado a favor del sector citrícola, incide de modo directo en el mercado, mermando nuestra competitividad de un modo gratuito, incomprensible e inasumible.

Este es un ejemplo claro de medidas que son auténticos palos en las ruedas de un sector dinámico, y del inexplicable comportamiento de la Comisión Europea, que debería huir de desequilibrar a la citricultura.

A la atávica discriminación que siempre ha sufrido la citricultura española, ahora nos agregan nuevas artimañas. Lo indigno es que todavía esperamos a que nuestros políticos se pongan serios alguna vez en Bruselas.

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