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Sábado, 30 de abril 2011, 02:24
Treinta y dos lienzos de diversos tamaños -algunos enormes, como 'Rostro blanco'-, siete esculturas y tres fotografías. La obra de David López (Valencia, 1972) se caracteriza por la diversidad de géneros y de técnicas y materiales (pigmentos naturales sobre placas de cera y resina, estructuras creadas por ordenador y/o láser.). Ante sus cuadros percibe el espectador que se encuentra ante un artista al que le gusta mucho el reto de la pintura. En ese campo de batalla, transita por caminos que se bifurcan: referencias a grandes del arte y motivos personales; lo universal (la crucifixión) y lo íntimo (serie Arrows, Arte es revelación), temas crípticos/privados y alusiones hondas a lo religioso y a la tolerancia (también de los demás hacia nosotros). El cronista, obligado a elegir entre las sucesivas bifurcaciones, se queda con las pequeñas y misteriosas esculturas de técnica mixta sobre cera (hombres con gabán, unos con maletín, otros con caña de pescar), obras que apenas tienen nada que ver con el resto de la exposición, es cierto, pero en las que refulge el poder de la creatividad pura, imprevisible y deliciosa.
Licenciado en Bellas artes por la Politécnica de Valencia y Postgrado en la School of Visual de Nueva York, David López ha expuesto en Valencia, Madrid, París, Nueva York y California. En 2008 ganó el Premio de Pintura Milagros Mir (Ayuntamiento de Catarroja). Su muestra en el Palau puede verse hasta el 17 de julio.
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