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MUSEOS SIN DIRECCIÓN

Es como una ciudad sin alcalde o un Estado sin presidente. Funcionar, funcionan. Pero no hay alma, no hay un programa coherente, no hay liderazgo

JUAN LAGARDERA

Sábado, 30 de abril 2011, 02:40

Es posible que un museo funcione sin director? ¿Cualquier centro cultural? Como poder, puede, desde luego. Como puede funcionar una ciudad sin alcalde o un Estado sin presidente. Funcionar, funcionan. Se pagan los recibos y las nóminas, se recogen los residuos, se encienden las luces. Pero no hay alma, no hay un programa coherente, no hay liderazgo. ¿Se imaginan al Madrid sin Mourinho, al Barça sin Guardiola?

Un problema de ese tenor ha sucedido en las últimas semanas en el Museo de la baronesa viuda de Thyssen en la ciudad de Málaga, donde Carmen Cervera ha impuesto la figura de un director-gerente, experto en contabilidad y economías varias pero con criterio sin contrastar en historia del arte. La primera consecuencia de tal decisión ha sido la fulminante dimisión como asesor del centro de Tomás Llorens. El que fuera director general de Patrimonio en la administración autonómica valenciana -tras una reputada carrera como teórico y comisario artístico, entre otras, en la Bienal de Venecia-, padrino del nacimiento del IVAM, director del Reina Sofía y del propio museo Thyssen-Bornemisza en España catorce años, asesorando incluso a la misma baronesa, supongo, en la adquisición de los Pissarros, Corots, Seurats y otros grandes maestros decimonónicos de tan el agrado de la incipiente coleccionista, Llorens, ya digo, ha dejado a Carmen Cervera. Ella le ha tildado de grosero, él se ha explicado en un medio de comunicación: sin director artístico no es posible hacer funcionar un museo. un gerente no es suficiente, ni siquiera una dirección política, para hacer un museo, a uno digno se refiere el experto valenciano, desde luego.

Aquí en casa, en Valencia, existe también una situación algo parecida y rara, al menos anómala, en algunos centros culturales. El Museo de Bellas Artes, situado en el antiguo edificio del seminario San Pío V, sigue sin director desde hace meses, aguantando el tirón bajo la tutela de un cargo político y un gerente económico. Hablamos de la segunda pinacoteca española en cuanto al valor de sus fondos artísticos, a la espera de una ampliación por parte del Ministerio de Cultura que no llega y con un estatuto de funcionamiento ineficiente y con magros recursos financieros.

Cierto es que el Ministerio está demorando la solución arquitectónica para el conjunto museístico, que apenas ayuda en nada para desarrollar una política de adquisiciones, de cesiones o préstamos. Pero no menos cierto es que desde algunas instancias -el desenfocado Consell Valencià de Cultura- se reivindica la cesión total de la titularidad del museo cuando la Generalitat no ha podido cubrir las expectativas en cuanto a la gestión diaria del mismo.

El San Pío V no cuenta con recursos para compras o exposiciones, ni para ampliar su plantilla de conservadores, ni siquiera puede ofrecer un salario atractivo a un profesor universitario como para que este abandone mando y plaza académica para dirigir un centro artístico que no tiene ni cif ni un patronato donde brillen los grandes y generosos burgueses locales. Nada de nada. Dirigir el San Pío V es, sencillamente, una ruina.

Así las cosas no es extraño que todos sus fondos de pintura del siglo XIX y de principios del XX, estén todavía colgados de mala manera -a lo gabinete, dirán los más conspicuos-, o que casi toda la obra de Muñoz Degrain, el único gran pintor de aliento simbolista en España, no se muestre al público porque están colgadas todas sus piezas unas encima de otras en la buhardilla del antiguo colegio-seminario.

No es eso lo más peculiar del caso. Siguiendo con el XIX, recordemos que existió durante al menos un par de legislaturas un proyecto para la creación de un museo específico de la pintura premoderna en Valencia, atendiendo a ese intenso foco artístico bautizado por el profesor Pérez Rojas -el mejor teórico y difusor de ese período- como «la edad de plata de la pintura valenciana», que no es otra que la masivamente admirada por el gran público valenciano, o sea, Sorolla, Pinazo, Pla, Benlliure, Navarro, Fillol.

De aquel proyecto nada se sabe, ni siquiera hay constancia oficial de su desistimiento. Se habló de llevarlo al Convento del Carmen, incluso se ha comentado una original idea -de Felipe Garín- siguiendo el modelo de Gae Aulenti en el D'Orsay parisino, para aprovechar como futuro museo la maravillosa Estación del Norte de Demetrio Ribes -y de José Mongrell- una vez el uso ferroviario de la misma pase a mejor vida.

Mientras llega todo eso o nada, el Convento del Carmen se ha ido rehabilitando a tramos y allí han empezado a llevarse a cabo exposiciones de todo tipo y naturaleza. Se ha convertido en un espacio-cajón de sastre, a veces kunsthalle a veces sala de exposiciones temáticas, a veces albergando muestras muy ambiciosas como la actual de retratos o, de un modo más sencillo, manteniendo un «espacio Sorolla». como gesto y pleitesía al gigante del naturalismo pictórico. Eso sí, sin director.

Y al igual que ocurre con el proyecto decimonónico, puede decirse aún más de viejas ideas como la de permutar el Convento de la Trinidad para ubicar allí la colección de la pintura gótica, la de la edad de oro, al tratarse el convento con su claustro de una joya gótica en sí, donde escribió sor Isabel de Villena, del que fue médico Jaume Roig, o donde vivió alejada del mundo la reina María, esposa del Magnánimo, y desde donde autorizó la creación del primer colegio de boticarios de Europa, el de Valencia, a los cuales tanto necesitaba para soportar su melancolía.

No menos ocurre con la anunciada y exhibida ampliación del IVAM de los reconocidos Sanaa, de la que poco o nada se sabe salvo que Consuelo Ciscar, cautelosa, afirma que va cumpliendo sus plazos. ¿De este siglo o del que viene?

Lo cierto es que Valencia ha sufrido una severa recesión cultural en materia presupuestaria, lógica teniendo en cuenta la situación económica que atravesamos. El horno no está para florituras, es obvio, y bastante han hecho algunos gestores con mantener la compostura -hablo de la Conselleria de Cultura- a pesar de los importantes recortes, o del propio IVAM, donde se intenta suplir la escasez con imaginación y algo más, hasta el punto de que, para sorpresa de muchos, en plena crisis por allí se ha visto a Jasper Johns, a David Smith con Julio González, incluso a Degas. Ver para creer.

Pero una cosa es hacer de tripas, corazón, poner la creatividad al servicio del ingenio porque ya no hay dinero y otra dirigir sin director. Los proyectos museográficos han de existir, ser coherentes, conducir hacia algún objetivo claro por más que sin recursos. Diré más, posiblemente cuando menos hay más se hace necesario saber cuál es el verdadero destino hacia el que podemos o deseamos avanzar.

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