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PEDRO ORTIZ
Domingo, 8 de mayo 2011, 02:21
Tomás Llorens ha sido director del Instituto Valenciano de Arte Moderno, director del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y conservador-jefe de la colección Thyssen-Bornemisza. Ahí es nada: tres de los mejores museos españoles. Y todo empezó en Valencia, cuando el entonces conseller Císcar le pidió que crease un museo de arte moderno.
-Era el otoño de 1983 y la idea estuvo muy clara desde el principio: había que hacer una colección desde una perspectiva valenciana, pero de proyección internacional. La verdad es que fue una novedad completa. Yo no había trabajado en museos nunca.
-¿Qué hacía cuando le llamó Císcar?
-Estaba de profesor en Portsmouth, pero conocí a Císcar porque comisarié una exposición de Alfaro en Barcelona. Para el IVAM estuvimos viendo distintos emplazamientos posibles. Lo que más me atraía era el Hospital, donde ahora está el MUVIM, y llegamos a hablar con el alcalde, Pérez Casado, pero Asunción, que había sido director general con Císcar, pasó a ser presidente de la Diputación y ofreció el solar donde ahora está el IVAM.
-¿Cuál es el significado concreto de moderno?
-La historia del siglo XX, sin poner demasiado énfasis en la contemporaneidad. Había que poner el énfasis en contar, desde la Valencia de los años 80, la aventura del arte moderno en los años 20 y 30. La siguiente decisión fue empezar con una obra de significación e importancia internacional muy destacada y eso fue lo que conseguimos con Julio González.
-¿Contaba con mucho presupuesto?
-No había un límite muy claro, aunque de ningún modo era viable adquirir un conjunto de obras de grandes artistas españoles del siglo XX, como Picasso, Miró o Gris. Pero se daba la circunstancia que el conjunto mayoritario de la obra de Julio González estaba en mano de los herederos. Fue una colección de obras de primer nivel compradas poco a poco.
-¿Por qué el IVAM es polémico desde el principio pese al gran éxito que alcanza?
-Sobre todo porque defraudaba las expectativas que tenían los artistas contemporáneos. En los años 70, por el antifranquismo, había una gran solidaridad entre los artistas. Los juicios de calidad se suspendían en función del colectivo. Los artistas que pueden vivir de su oficio no son muchos y esperaban, de algún modo, vivir de los museos.
-¿Qué opina de los directores que ha tenido el IVAM?
-Tengo una muy buena opinión de todos. Ser director de un museo es muy difícil porque hay muchas tensiones. Ahora las opiniones sobre el arte contemporáneo se han moderado, pero en los años 80 y 90 la presión del mundo del arte sobre los museos, transmitida a través de los medios de comunicación o de los políticos, hacía muy difícil la labor de director. El ejemplo de que se ha trabajado bien se comprueba al mirar las colecciones. La colección del IVAM es hoy riquísima y el 60% del número de obras han llegado a través de donaciones, la mayoría de los propios artistas. Eso quiere decir que los directores lo han hecho bien. Además, lo que da el tono diario a un museo son sus exposiciones temporales y en eso el IVAM ha tenido una política muy diversa, pero de un nivel alto y bastante coherente.
-¿Ensombrece al San Pío V?
- El San Pío V tiene unas posibilidades extraordinarias y unas colecciones muy interesantes desconocidas en España e incluso en Valencia. El problema del San Pío V es que no ha habido fe por parte de los gobiernos de la Generalitat en ese museo.
-Pero es estatal.
-El Estado colaborará si la Generalitat colabora. Este museo es la asignatura pendiente. En Madrid están El Prado y el Reina Sofía, y en Barcelona el Museo Nacional de Arte de Cataluña. Han florecido en la medida que se han alejado del trasiego cotidiano de la vida política y administrativa. El de Bellas Artes también necesita autonomía, además de una dotación económica suficiente. En Valencia ha habido inversiones muchísimo mayores relacionadas con la cultura.
-El Reina Sofía lo dirigió usted.
-Es donde mi participación personal ha sido menor. Cuando a mí me nombran director, el proyecto arquitectónico ya estaba definido.
-Sin embargo ha declarado que dirigir el Reina Sofía era más complicado que llevar el IVAM.
-Mucho más. El Reina Sofía tenía dos grandes problemas. Uno, la presión del arte contemporáneo a través de las galerías y los colectivos de artistas; querían que se hiciera tabla rasa de la historia del arte español del siglo XX y que se expusiera la transvanguardia italiana o los neoexpresionistas alemanes. La otra fuerza que se interpuso en la creación del museo fue una reacción conservadora: el Reina Sofía se relacionaba con el socialismo de González y sufrió y sufrí campañas muy hostiles por parte de los medios de comunicación de la derecha.
-Siempre ha sostenido que el arte tiene una dimensión política.
-Sí, lo he sostenido, pero ya no lo digo porque eso se presta a malentendidos. No me refiero a la política de partidos. La política de partidos debe estar muy lejos de la gestión y la creación cultural y la creación cultural debe situarse muy lejos de la política de partidos. En los años 80 esas cosas no estaban igual de claras. Ese aspecto de contaminación política se resolvió gracias al acuerdo de Carmen Alborch, ministra de Cultura, con Miguel Ángel Cortés, portavoz del PP en el Congreso. La inteligencia de esas dos personas se debe de reconocer.
-Y el tercero: el Thyssen.
-Era un proyecto totalmente distinto. Aquí la colección ya estaba hecha. Se trataba de afincar y arraigar un museo en la realidad española. Tuve dificultades al principio porque a los patronos les costaba entender la necesidad de exposiciones temporales. El primer año del museo se recibieron 640.000 visitantes; en el cuarto año no se llegaba a 400.000. En ese momento recapacitaron y comprendieron la necesidad de hacer una política de exposiciones temporales continua. Ahora el número de visitantes es de 900.000.
-He leído que no está muy contento con la desaparición de la asignatura de Historia del Arte.
-Estoy muy irritado. Creo que es un suicidio. Europa no va a poder competir económicamente con las economías emergentes y sólo puede ofrecer una cosa: ha sido la gran generadora de ideas del mundo. Nuestro mundo no lo han hecho Confucio o Mahoma; lo ha hecho una tradición en la que está el cristianismo y, sobre todo, el pensamiento, desde Sócrates a Kant. La literatura, la poesía, las artes visuales, la música. eso es lo que es Europa, y es lo que en la educación tiene que primar.
-¿Se puede medir el arte en términos de PIB?
-Los economistas miden como quieren y me da igual. A mí lo que me importa es la realidad y desde luego, la llegada o no de turistas tiene un impacto en la economía. Igual que un museo. La cultura tiene que ver con el PIB, pero sobre todo con la educación.
-¿Qué opina del nuevo proyecto del IVAM?
-Me parece necesario. Y el proyecto del equipo japonés es arquitectónicamente muy atractivo, aunque funcionalmente la cubierta exterior no me parece tan justificable.
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