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HÉCTOR ESTEBAN
Miércoles, 25 de mayo 2011, 02:35
La jornada electoral del 22 de mayo ha escrito el epitafio del valencianismo político de de tinte regionalista. Una debacle con difícil resurrección y que deja la defensa de las señas de identidad en manos de los populares, que días antes de la campaña sellaron un acuerdo con Unión Valenciana. Por el otro extremo, Compromís a través del Bloc aglutina al valencianismo de corte más nacionalista.
Unión Valenciana concurrió hace cuatro años en coalición con Los Verdes Ecopacifistas y Unión de Centro Liberal y obtuvo 22.789 votos en las autonómicas. En las municipales, se hicieron con 20.731 votos y 29 concejales. Cuatro años después de estos resultados, la formación que en su día González Lizondo convirtió en referente en la ciudad no se ha presentado.
La caída de Coalición Valenciana, formación liderada por Juan García Sentandreu, también ha sido significativa. En una legislatura casi ha perdido la mitad de los votos que logró en 2007. En las anteriores autonómicas, el partido de Sentandreu tuvo 17.331 votos en toda la Comunitat.
En estas elecciones su mensaje no ha calado entre un electorado que ha elegido otras opciones. Coalición Valenciana, que ya no cuenta con la inyección económica de la que disponía hace unos años, se ha quedado en 9.338 sufragios el 22 de mayo. A nivel municipal también ha perdido la mitad de los concejales que tenía en los distintos Ayuntamientos. De 20 ha pasado a 10 en tan sólo cuatro años.
Units per València, en principio, parecía el gran beneficiados tras el adiós de la Unión Valenciana de José Manuel Miralles. Pero el partido de Carles Choví, que ha mejorado, no ha obtenido el resultado que esperaba. El hecho de colocar a un buen número de cuneros en las listas (gente que va en una candidatura municipal pero que no es de la localidad) le puede haber restado mutos votos.
Choví es cierto que ha doblado los concejales pero ha pasado de dos a cuatro. Esta formación, que abraza unos postulados de un valencianismo regionalista pero de carácter más moderado, aspiraba a hacerse con alguno más de los 29 concejales que tenía Unión Valenciana. Sus resultados han sido decepcionantes.
A nivel autonómico, las cosas tampoco le han ido mucho mejor al partido de Choví. Sólo ha sumado algo más de mil papeletas en cuatro años y con el viento a favor del adiós de Unión Valenciana. Con este bagaje es muy complicado aspirar a ser la alternativa valencianista en la Comunitat.
El principal beneficiado de la caída de los partidos regionalistas ha sido el PP, que ha sabido articular con éxito el debate de las señas de identidad valencianistas para atraer a todo ese electorado.
Los socialistas, en cambio, se ven lastrados por complejos como las siglas del partido, la lengua y el idioma. Alarte ha tratado de superar ese debate con posiciones más alejadas de postulados de aroma catalanista pero en su partido no se lo han permitido.
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