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PEDRO ORTIZ
Domingo, 29 de mayo 2011, 02:14
Concejal de Paiporta, de Beniparrell y de Valencia, diputado provincial, diputado nacional, Juan Oliver, que ahora descansa en su casa de Paiporta ha dedicado toda su vida a la política. Y aquí recuerda esos años, incluido el momento en el que su único compañero de partido en el Congreso de los Diputados, Vicente González Lizondo, regaló una naranja al presidente del Gobierno, Felipe González.
-Fue un gesto muy populista, pero muy efectivo de cara a la galería. Previamente nos habíamos reunido varios diputados del Grupo Mixto, porque Lizondo y yo formábamos en el grupo mixto, con gente como Rojas Marco, Luis Mardones o Joseba Azkárraga. Estábamos comiendo, cuando nos dijo que iba a sacar la naranja. Intentamos quitárselo de la cabeza, pero bueno...
-Y hubo naranja para Felipe González.
-Cuando ya estábamos sentados en el escaño y le tocó el turno de hablar, el hombre saca la bolsa con la naranja y. Yo le dije: Vicente por favor, la bolsa, no... Llevaba la naranja en una bolsa de El Corte Inglés. Y antes de bajar de la parte superior en la que teníamos los escaños, se metió la bolsa en el bolsillo. Y bajó con la naranja en la mano.
-Hasta la tribuna, donde estaba González.
-La dejó allí encima. Felipe la miraba con miedo: éste me va a dejar aquí una bomba o algo, se ve que pensó. Y enseguida fue corriendo un ujier y se la llevó. Es una anécdota más.
-Una anécdota más de una vida dedicada a la política. ¿Desde cuándo?
-Empiezo a interesarme por la política a los 9 o 10 años.
-Eso sí que es precocidad.
-Había muchachos de mi edad que cada semana llevaban un traje o una camisa distinta, y yo seguía con la misma; que pasan de curso no por estudiar, sino porque tienen dinero; con quienes los Reyes Magos se portan bien, pero no conmigo: a mí me pintan cada año el carrito de un color, pero sigue siendo el mismo carrito. Y entonces eso me crea un espíritu de superación y pienso que habría que hacer algo...
-Creo que habla usted de unos orígenes humildes.
-Mi padre, que había sido soldado del ejército republicano, era pintor de brocha gorda. Cuando mi padre volvió de la guerra, siempre me decía: Xiquet, no te fiques en política.
-Pero se metió.
-A los 19 años ya fui presidente de Acción Católica de Paiporta. Y en 1976 el alcalde me pidió que entrase de concejal en el Ayuntamiento.
-Fue usted concejal franquista
-Por supuesto. Un franquismo muy debilitado. Luego muere Franco y en enero de 1976 se hace una elección entre los concejales; como yo tenía mis inquietudes liberales y católicas, me presenté y perdí. Quien ganó me hizo una persecución bestial y tuve que cesar como concejal.
-Y fundó usted el Centro Democrático y Liberal.
- Los estatutos del Centro Democrático y Liberal los hizo Marco Molines, asesorado por Manuel Broseta, y pronto lo convertimos en la réplica local de la Plataforma Democrática. Allí había también, y como ejemplo, comunistas y socialistas. Luego pasamos a UCD y allí estuve en la ejecutiva provincial con Pin Arboledas y José Luis Olivas.
-Hasta que desapareció UCD.
-Y se forma Coalición Popular. Pero los de Coalición Popular de mi pueblo no me eligieron para las listas porque procedo de las capas bajas de la sociedad. La derecha dura de Paiporta no me quiso. A mí la gente poderosa, la gente que tiene el dinero, nunca me ha tragado. Aún recordaban que me había enfrentado al alcalde en el último tramo del franquismo. Tuve que presentarme por Beniparrell.
-Y por fin UV, la Unión Valenciana de Lizondo.
-En UV hay una leyenda. La fundó oficialmente González Lizondo, pero fue una de las cosas de esas que tenía Vicente. Porque fue Miguel Ramón quien hizo los estatutos del partido, se los dio a Lizondo y le dijo: echa un vistazo a ver qué te parece. ¿Qué qué le parece? No es qué le parece. Es que se va a Madrid con dos compañeros de su fábrica y legaliza el partido. Y consta que el fundador es él cuando en realidad el fundador había sido Miguel Ramón. De todos modos, Miguel no quería figurar porque había sido alcalde de Franco.
-¿Cómo entra usted en contacto con UV?
-A través de Martínez Marco, con el que había coincidido en la Diputación. Pero en UV seguía teniendo problemas en Paiporta, así que me metí de número tres en las listas por Valencia. Era un puesto seguro: Lizondo, Lola García Broch y yo. Y de nuevo portavoz provincial. Tercer ciclo.
-Y al Congreso.
-A los dos años, en el 89, me eligen diputado nacional. Iba de dos en la lista de UV; el primero, lógicamente, era González Lizondo.
-¿Qué recuerda del Congreso?
-Batí todos los records: en cuatro años intervine 1.537 veces, que aparecen en el libro de actas. Doblo al siguiente diputado, que por cierto era valenciano también, Ricardo Peralta, que entonces estaba en IU, no el PSOE.
-Pero luego no repite.
-Cuando llegan las elecciones siguientes, Vicente dice que yo no voy por razones de estética e imagen; que yo soy demasiado bajito y feo, y pone de número dos a Chiquillo y me pide que yo vaya de tres. Y yo le respondo: un partido que juzga a la gente por su estatura y su belleza es un partido nazi y en un partido nazi yo no tengo nada que hacer. Y me voy a casa. Era el 93.
-¿Puedo preguntarle cómo se lo dijo Lizondo?
-Pues como se lo cuento. En realidad no me decía nada y fui yo quien se dirigió a él: oye, Vicente, qué pasa con la lista, que ya. No, es que hem pensat que tal, que per raons estètiques y d'image és millor que vinga Chiquillo de dos y tú de tres. ¡¿Qué?! Y le dije una barbaridad, que prefiero no recordar ahora, porque está muerto. Me fui al día siguiente de UV.
-Vaya final.
-Lizondo ya había estado dos años intentando cargarse a Miguel Ramón, porque Vicente quería ser no solo el líder, sino también el presidente.
-Luego vino el pacto del pollo: Lizondo se alió con Zaplana.
-Ahí es donde Lizondo nos traiciona a mí y a los que votamos UV. Lizondo había prometido que si ellos gobernaban junto al PP acabarían con la enseñanza del catalán en las escuelas y pondrían el valenciano. Por decirlo de otra manera: en vez de lo que ahora enseña la Academia Valenciana de la Lengua enseñarían lo que enseña la Real Academia de Cultura Valenciana. Y en vez de hacer eso, pacta con Zaplana a cambio de tres consellerias y la presidencia de las Cortes para él; a cambio de haber traicionado lo que había prometido.
-Usted también entró en el Consell de Zaplana.
-Bueno, me llamó Joaquín Farnós, conseller de Sanidad, para ser secretario general de la Conselleria. Allí estuve tres años e hicimos la obra cumbre de la sanidad valenciana hasta la nueva Fe: el hospital de Alzira. Cambiamos totalmente el sistema sanitario y todo se desarrollo en mi despacho.
-¿Cómo ve desde la jubilación a la clase política actual?
-Mal: los políticos tienen más espíritu de permanencia que de servicio al pueblo. Todos teníamos una industria, un trabajo y llegábamos con espíritu de sacrificio. Yo dejé de ganar mucho dinero para entrar en UCD. Yo sabía lo que valía un café porque me lo pagaba todos los días. Y ahora.
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