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Lorenzo Agustí, en su última visita a la redacción de LAS PROVINCIAS. :: JUAN JOSÉ MONZÓ
Lorenzo Agustí, el llanero solitario del PP
Politica

Lorenzo Agustí, el llanero solitario del PP

Le acusan de ser ambicioso y a la vez de no calibrar las consecuencias de sus políticas de cara a la galería El alcalde de Paterna rompe esquemas con su política basada en los gestos

FRANCISCO RICÓS

Domingo, 19 de junio 2011, 03:22

Es el chico que se negó a poner carteles electorales y a protagonizar mítines mientras se colaba en primera fila en el acto central de campaña de su oponente. Es ese alcalde que ofrece responsabilidades a los grupos de la oposición y que soporta como la mayoría rechaza el ofrecimiento. Es ese cargo que vende que va ser lo que finalmente no será en la Diputación de Valencia. Es Lorenzo Agustí, el llanero solitario del PP. Un político que vive de cara a la galería.

Al día siguiente de ganar las elecciones, el PP valenciano organizó un acto en su sede de la calle Quart. La resaca sirvió más para ensalzar el triunfo que para realizar un análisis profundo de los resultados. Además del reelegido presidente Camps, de la alcaldesa Barberá y de consellers que se estrenaban como diputados autonómicos, se dieron cita candidatos que habían logrado alcanzar la alcaldía por primera vez, como un exultante Arturo Torró, y otros que revalidaban triunfos.

De entre las decenas de asistentes destacó una imagen, atípica y tierna: Lorenzo Agustí, que había vuelto a barrer a la izquierda en Paterna, acudió con su hijo de dos años. Como el chavalín parecía que no aguantaba más el baño de éxito que se estaban dando los mayores, su padre lo sacó del salón, se sentó con él en un rinconcito y se pusieron a jugar. Cuando finalizó el acto padre e hijo se marcharon sin hacer ruido.

Así es el alcalde de Paterna, un tipo que rompe moldes, un político atípico cuya trayectoria pública está salpicada de gestos que no han dejado margen a la indiferencia y que han evidenciado una cuestión: Agustí es un valor del PP que va por libre, un llanero solitario imprevisible.

De melena abundante, luce un bronceado perpetuo, es un apasionado del reggae de Bob Marley, aunque su aspecto no es el de un rastafari. Todo lo contrario. Es un 'guaperas' -cuentan que electoralmente las mujeres le adoran- que prefiere vestir de una estudiada manera informal (vaqueros, camisa blanca y cazadora o chaqueta sport) y dejar guardados en el armario las corbatas y los trajes.

Lorenzo Agustí es lo que los anglosajones norteamericanos definen como un hombre hecho a sí mismo. Se quedó huérfano cuando era un niño. En unos pocos meses de diferencia perdió a sus padres. Su hermana y él se quedaron solos. Con su esfuerzo y el apoyo de la joven se labró un futuro y se convirtió en arquitecto. Tal vez su pasado le haya llevado a ser ese llanero solitario del PP valenciano. Su padre político es un viejo rockero de la derecha, el alcalde de San Antonio de Benagéber, Eugenio Cañizares, aunque su modelo a seguir es Adolfo Suárez, la figura del centrismo español. Con Eugenio logró su primer sueldo.

En el año 2004 dio un paso que iba a resultar decisivo para la que algunos consideran que es su futura y ambiciosa vida pública: fichó como asesor de Presidencia. De ahí a la candidatura del PP de Paterna en 2007. Adelantó por la izquierda a Pepe Romero, quien fuera presidente local de los populares paterneros y alcalde durante un par de años (1995-97), que buscaba su tercera revancha frente al socialista Francisco Borruey.

Venció contra pronóstico

Pero la dirección del PPCV apostó por aire fresco, cansados de perder en Paterna, y el resultado no pudo ser mejor: Agustí, «un fill del poble» que perdió a sus padres siendo un niño, que había luchado para salir adelante, se alzó vencedor con mayoría absoluta en las elecciones locales de hace cuatro años, a pesar de que ni los dirigentes populares que le ayudaron en la campaña municipal (confiesan hoy todavía) apostaban por su triunfo.

Sus detractores le recriminan que detrás de todos sus gestos se encuentra su ambición, que, por ejemplo, ofrece delegaciones municipales a los tres partidos de oposición en Paterna para dar un golpe mediático y autopromocionarse. Una medida brillante dicen quienes le apoyan. No ha sabido medir las consecuencias porque algunos se las han rechazado y así queda fatal, defienden los no tan amigos. Otros, simplemente creen que lo suyo es un «exceso de protagonismo que intenta disimularlo», a la par de que no calcula las consecuencias de sus gestos.

Incluso los hay que lo califican de «voluble», y aunque ha demostrado «que sabe gobernar» y tiene iniciativa propia, «rompe esquemas en un partido tan asentado y homogéneo como es el PP porque va por libre». Por eso, quizá, el único cargo orgánico que ocupa dentro del partido es la presidencia del PP local de Paterna a pesar de que esta es una de las ciudades más importantes de la Comunitat.

Lo que más le afean sus compañeros de filas de la vertiente más valencianista es la fotografía que se dejó hacer en abril de 2008 junto a Eliseu Climent, el paradigma del catalanismo en Valencia, con motivo de respaldar un monumento a las víctimas de la represión franquista en Paterna, organizado por el Fòrum per la memoria. «Esto nunca lo haría un alcalde del PP, pero sí Agustí», sostiene un cargo orgánico de los populares.

No se le conoce filiación dentro del partido -si está más cercano a las tesis democristianas de Juan Cotino o al liberalismo pragmático de Alfonso Rus- ni tampoco, dicen, se guarda un especial buen recuerdo de su paso por Presidencia ni mantiene buena sintonía con el Palau.

Al año y medio de tomar posesión como alcalde de Paterna no dudó en expulsar a un concejal de su grupo municipal por contratar para el Ayuntamiento con empresas de familiares. Su penúltima decisión, incorporar al Ayuntamiento al empresario Manuel Palma. Les auguran un final explosivo a la relación política de ambos.

Muy polémica, fue su decisión de realizar un referéndum entre la población para ver si los paterneros querían que se celebrasen los tradicionales bous al carrer o se eliminasen esos festejos.

La restrictiva normativa europea sobre el uso de la pólvora en actos festivos, tan propia de la idiosincrasia valenciana, motivó a Agustí a enarbolar la bandera de la defensa del acto más popular de las fiestas mayores de Paterna: la cordà. Fue hasta Bruselas, junto a la Generalitat, para defender esta tradición.

El llanero solitario del PP valenciano se dio cuenta de que se había caído del caballo el viernes por la tarde. Creía, y así lo había vendido, que iba a salir de la calle Quart investido como diputado provincial pero se había escurrido de la montura cientos de metros antes de llegar a la meta. Ha sido otro tiro fallido del que sus detractores se alegran por debajo del bigote.

«Lo primero que tiene que hacer es aclararse y decidir qué quiere ser de mayor», le aconseja un veterano del PP valenciano. A pensar.

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