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Azud de la Font del Sapo, en Banyeres de Mariola. :: JOSEP M. MARTÍNEZ
Comunitat

La amenaza sobre los azudes centenarios se extiende a cinco ríos

Asociaciones nacionales e internacionales piden al Gobierno que preserve las presas, algunas con más de dos siglos de antigüedad

J. BATISTA

Lunes, 20 de junio 2011, 02:43

La Estrategia Nacional de Restauración de Ríos, un ambicioso proyecto que busca recuperar la morfología natural de las cuencas españolas, supondrá la desaparición de numerosas piezas del patrimonio hidráulico de la Comunitat situadas en cinco ríos valencianos. En algunos casos se trata de obras centenarias, como el Azud de la Font del Sapo, en el Vinalopó, que está datado en el siglo XVIII, y en otros, de vestigios de centrales eléctricas primitivas. Esto ha provocado rechazo de ayuntamientos, plataformas ciudadanas y asociaciones, que en los últimos días han llegado a remitir cartas a la ministra Rosa Aguilar para evitar la demolición de las estructuras.

Es algo parecido a lo sucedido con el azud de la Marquesa, donde ya ha empezado el derribo para su posterior reconstrucción, si bien la actuación no está dentro de la Estrategia aunque persigue el mismo fin.

El plan, impulsado por el Ministerio de Medio Ambiente, se divide en actuaciones en tramos degradados que ejecutan las Confederación Hidrográficas. En el caso valenciano, supondrá la demolición de presas en el Vinalopó (cinco), Serpis (tres) y Mijares (cuatro). Además, se trabaja en el proyecto del Júcar (se prevé eliminar 2) y en el del Turia (1). También se actuará en los ríos Cabriel, Magro y Verde, aunque no habrán demoliciones.

Según fuentes de la Confederación del Júcar (CHJ), en el caso de los dos principales ríos de la Comunitat los proyectos todavía no se han terminado, si bien es cierto que existe un esbozo donde se esgrimen las líneas maestras de la actuación, empleado para darla a conocer durante las jornadas de participación publica del proyecto.

La Estrategia tiene ya varios años y responde a la necesidad de conseguir la mejor calidad ecológica de los ríos en 2015, una exigencia de la Directiva Marco del Agua. A grandes rasgos, se persigue devolver los tramos a su estado natural. Se prevé eliminar flora invasora, ampliar los cauces sobre terrenos agrícolas próximos, retirar residuos, rehabilitar riberas y garantizar la continuidad transversal, esto es, evitar el efecto barrera de azudes y compuertas, al considerar que suponen un salto infranqueable para los peces. Se proponen derribos si están en desuso o adecuaciones para posibilitar el paso de la fauna.

El día 13, María Rosa Suárez-Inclán, presidenta del Comité Nacional del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS), remitió una carta a la ministra de Medio Ambiente trasladando su preocupación por los proyectos de la Estrategia.

«El Plan contribuirá sin duda al saneamiento de nuestros ríos, pero también está provocando una alarmante e innecesaria destrucción de elementos positivos, no contaminantes ni consumidores de caudal, sino beneficiosos desde un punto de vista ecológico por la producción de oxígeno generada por su fuerza motriz y su función de reserva estival para la preservación de especies fluviales», reza la misiva en relación a los azudes y molinos asociados, «elementos estos que constituyen, además, una riqueza patrimonial de gran importancia en sentido histórico, cultural y paisajístico».

En la actualidad, ICOMOS es una oenegé que asesora a la Unesco en materia de patrimonio cultural, y este año dedicó el Día Internacional de los Monumentos y los Sitios, precisamente, a los elementos históricos relacionados con el agua.

Algo parecido sucedió a finales de 2010. En este caso, la carta fue remitida por el presidente de la Asociación para la Conservación y Estudio de los Molinos, Antxon Aguirre. «Las acciones que más nos inquietan son la eliminación de los azudes, elementos indispensables en los molinos, batanes, ferrerías, serrerías y otros ingenios que utilizan el agua retenida en los azudes». Además, argumenta que «no consumen el agua con la cual trabajan ni la contaminan».

También ha existido rechazo municipal. En el caso del Serpis, durante la fase de participación pública se consiguió preservar dos de las cinco estructuras a demoler (la del Infern y la de Morú), vinculadas con la producción eléctrica. Sin embargo, el Ayuntamiento opta por mantener todas las presas.

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