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XIMO ROSELLÓ
Miércoles, 10 de agosto 2011, 10:00
Fotos: Los ejemplares raros más comunes
La etiqueta de «mejor amigo del hombre» corre peligro en el mundo canino. Cada vez es más habitual que aves de medio metro o pequeños roedores den la bienvenida a los valencianos en sus casas. Adiós a los Bobby, Canela o Blanquita de toda la vida que recibían a su amo con maullidos y ladridos. Tener animales exóticos está de moda pero éstos crecen y algunos de ellos a gran escala. No son juguetes, al contrario. Cada especie necesita una adaptación a su hábitat y unas condiciones para la supervivencia.
La clínica veterinaria Selvática es la primera en Valencia que se dedica únicamente a tratar animales exóticos. Los socios José Villora y Sonia Maestre aconsejan qué tipo de cuidados deben dar los propietarios a sus mascotas y advierten de las enfermedades más comunes. Los reptiles, por ejemplo, «necesitan una humedad adecuada y luz ultravioleta que imite la del sol, además de una variación de temperatura similar a la del día». Si no tienen una luz adecuada «pueden llegar a sufrir descalificación», asegura José.
Akira es una iguana de ocho años que hace las delicias de Carla Castells. «No entiendo a los que compran por capricho y luego abandonan a sus mascotas». En cuanto al modo de crecer de su iguana, Carla explica que ha tenido que agrandar el hogar a medida que iba creciendo. Akira, como buen reptil, necesita «terrarios altos para trepar y arena donde esconderse». «Debido a la humedad muda de piel y necesita la luz ultravioleta porque le proporciona vitaminas». Sin embargo, lo mejor para su criaturita es la luz del sol, por eso Carla saca su iguana por la terraza. «Antes la llevaba de la mano a pasear, ahora es demasiado grande. Dejo que se entretenga con las plantas de la terraza».
Oriana Viedma, del hospital veterinario Stolz, habla sobre los estados depresivos de los animales si no se les proporciona los cuidados necesarios. Algunas serpientes son capaces de sufrir anorexia a causa del estrés, por ejemplo, cuando «no tienen sitio para esconderse por la arena». «Necesitan un lugar donde rascarse», añade. En cuanto a las aves, requieren un ambiente «enriquecido. Tienen que estar entretenidos, pueden llegar a autolesionarse a picotazos si se les ignora», afirma.
Benjamín Fora es uno de los que aman a los animales alados. Desde hace dos meses tiene a Berta, un guacamayo para el que estuvo «ahorrando cinco años». Insiste que hay que darle «dosis de cariño». «Cuando llego, no para de decirme hola hasta que le saludo y si está comiendo y me acerco deja la comida para que le pueda acariciar», cuenta su dueño.
Benjamín advierte que cualquier ciudadano no puede tener como compañero de piso a un guacamayo, porque no es el pájaro adecuado para vivir en un piso: «cuando se enfada, grita». «Hasta los cinco años son muy cariñosos, luego van un poco más a su aire y pueden vivir 90 años. Una mascota así tiene que ser para toda la vida». Aconseja que lo más importante es «informarse antes de adquirirlo».
Francisco Castro es un gran conocedor de las mascotas exóticas. Dueño de Boutique de Animales Xuxet, es propietario una cotorra que ya ha cumplido 19 años. «Primero no se fiaba de mí porque, anteriormente había sido maltratada. Me costó un año que no intentara picarme cuando le daba de comer». Ahora, continúa Francisco, «se sube a mi hombro y me sigue a todos los lados. Soy su pareja». Otra de sus mascotas es Kimba, una pitón real que se la coloca alrededor del cuello sin miedo alguno. «Kimba es muy asustadiza, no ataca». Las serpientes necesitan, sobre todo, una alimentación adecuada y un hogar donde poder trepar».
Castro, además, tiene un yaco al que también quiere mucho. «Cuando llego a casa, el primero en saludarme siempre es él diciéndome 'hola papi'». Advierte que no habla sino que sólo asocia hechos con palabras. «Por ejemplo, cuando me ve comer, a veces dice 'qué rico'».
Uno de los animales exóticos más cariñosos entre los mamíferos es el conocido como perrito de la pradera, que está disponible en la tienda Tropical Manises. Estos roedores se asemejan a la ardilla pero su sociabilidad y el sonido de sus «ladridos» recuerdan al carácter de un perro. Otros más asequibles de esta especie son los hurones y las chinchillas, ambos muy sociables.
Fuffly se llama una de las chinchillas de Ramón Tortajada. «Quería una y encontré por casualidad la protectora La Madriguera así que preferí adoptarla a comprarme una». Cuando habla de sus cuidados, asegura que lo más importante es «controlar su alimento, le doy pienso específico tres veces al día, eno y verduras y frutos secos una sola vez». Ramón afirma que también hay que proporcionarle gran cantidad de agua y alguna fruta. «A Fuffly la que más le gusta es la manzana».
Al ser una mascota adoptaba, no fue fácil la adaptación. «Al principio a la chinchilla le costaba venir donde yo estaba, pero al poco tiempo empezó a reconocerme y a saber quién era el que le daba de comer. Ahora se me sube al hombro y le encanta que le rasque la barbilla».
A Kiti, la coatí que posee Mar Saez, también le costó coger confianza con su dueña pero al poco tiempo ya estaba subiéndose «por nuestras cabezas, le encantaba escarbarnos el pelo». En su dieta solía prevalecer las frutos y el huevo duro para que ella misma lo rompiera. La mascota vivía en una jaula. «Le habilitamos un tronco para colgarse, una zona con un riachuelo y otra con arena. Además de una caseta y paja para su nido». Mar sostiene que estaban pensando en ampliar la jaula para buscarle una pareja pero no sobrevivió el último invierno. Estos animales comen mucho más en la época estival y «nosotros, a partir de junio, íbamos al chalet donde lo hinchábamos, menos el verano pasado que no pudimos. Entonces le tuvimos que dar más pienso y, por eso, tal vez no le dimos la suficiente comida y no superó el invierno».
Los animales exóticos pueden ser el mejor amigo del hombre si éste dispone de los conocimientos suficientes para alimentar a la mascota y para crear el hábitat adecuado a cada especie. Los hurones, las serpientes y las cacatúas pueden ser excelentes compañeros de piso si sus propietarios están preparados para convivir con ellos. Por todo lo demás, tan sólo queda disfrutar de su compañía.
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