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MIRACLES HERNÁNDEZ
Sábado, 27 de agosto 2011, 02:47
«Es de otro planeta», cuchichean los pilotos. «Va a una velocidad imposible», murmuran desconcertados. La sorpresa y el misterio reinan en la noche. No tienen ninguna explicación lógica y mejor si los soldados de guardia no se percatan. Pero la curiosidad de Jafo es grande. Muy grande. Ese día está de guardia en el barracón de alarma del aeropuerto de Manises y desea conocer «todos los detalles» de lo sucedido. Un avión comercial acababa de realizar un aterrizaje de emergencia en el aeropuerto de Manises tras ser perseguido por un ovni, un objeto volante no identificado. A partir de este momento, comienza a escribirse la historia del 'caso Manises', uno de los fenómenos más conocidos de la ufología española que data del 11 de noviembre de 1979 y del que este joven soldado, entonces veinteañero, fue testigo de primera mano.
Era el avión 'Super Caravelle' de la compañía TAE. Con 109 pasajeros a bordo, en su mayoría alemanes y austríacos procedentes de Salzburgo, había despegado unos minutos antes de las once de la noche desde el aeropuerto de Son San Juan. Cubría el vuelo TAE 297 entre Palma de Mallorca y Tenerife. A los mandos, el comandante Javier Lerdo de Tejada, un piloto con más de 14 años de experiencia y 8.000 horas de vuelo. Le acompañaban el copiloto, Ramón Zuazu, y el mecánico, Francisco Javier Rodríguez.
A las 23:05 horas se produjo la primera señal de alerta. El comandante del vuelo y el copiloto divisaron una extraña luz desde la cabina que se acercaba progresivamente a la aeronave. Estaban en medio del Mediterráneo. Y la tripulació, aterrada.
Los pilotos apagaron las luces de la cabina para poder ver mejor el exterior. Fue entonces cuando el mecánico divisó por primera vez «dos luces rojas» en el lado izquierdo del avión. Unas luces que, súbitamente, se acercaron a la areronave a gran velocidad.
Comenzó entonces un secuencia de comunicaciónes registradas en las que el comandante pedía a control de Barcelona confirmación de si existía tráfico cercano: «TAE no tenemos ningún tráfico cercano procedente en esa ruta. Es usted el único que procede de Ibiza - Alicante». Un silencio sepulcral embargaba el ambiente.
Las luces subían, bajaban, se acercaban y se alejaban. El comandante decidió ascender a 28.000 pies pero las misteriosas luces continuaban allí. Como si se tratara de un juego, les perseguían a gran velocidad. El nerviosismo cundió en la cabina y el comandante decidió cambiar el rumbo y aterrizar.
Algunas personas de servicio del aeropuerto de Manises vieron a este objeto volante no identificado en el cielo de Manises. Es el caso del entonces director del aeropuero, Miguel Morlán, quien aseguró que no sintió miedo. «Lo más importante era que el aeropuerto funcionara con normalidad y transmitir tranquilidad a los pasajeros de la compañía TAE», aseguró.
El jefe de Seguridad del aeropuerto en aquellos días, Salvador Tomas, también divisó las luces junto a los técnicos de la torre de control y los militares de la base Aérea de Manises, entonces activa y operativa.
Fue entonces cuando el capitán Fernando Cámara salióde la base de Los Llanos, en Albacete, con su 'Mirage F-1' y en pocos minutos se plantó en Manises con el objetivo de ver qué eran aquellas luces. En el programa 'Cuarto Milenio', Cámara explicó las anomalías que advirtió en su radar durante el vuelo con el caza de combate y de cómo, al ponerse «las luces en movimiento» las siguió hasta llegar a las inmediaciones de Zaragoza.
Desde el aeropuerto valenciano también despegó esa noche un 'Mirage F-3' armado por orden de la máxima autoridad de la base Aérea de Manises, según ha explicado en exclusiva para LAS PROVINCIAS, Jafo, el soldado que aquella noche hacía la guardia en el barracón de alarma del aeródromo. «Nadie confirmó que saliera para ver qué eran esas luces pero era obvio», ha explicado. «Iba a una velocidad de Match-2, dos veces la velocidad del sonido», ha asegurado.
Numerosas investigaciones posteriores trataron de explicar este fenómeno. Algunos apuntaron la hipótesis de que las luces divisadas podrían corresponder a las chimeneas de una fábrica de Cartagena. Una conjetura que los testigos negaron con rotundidad. Tras más de tres décadas, y con la sentencia del juez instructor del caso que confirma «la existencia de un tráfico no identificado en la zona de procedencia desconocida», el misterio, a día de hoy, continúa abierto.
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