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M. HERNÁNDEZ
Viernes, 16 de septiembre 2011, 12:45
Lucas lloriquea. No quiere vestirse ni lavarse. Tampoco tomarse el desayuno. Ni siquiera levantarse. Acurrucado en la cama inventa mil excusas. Está seguro de que, si logra una convincente, se quedará en casa. Así ha sido durante el verano. ¿Por qué iba a ser diferente ahora, porque comienza el colegio? Pues él cree que no irá. Así, con rabietas como la de Lucas, lloros y muchas sonrisas, más de 456.000 niños comenzaron ayer el curso escolar en las clases de Infantil y Primaria.
«Me ha costado barbaridades convencerlo, quería quedarse a jugar con su hermano mayor en casa», comentaba Josefa, la madre de Lucas. «Ha venido todo el trayecto llorando y no ha probado ni un sorbo de leche», apuntó a las puertas del colegio Vicente Gaos.
Lo más destacable del día, más allá del alivio de algunos padres, fue que no se produjeron apenas problemas. Según la información facilitada por la Conselleria de Educación, las incidencias afectaron al 0,23% del total de alumnado que volvió a las aulas, lo que se traduce en apenas un millar de escolares.
Las mismas fuentes explicaron que la mayoría de problemas se debieron a bajas del profesorado (de maternidad y por enfermedad), así como a la ausencia de los docentes que conocieron a última hora la plaza que iban a ocupar, pues disponen de tres días para incorporarse a su lugar de trabajo.
Algunos padres también se encontraron con sorpresas desagradables. Sucedió en el colegio público José Soto Micó, situado en el distrito de Jesús. Tal y como explicaron algunos progenitores, cuando llegaron al centro se encontraron con que no se habían arreglado los voladizos que dan al patio, que se desprendieron el pasado 8 de junio. Los desperfectos condicionaron el final del curso, pues fue necesario, por prevención, reubicar en otros espacios cuatro aulas que resultaron afectadas por el incidente. Sin embargo, ayer sí se pudieron habilitar dos de ellas después del visto bueno de los técnicos de la Conselleria. La previsión es que hoy se inicien los trabajos para recolocar los parasoles caídos.
Más grave fue el caso de los 50 niños del Colegio 8 de Abril de San Antonio de Benagéber, que no pudieron iniciar las clases por las obras que se acometen a contrarreloj en las aulas prefabricadas. El alcalde Eugenio Cañizares afirmó que será el lunes cuando los niños vuelvan a la rutina escolar.
Pese a todo, en el día de ayer predominaron las actitudes positivas. Como la de Sara, que comenzaba 3º de Primaria y, según su madre, Edna Benavides, se despertó «con mucha ilusión, se ha cepillado los dientes y se ha vestido en un tiempo récord». Incluso tenía la mochila preparada «desde la tarde anterior», explicó. Algo parecido les pasó a los hermanos Juan y Lucas. «Estaban nerviosos y se han levantado como balas», afirmó su madre Carmen.
También se mostraba radiante Hugo después de disfrutar de su primera clase de 3º de Primaria. «Hemos rellenado la agenda y nos han puesto un examen de inglés», explicó el pequeño, visiblemente emocionado. «Tengo muchos profesores nuevos», sentenció.
La pequeña Marcela también salió entusiasmada de las clases de 1º de Primaria. «He jugado con mis amigas y hemos dibujado y pintado. Los profesores son buenos», comentó a las puertas del colegio Mestalla.
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