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C. VELASCO
Viernes, 7 de octubre 2011, 11:19
Vicente Todolí (Palmera, 1958) es al arte lo que el Bulli a la cocina. Si en 2010 Ferran Adrià se colocó el birrete como doctor honoris causa en la Universidad Politécnica, el turno fue ayer para el exdirector de la Tate Modern de Londres, que se mueve en los fogones del arte con talento y pasión. Hace más de 27 años, Todolí renunció a doctorarse como historiador de arte para entregarse a lo que realmente le entusiasmaba: los museos. Eligió cuadros a títulos. No se equivocó. Fue director artístico del IVAM, estuvo al frente del Museo de Arte Contemporáneo Serralves (Oporto) y fue el responsable de la Tate londinense. Tras su recorrido, Todolí logró ayer cerrar su círculo universitario: fue nombrado doctor honoris causa por la Universidad Politécnica de Valencia.
El experto en arte no desea ocupar los despachos de ninguna galería ni pinacoteca porque, cuando dirigía la Tate, el 80% del tiempo lo dedicaba a «negociar con patrocinadores y hablar con donantes», con lo que sólo destinaba «el 20% al arte». Desde que se apeó de la Tate hasta ahora, Todolí ha recibido numerosas ofertas laborales pero «ninguna de la Comunitat», aunque aclaró que no volvería a trabajar en instituciones y países donde ya ha estado. Añadió: «Ya devolví lo que la ciudad me dió»
Todolí quiere entregarse a su pasión, aquella por la que dejó sus estudios en la última fase académica. Un ejemplo de su voluntad: el valenciano desmintió que fuera a dirigir el Centro de Arte Botín en Santander. Aclaró que es presidente del Consejo Asesor de la institución y, desde hace 10 años, forma parte de la Fundación Botín «como de muchas otras».
Por su pasado en el IVAM, Todolí, a preguntas de los periodistas, no pudo evitar referirse a la pinacoteca que dirige Consuelo Císcar. Avisó: «Yo no soy neutral». Y confesó: «Hace 15 años que no piso el IVAM». A partir de estas matizaciones, Todolí jugó con las palabras para no criticar abiertamente la gestión del museo. Así, aseguró que la Tate no intercambiaba obra con el IVAM, pero sí con el Reina Sofía de Madrid y el MacBa de Barcelona. Eludió dar su opinión sobre cómo se observa al IVAM fuera de España y defendió que los directores de museos han de ser elegidos por concurso de méritos y no designados por las autoridades políticas. «Así llegué yo a la Tate, donde el intrusismo político era inaceptable», matizó.
En este aspecto, Todolí se mostró un aférrimo defensor de «la división de poderes porque es la base de la democracia» y consideró que la injerencia política es impensable en las pinacotecas del centro de Europa, pero más habitual en los países del sur. Aún así «es tremendo que se censuren exposiciones», algo que ha sucedido en Washington, citó Todolí, originando grandes «escándalos».
El efecto Guggenheim
En su discurso de investidura, Todolí se refirió al efecto Guggenheim Bilbao, «que ha puesto un énfasis innecesario y perjudicial en el continente y no en el contendio». El exdirector artístico del IVAM defendió que la programación y la colección definen a un museo y «no un edificio más o menos vistosos, firmado por un arquitecto más o menos estrella».
En esta línea, Todolí afirmó que que «cada vez es más difícil encontrar instituciones que estén al servicio del arte, por lo que se entra en un círculo vicioso en el que el público pide lo mismo porque siempre se le da lo mismo, y esto causa un esto emprobecimiento cultural».
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