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F. RICÓS
Viernes, 7 de octubre 2011, 11:19
No se fían de él. El alcalde de Paterna, Lorenzo Agustí, se ha quedado sin un solo apoyo dentro del PP valenciano. Al que fuera asesor de Francisco Camps hace un par de legislaturas lo enviaron del Palau rumbo a Paterna y desde entonces, tras ganar la alcaldía en 2007, no ha parado de granjearse la desconfianza de los suyos hasta el punto de que ningún dirigente del PP lo quiere a su lado. Nadie lo sostiene y en las elecciones del 20-N va a volver a quedarse fuera de una lista.
En plena época de elaboración de la candidatura del PP valenciano al Congreso, Agustí no aparece en ninguna quiniela, a pesar de sus movimientos. Ningún dirigente popular quiere dar la cara por el alcalde de Paterna porque temen que les deje en evidencia.
Agustí está deseoso por tener un sillón más apetecible que el de alcalde de Paterna. Un sillón que le confiera prestigio y le ayude a escalar. En los momentos más duros por los que atravesó Francisco Camps cuando era presidente de la Generalitat, Agustí no escondía que sus ansias no se centraban en las ancestrales cuevas de Paterna sino en saborear el gótico del Palau de la calle Caballeros. Camps lo colocó en la lista autonómica pero en el puesto 27 por Valencia a sabiendas de que Agustí iba a quedarse fuera. Resultó una decepción para el alcalde de Paterna, pero más todavía, fue todo un aviso.
Alfonso Rus, presidente provincial del PP valenciano, también conoce a Agustí. Tras revalidar la alcaldía el pasado 22 de mayo pero quedarse fuera de Les Corts, como estaba previsto, Lorenzo Agustí le planteó claramente al líder provincial de los populares que tenía que ser diputado provincial. Rus tomó buena nota y el 17 de junio dejó fuera de la Diputación a Agustí ante su incredulidad. El de Paterna había acudido a la reunión creyendo que estaba investido con los honores de la representación provincial. Agustí llegó tarde a aquella cita y fue el primero en abandonarla.
Rus también criticó abiertamente en junio una iniciativa de Agustí en su Ayuntamiento: ofrecer a la oposición entrar en el Gobierno local, oferta que le rechazaron y lo dejaron en evidencia.
Agustí tampoco tiene la estima de la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, especialmente después de que Paterna se desmarcase de todo el PP valenciano y votase en contra de subir la tasa de basuras del Emtre. Agustí dejó en evidencia a todos los populares y, en especial, al Ayuntamiento de Valencia, cuestión que Barberá ni perdona ni olvida.
La penúltima de Agustí fue el 18 de septiembre, al afirmar que las diputaciones no tienen futuro. El presidente provincial le contestó llamándole «Sisí», al compararlo con un alcalde que decía todo lo que los demás querían escuchar «y al final lo echaron». Advertencia 'made in' Alfonso Rus.
El presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, tras las críticas de Agustí a la Diputación, no lo ha recibido pese al interés del alcalde.
Sentó también muy mal en el seno del PPCV que en abril de 2008 Agustí respaldara un monumento a las víctimas del franquismo, con lo que daba pábulo a la estrategia guerracivilista del Gobierno socialista de Rodríguez Zapatero. Tampoco le perdonan que les puentee desde hace tiempo, como en plena crisis de Gürtel, con sus viajes a la calle Génova en busca de apoyos.
Y si los líderes populares no hablan bien en público de Agustí, en privado, menos. Lo califican de voluble, que gobierna para la galería, que tras sus gestos se esconde una ambición sin límite e incluso le aconsejan que debe «aclararse y decidir qué quiere ser de mayor».
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