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J. BATISTA
Sábado, 8 de octubre 2011, 02:51
FOTOS: Proyecto medioambiental para recuperar la quema de la paja del arroz de la Albufera
La partida de L'Estell, situada en las inmediaciones de la pedanía valenciana de El Palmar, se ha convertido en un campo de experimentación. Al menos, es lo que está sucediendo en algunas de las parcelas, que han sido cedidas por la comunidad de regantes a la Fundación Assut de la Comunitat, que trabaja por la sostenibilidad de los sistemas litorales mediterráneos. La idea, tal y como explicaba ayer el asesor de la entidad, Bosco Dies, «es conocer qué efectos ambientales tiene el tratamiento del rastrojo del arroz en el parque natural». Así, en los diferentes terrenos se probarán hasta cinco métodos de gestión: la quema, que era el tradicional hasta su prohibición, el fangueo sin quema, el empacado y retirada de la paja, la roturación en seco de los restos y la opción de dejarlos esparcidos en el campo a la espera de la inundación.
Hay que recordar que gran parte del éxito del espacio natural en cuanto a biodiversidad se debe a los arrozales, que actúan como zonas de alimento de las aves que anidan en el parque. Con estos trabajos, continuó Dies, se pretende medir el impacto de los diferentes tratamientos en la proliferación de invertebrados y plantas que conforman la dieta de la fauna.
Durante la jornada de ayer se produjo la quema autorizada de la paja en dos de las parcelas. Una vez llegue el proceso de inundación de los campos, los restos calcinados se mezclarán con la tierra a través del fangueo. Y a partir de este momento comenzará la recogida de muestras y el seguimiento posterior de los resultados.
Diez apuntaba ayer que todos los métodos tienen ventajas y desventajas. Recurrir al fuego, por ejemplo, supone la emisión de gases de efecto invernadero, aunque lo mismo sucede con la opción de dejar la paja en los campos, que es lo que se suele hacer ahora, pues en este caso la descomposición produce metano, que también influye en el calentamiento global. De hecho, provoca una pérdida de calidad en las aguas, lo que genera preocupación entre los expertos del parque.
Por su parte, la retirada de la paja de los campos y el posterior tratamiento para aprovechamientos, como pueden ser camas de ganado, causa costes añadidos a los agricultores. A juicio de Vicent Moncholí, presidente de la comunidad de regantes de L'Estell i Rojas, la mejor opción es la quema, siempre que se haga de forma escalonada y cuando la paja esté seca, pues si arde estando mojada produce un exceso de humo, con las consiguientes molestias. Además, asegura que favorece la eliminación de hongos.
En el proyecto también colaboran la Universitat Politécnica, la consultoría ambiental Agulim y el Parque Natural. De hecho, varios técnicos se encargaban ayer de las labores de control de la quema.
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