Borrar
Urgente Más de 15 kilómetros de atascos en las entradas y salidas de Valencia este viernes: consulta el estado del tráfico
El responsable de un motor en Albal, ayer por la mañana. :: J. J. MONZÓ
Las aguas negras llegan al lago de la Albufera por la pudrición de la paja en los arrozales
Valencia

Las aguas negras llegan al lago de la Albufera por la pudrición de la paja en los arrozales

Los campos se inundan para seguir el ciclo de las cosechas y sólo en Valencia se prueban alternativas contra la corrupción del humedal

ADA DASÍ

Lunes, 17 de octubre 2011, 02:18

«La paja se ha quedado en los campos y es un veneno para los peces». Así describe Francisco Muñoz, responsable del motor número 1 de Albal la situación que se vive en estos momentos en los arrozales del parque natural de la Albufera. Era un secreto a voces el proceso de pudrición del residuo de la siega del arroz, que ya ha dado comienzo en las acequias que rodean el lago. La paja no se puede quemar por la prohibición de la Generalitat, que sigue las directivas de la Unión Europea.

Esto provoca que las aguas de los campos inundados están tomando el color negruzco que advierte de una mortandad de peces inevitable. En pocos días el olor será más evidente y casi insoportable para los agricultores, cazadores y pescadores que frecuentan la zona.

«Hace unos veinte días el agua estaba clara y ahora el proceso ya ha empezado», explicaba Francisco Muñoz, señalando la extensión de arrozales que rodea el motor de Albal y que afecta a los términos de Silla y Catarroja y más allá los de Sueca y Sollana.

Tras la cosecha, la inundación de los campos ha sido paulatina. Fuentes próximas al Ayuntamiento de Valencia indicaron que en poblaciones de la parte sur, como Sueca y Sollana, ya hace «semanas que se inundaron los campos. Por ahí llegan las primeras aguas negras al lago». La paja se fanguea (mezcla con el barro) cuando todavía está tierna, lo que acelera la pudrición.

Una realidad que ha comenzado a tomar forma y saca a la luz el conflicto sobre la necesidad de la quema de la paja del arroz o buscar alternativas viables para los agricultores. Lo primero, una práctiva tradicional en los cultivos del arroz del parque natural, quedó suspendida cuando la Unión Europea impuso como condición indispensable para recibir la subvención la abolición de esta costumbre. La paja debía ser retirada del campo por completo o mezclada con la tierra.

En el parque hay unas 1.200 hectáreas de arrozal aproximadamente, repartidas entre varios municipios. El problema es que no hay una postura común de los Ayuntamientos a la hora de abordar este problema. En Valencia se prueba este año un nuevo sistema para tratar la paja. El concejal de Pedanías, Vicent Aleixandre, indicó que en tres tancats que suman 330 hectáreas se ha evitado la inundación de los campos gracias a unos motores que sacan el agua de las acequias hacia el lago. La idea es alargar este proceso lo máximo posible, para dar tiempo al vegetal a que se seque.

«Lo deseable sería estar así hasta el 15 de noviembre, aunque todo depende del tiempo que haga. De momento, no llueve nada y eso nos beneficia». La paja seca, al fangearse, no es tan nociva para el agua. La recogida para el reciclado ha pasado a la historia porque ninguna industria la quería como combustible, ni en las cementeras, ni en las plantas de biomasa.

En Albal están «esperando que la paja se asiente en el terreno para poder fanguear", comenta Muñoz, una práctica que tampoco evita el proceso de pudrición sino que mezcla este residuo con la tierra. «Este año se han recogido unos 100 kilos de arroz menos por campo», añade, quizás debido a los estragos que provoca el metano que desprende la paja del arroz.

Los agricultores defienden la quema porque supone limpiar las tierras de podredumbre y liberarlas de posibles plagas. «Así lo único que tenemos son todo tipo de insectos», explica Muñoz.

Este problema que se repite ya desde hace cuatro años es el que ha movido a las asociaciones implicadas en el parque a aliarse en contra de una medida que afecta a la fauna marina.

«Es un delito ecológico y un ataque contra la salud pública», advertía Josep Chaqués, secretario de la asociación de Vela Latina de Silla, uno de los clubs promotores de la Plataforma Albufera Viva, creada para proteger este espacio natural. Hoy se reunirán con los directores generales de las Consellerias de Medio Ambiente y Agricultura para tratar de poner fin a la mortandad de peces en el lago, que se seguirá repitiendo en mayor o menor medida hasta que Bruselas modifique las ayudas en 2013. «Los que queremos una Albufera viva no podemos quedarnos de brazos cruzados», explica. Pero lo que es evidente es que el primer movimiento asociativo creado en defensa del algo ha llegado tarde, al menos este año para evitar la pudrición. Las aguas negras cercan cada vez más el lago y se extienden desde las acequias.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias Las aguas negras llegan al lago de la Albufera por la pudrición de la paja en los arrozales