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La incorporación al by-pass es una ratonera para los conductores. Ayer, de Chiva a Valencia: dos horas

HÉCTOR ESTEBAN

Viernes, 28 de octubre 2011, 02:35

El accidente de ayer en la A3 era cuestión de tiempo. Previsible. El acceso al by-pass y la incorporación desde Ribarroja es un ratonera para los miles de vehículos que circulan por allí. Un laberinto de marcas viales que no preocupa a nadie a pesar de que los conductores se juegan la vida.

A las diez menos cuarto puse las luces de emergencia para avisar al resto de conductores de que había para rato. Otra 'galleta' pensé. El vehículo de la Guardia Civil hacía malabares por el arcén para llegar al lugar del siniestro. Cincuenta minutos tardé en recorrer un kilómetro. Con el camión al fondo y tres carriles embotellados nos desviaron dirección Ribarroja. Cada uno se buscó la vida para escapar.

En el polígono industrial, la Guardia Civil me invitó a largarme cuando adivinaron mis intenciones de saltar la valla metálica para hacer una foto. Un trabajador de MB chillaba algo alterado diciendo que la cisterna podía explotar. Un bombero puntualizó que era posible pero que no iba a pasar. En Barracas sí que explotó. Decenas de vehículos serpenteaban por los polígonos industriales de Reva y l'Oliveral buscando una salida a su caos mañanero.

El camión, tirado en la mediana, y la A3 desértica a la altura del bypass. Para lo que podía haber pasado, ni una sola desgracia personal. De Valencia a Chiva la carretera, en ambos sentidos, es una ruleta. Muretes de hormigón, marcas viales traicioneras y luces parpadeantes que cada noche inventan trazados sorpresa.

En los últimos tres años he visto coches que han dado la vuelta de campana, siniestro total, vecinos con la cabeza abierta y fracturas por los caprichos de unas obras paralizadas durante meses y colas kilométricas por un simple pinchazo. Incluso he sufrido la amenaza de ver los bajos de los camiones a punto de subirse en mi coche en el que llevo dos sillas de niños pequeños. Tras hacer un par de fotos y tirarme la Guardia Civil busqué una salida a la A3 por el polígono de l'Oliveral. Tuve suerte por conocer la zona y volver a la calzada a la altura del aeropuerto. Dos horas después de haber salido de Chiva llegué a mi destino, que no era otro que el centro de Valencia.

Hace meses, un parlamentario decía en Les Corts que era mejor paralizar las obras de una carretera que las de un colegio. Igual tiene razón, sobre todo cuando él circula en vehículo oficial sin estrés al volante. Me hubiera gustado verle ayer explicando su teoría a cada uno de los conductores atascados. Eso sí que sería política de calle.

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