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Valencia

Una familia con lazos de fuego

El cuerpo interviene en unos 40 servicios diarios y los auxilios a víctimas atrapadas en colisiones han aumentado un 25% El Consorcio de Bomberos cumple 25 años con el objetivo de ser los mejores en rescates en carretera

J. A. MARRAHÍ

Martes, 1 de noviembre 2011, 09:12

La eterna convivencia en el parque. «Casi más que con nuestras mujeres». El día que hubo que 'bucear' a tumba abierta entre la humareda mientras todo crujía. El calor infernal sentido hombro con hombro. Ese accidente de tráfico con un niño engullido por los hierros. Con los bomberos ocurre algo parecido a esos soldados que, de tanta escaramuza juntos, sienten el pelotón como su mejor y más fiel familia. «Familia». Esa es la palabra más repetida por los bomberos del Consorcio Provincial de Valencia para definir a un grupo que ayer cumplió 25 años.

Fue el 31 de octubre de 1986 cuando los dispersos cuerpos de bomberos se unieron a nivel provincial. Antes de esa fecha funcionaban equipos municipales y comarcales. La coordinación para socorrer en áreas intermedias entre localidades era la asignatura pendiente. Los medios técnicos estaban a años luz de los actuales, carencias que se contrarrestaban con voluntad y oficio.

Bombero e hijo de bombero, Enrique Grifols creció en uno esos antiguos parques. Vivió hasta los 11 años en el de Gandia. Junto a la cuna tenía el el teléfono de emergencias y correteaba entre camiones. «En los tiempos de mi padre iba un bombero por camión y lo hacía todo. Llevaba botellas de buceo tipo Jaques Cousteau y un mono de mecánico», rememora.

Los viejos consorcios comarcales de bomberos, embrión del actual consorcio, se constituyeron en 1982. Sus miembros, hoy veteranos, se enfrentaron a una de las mayores catástrofes de la Comunitat. «Estábamos con la paella en la mesa cuando se rompió la presa de Tous. No volvimos a casa hasta pasados siete días. Nuestro bautismo no fue de fuego. Fue de agua», recuerdan en el parque de Alzira.

Actualmente, el número de bomberos de guardia en los parques de la provincia jamás baja del centenar. A fuerza de entrenamientos, simulacros y cálculo de distancias atienden la mayoría de emergencias en menos de 10 minutos.

Con una media próxima a los 14.000 servicios anuales, unos 40 al día, las situaciones en que son requeridos aumentan año tras año. Incendios urbanos, industriales y forestales siguen siendo la actividad principal, pero incrementan los rescates de automovilistas. En los dos últimos años han crecido un un 25% aproximadamente .

Y es ahí donde cada bombero lleva su mayor lucha interior. Las emociones. Los gritos de los atrapados. Las palabras a un niño cuyos padres yacen destrozados en el asiento. «Hay quien no se acostumbra nunca pese a haber visto más muertos que en una gerra», resume el bombero Hipólito Alcaide.

«La muerte, grabada»

Otro miembro del Consorcio, Andrés Romero, resume así el daño emocional. «En un incendio te llevas la satisfacción de acabar con el fuego. En un accidente de tráfico sólo te llevas grabada la muerte». No son pocos los casos de bomberos que se han encontrado con familiares accidentados al asistir al choque.

Nunca ha muerto ningún bombero durante un servicio, pero sí en un trayecto. Ocurrió en agosto de 2000. Sergio Farinós conducía un camión desde el parque de Pobla de Farnals al de Sagunto. A la altura de El Puig volcó el camión y falleció. se llamaba Sergio Farinós. después han fallecido 3 bomberos yendo o volviendo de trabajar con su coche particular.

Los bomberos provinciales también se han enfrentado a la amarga huella de ETA. El 18 de marzo de 2001 la banda atentó con coche bomba en la playa de Gandia. Efectivos de este parque recuerdan aquello «como si fuera una zona de guerra. La onda expansiva agrietó paredes y no quedaron ventanales hasta el piso 12».

El presidente delegado del Consorcio Provincial, Francisco Tarazona, calificó de «impecable» el servicio que prestan los bomberos, «a pesar de que en estos momentos estamos atravesando una situación económica difícil». Todo el personal operativo, confesó, «aparca sus problemas y trabaja al unísono cuando suena la alarma».

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