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Aumenta la donación de cuerpos a la ciencia para ahorrarse los gastos del entierro
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Aumenta la donación de cuerpos a la ciencia para ahorrarse los gastos del entierro

La facultad de Medicina recibe tres solicitudes semanales y cada día acuden personas para interesarse por esta práctica

BEATRIZ LLEDÓ blledo@lasprovincias.es

Jueves, 3 de noviembre 2011, 13:44

Morirse cuesta como mínimo 2.000 euros entre los gastos del féretro, el tanatorio, las flores y los del propio enterramiento. Por eso, cada vez hay más gente que opta por donar su cuerpo a la ciencia y así ahorrarle ese desembolso a su familia. En cinco años las solicitudes han crecido un 60%. «Con la crisis económica han aumentado las personas que se interesan por esta opción. Nosotros nos hacemos cargo del coste económico», asevera Francisco Martínez Soriano, catedrático de Anatomía Humana de la Universitat de València.

A día de hoy, la media de solicitudes oscila entre las tres y las cinco semanales. Y las consultas se repiten día tras día. Algunos jóvenes (los menos) se han presentado preguntando cuánto dinero les dan por entregar sus restos mortales. Desde la facultad les recuerdan que se trata de una donación.

«En el último mes y medio hemos recibido 15 donaciones en vida», apunta el profesor de la facultad de Medicina. Todos ellos se convierten en potenciales donantes, que se incluyen en la base de datos y con cuyos cadáveres los alumnos podrán hacer prácticas o servirán para avanzar en el conocimiento.

Pero tal y como explica el doctor Martínez, la otra cuestión que mueve a los valencianos a dar su cuerpo es el altruismo. «Hay gente sensibilizada para que sus restos sirvan para este fin y que están convencidos de que el cuerpo no es la esencia de la persona», relata. «Para que se me coman los gusanos, mejor que sirva para algo», suelen comentar los solicitantes en vida.

El perfil mayoritario son personas que superan los 65 años. Y más hombres que mujeres. «Ellos se sienten más cerca del tránsito que la gente joven», matiza el experto. Pero últimamente, coincidiendo con el creciente interés, también suele haber valencianos de entre 40 y 50 años.

Lejos de lo que puede parecer, sus profesiones no guardan relación con la medicina. Hay, por ejemplo, abogados e ingenieros. Y normalmente son personas de clase media, aunque también hay algunas de nivel más alto.

¿Qué hay que hacer para ceder los restos mortales a la ciencia? El procedimiento es sencillo. Lo primero es dirigirse al departamento de Anatomía. Una vez allí, el interesado rellena la tarjeta de donante (con todos sus datos personales) y firman un documento de la Sociedad Anatómica Española (SAE) en el que expresa su voluntad de donar el cuerpo para la investigación una vez fallezca.

«Lo firma el interesado pero también un testigo, que puede ser alguien que le acompañe», comenta el catedrático de la facultad de Medicina de la UV. Además, hay un apartado en el que se le pregunta si da el consentimiento para que sus restos puedan ser trasladados a otras facultad española, en caso de necesidad. «La mayoría está conforme, aunque no todos», destaca Martínez.

Una de las cuestiones qué más se formula en esa cita es qué sucede con el cuerpo. Los restos pasan a una cámara frigorífica, donde permanecen al menos 24 horas. El coste del traslado hasta allí corre a cuenta de la universidad. Luego el procedimiento depende del uso.

Cuando el cadáver se va a destinar a la instrucción de anatomía para las prácticas de los estudiantes de medicina, se embalsama y se mantiene hasta que vaya a utilizarse. En cambio, si el cuerpo va a la investigación para desarrollar nuevos procedimientos médicos o quirúrgicos se congela, «ya que cuando se descongela, están recientes», explica el experto.

Tras su uso para la ciencia, la facultad se hacer cargo del entierro. Si en su declaración no hay ningún deseo concreto, se procede a su incineración.

En la actualidad, la facultad de Medicina de la Universitat de València cuenta con más de 2.000 donantes potenciales, es decir, que ya tienen su tarjeta y están incluidos en la base de datos pero todavía no han fallecido. Martínez explica que, pese al aumento de las entregas, harían falta todavía más.

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