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LAURA GARCÉS lgarces@lasprovincias.es
Sábado, 19 de noviembre 2011, 01:18
La cita es en el convento de la Trinidad de Valencia. Allí el segundo y cuarto domingo de cada mes, desde hace un año, se celebra la misa en la forma extraordinaria del rito romano. Ofrece algunos elementos que la distinguen de la forma ordinaria del mismo rito, la que habitualmente puede seguirse en cualquier parroquia.
Quien nunca haya asistido a una Eucaristía en forma extraordinaria y lo haga, quizás se sorprenda al escuchar al sacerdote celebrando en latín y de espaldas a los fieles, o al comprobar que la comunión se recibe de rodillas y en la boca. Todo tiene una razón de ser que se encuentra en el significado de una liturgia que mantiene su vigencia.
El sacerdote Eulalio Fiestas explica que la «extraordinaria se caracteriza por el latín y por la forma fija de las ceremonias, que subrayan la unidad y universalidad de toda la Iglesia». No olvida señalar que si ha llegado a ser una desconocida sólo es porque con los años ha ido cayendo en desuso y recuerda que el papa Benedicto XVI insiste «en que no hay dos ritos romanos, sino dos expresiones del rito romano con diferencias de énfasis, de acentos, pero sin ser divergentes o excluyentes».
Ante aquello que puede llamar la atención a quienes se estrenen en esta celebración, aclara que «no se celebra de espaldas al pueblo», sino que tanto el celebrante como todos los fieles «están vueltos hacia el Señor, representado por el crucifijo». Y si lo que sorprende es la forma de dar la comunión, el sacerdote puntualiza que al Papa se le ha visto en diversas ocasiones hacerlo así. Como ejemplos señala sus visitas a Barcelona o Madrid.
Esta misa, que llevaba muchos años ausente ha regresado a Valencia, como a otras capitales españolas. «El arzobispo está debidamente informado y notamos su aliento paternal», puntualiza el sacerdote. Esta forma de celebración ha vuelto porque un grupo de fieles, tal como ellos mismos explican, reflexionaron sobre una invitación del Papa a la recuperación de la liturgia.
Convencidos de la importancia de las formas para la vida espiritual decidieron dar un paso que implica «un enriquecimiento para toda la diócesis», así como «ofrecer un tesoro vivo de arte y oración a muchos que lo desconocen».
Cada segundo y cuarto domingo de mes, a las seis de la tarde, en el convento de la Trinidad se dan cita cerca de un centenar de fieles. Para celebrar el primer aniversario el pasado domingo tuvo lugar una misa cantada con el organista Augusto Belau y la Schola Jubilemus.
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