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Sociedad

«Ningún dinero resarce el daño si acabas en una silla de ruedas»

Un joven que se estrelló con su moto por un socavón aún no puede cobrar la indemnización de 677.000 euros al recurrir la sentencia el Ayuntamiento

JAVIER MARTÍNEZ jmartinez@lasprovincias.es

Lunes, 12 de diciembre 2011, 01:37

Un sentimiento de indignación, desesperación y rabia invade al joven minusválido cada vez que pasa por el lugar de aquel accidente de tráfico. Un socavón cambió su vida el 23 de noviembre de 2007 en Valencia. Ese fatídico día se esfumaron sus sueños de boxear en un ring. El chico perdió el control de su ciclomotor por un hundimiento en la calzada, cayó sobre el asfalto y sufrió una grave lesión medular. Tenía 19 años recién cumplidos y acabó en una silla de ruedas.

El cruce de la avenida Pérez Galdós y la calle Maestro Guerrero, donde ocurrieron los hechos, era entonces una trampa para los vehículos de dos ruedas. El bache en el pavimento fue la causa de hasta tres accidentes de moto en menos de 24 horas. Uno de estos siniestros casi acaba con la vida de G. P. A., que padeció una parálisis del lado izquierdo de su cuerpo, además de una pérdida de sensibilidad en el derecho.

Las graves secuelas sumieron al joven en una profunda tristeza. «Fueron momentos muy duros, pero nunca he dejado de luchar», afirma el minusválido. «Aquello cambió por completo mi vida, mi carácter y mi forma de ver las cosas. Todo era diferente. Lloré mucho en el hospital, aunque sin tirar la toalla», añade.

Después de 81 días de hospitalización y un año y medio de rehabilitación, los médicos le diagnosticaron una hemisección de la médula espinal con una invalidez que le incapacita para todo tipo de trabajo.

Y luego comenzó la batalla judicial por la vía contencioso-administrativa. El accidente se produjo por el mal estado de la calzada y la falta de mantenimiento de la vía pública. Por ello, la víctima tenía derecho a una indemnización. «Los peritos acreditaron la causalidad por la omisión administrativa y el juzgado nos dio la razón», explica Mercedes Pérez Martínez, abogada del discapacitado.

La sentencia condenó al Ayuntamiento de Valencia, la aseguradora Zurich España y la empresa Pavasal a pagar de forma solidaria una compensación económica de 677.000 euros. «Ningún dinero resarce el daño si acabas en una silla de ruedas y dependes de otras personas para hacer cualquier tarea cotidiana», lamenta G. P. A. con el rostro cariacontecido.

Pero el asunto no acabó ahí. Los tres condenados recurrieron entonces el fallo tras responsabilizar del accidente al joven conductor, que no llevaba puesto el casco y circulaba por el carril bus, donde estaba el socavón. «Es indignante que se aprovechen de nuestra situación cuando saben que mi hijo no tuvo la culpa. En el recurso piden que se reduzca a la mitad la indemnización», señala indignada la madre del joven.

Una velocidad adecuada

Según consta en un informe realizado en su día por un ingeniero industrial, el bache que causó el accidente no era apreciable porque tenía el mismo color del asfalto. Además, el perito determinó que la velocidad de la moto era adecuada en el momento del accidente. «El médico me dijo que el casco no habría evitado la lesión que sufrí en la columna vertebral. Es completamente absurdo lo que dicen», sostiene el minusválido indignado.

Los tres recursos presentados retrasarán una indemnización que el joven necesita para continuar su rehabilitación en un centro especializado y para pagar sus deudas. «Nos empeñamos para poder comprarle un coche adaptado a su discapacidad. Su ilusión era volver a conducir y no podíamos negársela», asegura la madre.

Antes de adquirir el vehículo, la adecuación de la casa también supuso unos gastos cuantiosos. «Tuvimos que hacer las puertas más grandes para que pudiera pasar con la silla de ruedas y cambiamos la bañera por un plato de ducha», aclara la mujer.

Después de escuchar las palabras de su madre, la víctima del siniestro asiente con la cabeza e insiste: «Nunca se puede resarcir un daño tan grande. Una invalidez a mi edad es algo que cuesta mucho de asimilar». El joven ha rechazado en varias ocasiones la ayuda de un psicólogo. Su familia y sus amigos se han convertido hasta el momento en la mejor terapia para olvidar el accidente que lo cambió todo.

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