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El escritor Víctor J. Maicas. :: LP
Víctor Maicas: Las Navidades de los menos favorecidos
LITERATURA

Víctor Maicas: Las Navidades de los menos favorecidos

VÍCTOR J. MAICAS

Viernes, 16 de diciembre 2011, 01:40

Cuando uno llega a una determinada edad va descubriendo cómo, en ocasiones, determinadas cosas que considerábamos evidentes para todo el mundo, en realidad no lo son. Digo esto porque de niños o adolescentes casi todos pensábamos que las Navidades son unas fechas tan entrañables, que a nadie o a casi nadie disgustan.

Pero como digo, con el paso de los años uno va descubriendo que esto no es así. Por una parte, observas que los países sin tradición cristiana ni tan siquiera saben qué significan estas fechas para nosotros, mientras te das cuenta que otras personas que sí lo saben puesto que por tradición las han celebrado a lo largo de su vida, con el paso del tiempo perciben que dichas fechas les reportan una determinada tristeza por notar en falta a familiares que ya no están, o que por los avatares de la vida su relación con determinadas personas ya no es la de antaño.

Sí, hay personas que rehuyen de estas celebraciones por verlas demasiado superficiales o hipócritas, aunque con esto de la hipocresía, yo sí soy de los que piensan que en los últimos años la hipocresía humana está llegando a unos límites irritantes.

En determinadas zonas del mundo se hacen treguas los días de Nochebuena y Navidad para que no se derrame sangre el día que nació Jesús, mientras que en nuestras ricas sociedades se sirven manjares especiales en los comedores para indigentes. Además, también se hacen solidarias colectas de juguetes para enviar al tercer mundo. En fin, no sé, debe ser que estos niños sólo deben jugar una vez al año, que los pobres sólo tienen derecho a comer en condiciones en Nochebuena, y que sin duda no sería agradable degustar nuestra exquisita comida de Navidad mientras en el telediario nos muestran cadáveres de muertos haciendo que, quizá, nuestra hipocresía de todo el resto del año nos mire a la cara para amargarnos tan especial ágape.

Sí, hay gente a la que no le gusta la Navidad por este tipo de cosas. Pero verán, a mí sí me gusta celebrar la Navidad, pues al menos, y aunque tan sólo sea por unas horas, los que menos tienen disfrutarán de una cena en condiciones como deberían tener durante el resto del año. Además, en algún lugar del mundo habrá determinadas personas que no mueran esa noche por el impacto de una bala y, quizá, algunas de ellas sean niños que al día siguiente jugarán con unos juguetes llegados del llamado primer mundo.

No, no acepto esa hipocresía ruin de la raza humana que hace que durante el resto del año nos comportemos con egoísmo e indiferencia frente a los demás, pero pienso que, en lugar de hacer desaparecer lo bueno, lo que deberíamos hacer es intentar crear un mundo en donde el sentir navideño estuviera, en cierto modo, presente en cada día de nuestras vidas.

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